Crítica de cine

¿Dónde echamos el ancla?

Marqués-Marcet regresa con «Tierra firme», retrato de un triángulo afectivo en los canales de Londres

¿Dónde echamos el ancla?
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Marqués-Marcet regresa con «Tierra firme», retrato de un triángulo afectivo en los canales de Londres.

«A veces eres más feliz cuando no sabes lo que quieres que cuando lo encuentras». Lo dice Carlos Marqués-Marcet (Barcelona, 1983), el director del exitoso debut «10.000 km», ahora inmerso en el estreno de «Tierra firme». Él es el único chico de aquella que podríamos llamar la Nueva Escuela de Barcelona. Con directoras como Nelly Reguera, Elena Martín y sus compañeras de «Las amigas de Ágata», y Carla Simón, entre otras, comparte el gusto por historias generacionales, mínimas a veces, siempre con las relaciones personales de fondo. «Sí hay una cierta conexión entre todos», admite Marqués-Marcet, que en su nuevo filme plantea las dudas de tres treintañeros acostumbrados a fluir por un mundo inestable ante la gran pregunta: tener un hijo.

El amigo donante

Para Eva (Oona Chaplin), de 38 años, ha llegado el momento, pero su novia, Kat (Natalia Tena), no lo ve del mismo modo. El detonante será la llegada de Roger (David Verdaguer), el mejor amigo de Kat, que se instala en el barco que la pareja comparte en los canales de Londres. Él será el donante de esperma para que esta pareja homosexual se quede embarzada. Pero con la buena nueva se genera el mal rollo y las dudas. ¿Ha llegado el momento de echar el ancla?

«¿Qué significa madurar? –se pregunta en esta entrevista, y en el filme, el realizador– ¿Tener hijos? A veces parece que hay que hacerlos para madurar, pero no tiene por qué ser así». Asegura Marqués-Marcet que la elección de una pareja de lesbianas no condiciona una historia que atañe a toda su generación: «Pero sí es cierto que, mientras que muchos de mis amigas heterosexuales se quedan embarazadas a menudo por casualidad, en el caso de dos mujeres tienen que ir a buscarlo, y eso obliga a pensar más en el tema». Al final, comenta, esta película le interpeló directamente en un momento vital semejante al de sus protagonistas: «Hablo de lo que tengo cercano, de lo que necesito hablar en cada momento. Esta película la tenía que hacer ahora porque en cinco años no iba a sentir esa necesidad vital y a mi me gusta que los proyectos me escojan».

No obstante, fue en casa de Natalia Tena donde encontró el contexto ideal para ubicar su cinta. La actriz española y británica vive, como Kat, en un barco en los canales de Londres, la misma embarcación que usaron para el rodaje. Además, Oona Chaplin, su novia en la ficción, es su mejor amiga, y con David Verdaguer estrechó fuertes lazos tras «10.000 Km». «La amistad entre todos dictaba el tono», señala el director, que no deja que el peso de la disyuntiva se coma una cinta con un toque desenfadado.