Moscú

Una suite en el espacio

A partir de 2016, una empresa de Moscú ofrecerá paquetes turísticos espaciales a 350 kilómetros de la TieaCrra, con transporte, hotel y comidas incluidas. El precio por estas vacaciones orbitales rondan los 700.000 euros 

Una suite en el espacio
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Viajar en una lanzadera rusa, aterrizar en un hotel espacial donde no existe gravedad y observar el planeta Tierra desde la ventana está cada vez más cerca de convertirse en una realidad. La empresa rusa Orbital Technologies planea abrir para 2016 el primer hotel espacial de la historia. Situado a 350 kilómetros de la Tierra, este alojamiento en forma de cápsula ofrece una experiencia única: contemplar el planeta azul desde el espacio, un lujo desde luego no apto para todos los bolsillos.

El hotel, bautizado como Commercial Space Station (CSS), tiene una capacidad para albergar hasta siete personas alojadas en 19 metros cúbicos divididos en cuatro camarotes. «No será un hotel de lujo, pero será la mejor plataforma en órbita para vivir e investigar», explica Stacey Tearne, miembro del equipo de Orbital Technologies.

La estancia en este alojamiento espacial, que contará con paneles solares para abastecerse de energía limpia, ofrecerá las mejores comodidades de las que disfrutan actualmente los astronautas en órbita. Los huéspedes podrán ducharse en un cubículo de agua herméticamente sellado sin necesidad de utilizar toallitas húmedas y los inodoros funcionarán con aire en lugar de agua. A la hora de descansar, los turistas podrán elegir entre tumbarse en sacos de dormir horizontales o verticales. Eso sí, necesitarán cerrar bien la cremallera para no salir flotando por la cabina.

En cuanto a la comida, los menús serán elegidos antes de que los clientes comiencen sus vacaciones en el espacio. Cocineros de alto nivel prepararán la comida en tierra para después enviarla al espacio deshidratada y en contenedores especiales que conservarán su sabor. El hotel cuenta con microondas para recalentar los alimentos y el alcohol está totalmente prohibido. Pero lo mejor de todo, sin duda, son las espectaculares vistas que ofrece el hotel a través de varios ojos de buey, una experiencia única que bien vale su precio.

Paquete para millonarios

La compañía rusa ha calculado el precio de un paquete turístico para cinco días que incluye transporte, alojamiento y comidas. El viaje de dos días en un cohete espacial ruso Soyuz cuesta 826.000 dólares (573.000 euros) más 165.000 dólares (115.000 euros) para una estancia de tres días. En total, casi un millón de dólares (unos 688.000 euros). Los turistas que puedan permitirse pagar el billete deberán ser mayores de 18 años y someterse a un entrenamiento especial que podría durar hasta tres meses.

La compañía rusa prevé varios usos para este hotel espacial según la temporada, entre los que se encuentran una estación para hacer escala en vuelos tripulados que viajen a la luna, un centro de investigación o una estación de emergencia para los astronautas de la Estación Espacial Internacional que se encontraría a unos 100 kilómetros. «Creemos que la apertura al espacio para el sector comercial es fundamental para la prosperidad futura de la Tierra y el CSS será una puerta de entrada al resto del sistema solar», asegura Stacey Tearne.

Con sello español

La compañía rusa no es la única que trabaja en hacer realidad el turismo espacial. Unos arquitectos catalanes prevén lanzar su hotel de lujo a 450 kilómetros de altitud en órbita baja terrestre. Se trata del «Galactic Suite Space Resort», un alojamiento modular que incluye un spa en gravedad cero. Al menos 38 personas han reservado ya su billete de tres millones de euros por una estancia de cinco días.

Xavier Claramunt, director del proyecto español, opina que «el modo que tienen los rusos de abordar los diseños es muy parecido al interior de una estación ‘‘convencional'', dedicada al trabajo de los astronautas más que a una experiencia única». Para este arquitecto, «un proyecto así merece una aproximación mucho más orientada al pasajero, sus deseos y sueños, cosa que no parece suceder en el diseño de su módulo, fruto de una aproximación maquinista, únicamente orientada a resolver las necesidades ‘‘técnicas''». En su opinión, «al proyecto ruso le falta el glamour de un hotel de un millón de estrellas».