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Localizaciones por Marina CASTAÑO

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Ayer, en una divertida comedia americana, ella, mujer insatisfecha, le pregunta a él: «¿pero tú sabes dónde está el clítoris?» y le contesta «¡claro, si además soy médico», y ella «no, eres oftalmólogo». No dejó de tener gracia la escena, si no fuera porque además pudiera ser cierta. ¿Cuántos hombres ignoran la anatomía femenina? Y, lo que es peor aún, ¿cuántas mujeres ignoran su propia anatomía? Desde pequeñas se cercena psicológicamente esa posibilidad, «¡nena, cochina, no te toques!», y, claro, luego se presenta un desconocimiento absoluto de dónde está cada cosa, de dónde se localizan esos puntos fundamentales. Ayer era como dar un repaso a la realidad de tantas féminas insatisfechas por ignorancia de su compañero en el sexo, y de ahí el famoso fingimiento de muchas, que prefieren falsear un orgasmo a dar una lección de anatomía. Y a la hora de comentarlo con las amigas había división de opiniones: desde el «enséñale», hasta el «déjalo», pasando por el «más importante que el placer es que te traigan un café a la cama por las mañanas». ¡Qué raras y diversas somos! ¡Qué mentalidades tan distintas! No deja de ser cierto que cada cual tenemos nuestros tics y nuestras preferencias, y tampoco deja de serlo que lo perfecto es que nos adivinen, que no haya que desplegar un prospecto de instrucciones de uso, porque unos breves gestos serían suficientes para que todo ruede por la senda adecuada. Que es una pereza dar instrucciones aún cuando sea para alcanzar un buen fin, lo sabemos todos, pero también es cierto que hay que enseñar al que no sabe. Y cuando la relación merece la pena… más vale conducirla por buen camino.