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El artículo de Lomana: El beneficio de la duda

Carmen Lomana junto a sus sobrinas Carla y Cristina
Carmen Lomana junto a sus sobrinas Carla y Cristinalarazon

Nunca en la historia de Estados Unidos un presidente había sido recibido con mayor hostilidad. Aún no ha alcanzado el despacho oval y ya hay millones de personas que manejan la posibilidad de fulminarlo y quitarlo de la circulación. Pienso que nos estamos precipitando al dar por hecho que su presidencia va a ser letal para todos. Estoy de acuerdo en que hay que poner mucho ánimo y buena voluntad para concederle a Donald Trump el beneficio de la duda después del zafio populismo de su campaña, de sus malas formas y de sus groserías. Creo que su mandato será un gran experimento que más vale que salga bien porque sus consecuencias serán trascendentales para todo el planeta.

Qué quieren que les diga... Quizá soy una optimista, pero vivimos en un momento de políticos incompetentes, corruptos e instalados en la retórica, donde la solución de la economía se basa en extorsionar a los ciudadanos con más y más impuestos para mantener políticas que sólo aumentan el déficit y son insaciables, sin que nadie se pare a racionalizar el gasto y pensar en inversiones que generen riqueza y trabajo. Por eso, es normal que muchos ciudadanos, aunque sólo sea por hastío, voten al candidato más extravagante que les promete días de gloria, bajar impuestos, quitar a esa clase política oligárquica llena de privilegios que maneja los países para su propio beneficio, y dar trabajo acometiendo muchas obras públicas e infraestructuras de las que un país tan poderoso como Estados Unidos adolece.

Ridícula actitud

La pareja Trump-Melania creo que nos dará días de gloria en entretenimiento y cotilleos. Ella, que parece tonta de remate tras largarnos el mismo discurso que en su día pronunció Michelle Obama, al menos es bellísima y con unas piernas de infarto. Como dijo Armani refiriéndose a la absurda y ridícula actitud de algunos diseñadores que se negaban a vestirla sin que ella se lo hubiese pedido: «Me gusta vestir a mujeres bellas y ella lo es, y mucho». Estoy segura de que pronto estarán arrepentidos de tantas tonterías como han dicho. Un modisto o una marca tienen la obligación de vender su producto a cualquier persona que quiera o pueda pagarlo sin sectarismos ni exclusiones . ¿Se imaginan entrar en una tienda de lujo y que los dependientes seleccionen a quién quieren atender según sus preferencias, filias o fobias?

Este enloquecido del flequillo quizá se adapte a la responsabilidad en un ataque de lucidez y sea un presidente conservador, bocazas y algo estrambótico, pero aceptable. A mí me invade mi vena frívola y «fashionista» y estoy deseando ver los modeletes que lucirá Melania en estos días de «vino y rosas». Siempre aparece callada, un poco asustada, quizá ante el empeño feminista por rescatar a las mujeres de su propia feminidad. Arrancar de ellas el deseo de gustar sermoneándolas con la rendición a los estereotipos publicitarios, como antes amenazaron su desinhibición con las penas del infierno. Me asombra y admiro cómo Melania puede aguantar horas de discurso y campaña desde el poderío de sus altísimos «stilettos». Esa es su forma de seducción y de empoderamiento, por más que un feminismo trasnochado se empeñe en decir lo contrario. Róbele a una mujer la facultad de seducir y seguirá siendo una mujer, pero «atracada». En esta Europa que se está volviendo vieja y sin imaginación sólo nos queda como novedad esta pareja presidencial, totalmente impredecible, y el Brexit, con la señora May al frente. Quizá Reino Unido sea nuestro último refugio para huir de los infiernos fiscales de Europa.

Y, como siempre, me gusta hacerles alguna recomendación: no se pierdan la exposición de los mejores retratos de los años 60 a los 90 del fotógrafo británico Terry O’Neill en la muestra «Legendary» que acaba de inaugurar la madrileña Mondo Galería hasta el 14 de febrero.