Política

Elecciones en Francia

¿Una derrota? No, un desastre

La Razón
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El Partido Socialista francés acumula debacles electorales en los últimos doce meses. Este domingo, en las elecciones departamentales, tuvo lugar el cuarto desastre consecutivo, después de las locales, las europeas y los comicios del Senado. El Partido Socialista lo está perdiendo todo. En gran medida, este fracaso se debe a la falta de acción del presidente François Hollande y del primer ministro Manuel Valls, y su incapacidad para llevar a cabo una reforma sólida de Francia con el objetivo, fundamentalmente, de reducir el desempleo y reactivar la economía.

Pero, después de todo, ¿podríamos decir que los socialistas están pagando la factura de la elección presidencial de 2012? Hollande es un político demasiado blando y sin carisma, es decir, no era el candidato perfecto que debería haber ganado las primarias socialistas. El «campeón» de la izquierda habría sido Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, que fue desterrado tras los escándalos sexuales de Nueva York. Sin embargo, Hollande, por las circunstancias del momento, llegó a erigirse candidato socialista, a pesar de que no es un hombre fuerte. Cuando un político no es elegido porque la gente confía en ti sino porque no tienen ningún otro candidato, entonces no se puede llegar al corazón de los franceses.

Hollande y su Gobierno están condenados a perder. También perderán las elecciones regionales en diciembre. Su primer ministro, Manuel Valls, ha intentado llevar a cabo una apuesta: asustar a los votantes con el auge de la extrema derecha. Tampoco ha surtido efecto. Frente a este descalabro socialista, Nicolas Sarkozy ha vuelto a saborear la victoria. Una victoria casi total que le da legitimidad para liderar el partido y organizar a la derecha antes de las primarias de 2016. Estas primarias podrían estar abiertas a los centristas porque Sarkozy sabe que la unidad es necesaria si quiere vencer en las elecciones presidenciales de 2017. Por tanto, estas elecciones locales tienen un sabor especial. La izquierda francesa se repliega, la extrema derecha no obtiene los resultados esperados y la derecha vuelve a su color y se reencuentra. Una política diferente es posible en Francia. Y la buena noticia es que los franceses lo han entendido: una nueva política es esencial.

*Periodista y analista político