Museos

Málaga y sus museos

El impacto económico de los turistas que visitan Málaga por sus museos alcanza 547 millones
El impacto económico de los turistas que visitan Málaga por sus museos alcanza 547 milloneslarazon

La capital de la Costa del sol se ha convertido en los últimos años en una de las ciudades más agradables para disfrutar unos días. Lo tiene todo: historia, encanto, mar, un paseo marítimo que lo ha cambiado todo... Podríamos decir que a esta señora con varios cientos de años a sus espaldas se le ha hecho una cirugía plástica integral pero de las buenas, no de las que dejan sin personalidad las caras. Otra brillante idea ha sido convertirla en la ciudad de los museos. El último, el llamado Museo de Málaga, un gran edificio que fue aduana que más tarde albergó a la subdelegación del Gobierno. Con el acuerdo del Estado y de la Junta, y después de varios años de retraso, por fin la vieja aspiración de los malagueños se ha hecho realidad. Un gran edificio que en su planta segunda acoge una muestra arqueológica amplia y de gran valor. Por poner un ejemplo, me fascinó un casco corintio del siglo VI antes de Cristo.

En la primera planta se ofrecen las exposiciones tituladas: «Colecciones de arte del Museo de Málaga». Una muestra de gran belleza donde destacan varios Picasso de su primera época, un par de Sorollas, incluso un Murillo y un Ribera; son excepciones porque todo lo expuesto pertenece a los siglos XIX y XX. Me llenó de gozo contemplar dos grandes retratos de la Princesa de Kapurthala, la malagueña Anita Delgado. Bellísima, con un vestuario de lo que fue Maharaní, princesa; remataba Anita su posado con unas majestuosas joyas. Extasiado mirando los cuadros, se me vino a la cabeza la baronesa Thyssen. Estaba en Málaga para asistir a la entrega del IV Premio Valores de La Razón, que se realiza en el museo que lleva el nombre de la baronesa. Posiblemente hay algo de parecido entre ambas mujeres y las dos tienen colgados retratos bellísimos de tamaño natural en dos grandes museos. Me van a perdonar, pero si no lo escribo –no voy hacer algo tan ordinario como reventar–, me quedaría con una cierta amargura. Vamos al lío. Que quede claro que me parece magnífico el nuevo museo y que hay que felicitar a todos los que han hecho posible una red de museos en Málaga que además ha conseguido un número de visitantes notables, porque sabido es que es difícil crear un museo, pero mucho más que tenga visitantes habitualmente. Dicho esto, el antiguo palacio de aduanas es como un estuche fastuoso, de esos que se hacen para contener un aderezo completo de diamantes y esmeraldas, como las que lucen Tita y Anita. El problema en este caso es que cuando se abre el estuche hay una sortija, de brillantes, eso sí, pero discreta. Resumiendo: mucho decorado para una corta obra.

Pero fuera penas, vamos al apunte frívolo de los domingos. Después de unos años felices en el pequeño reino hindú, Anita Delgado –si están interesados por el personaje consigan el libro de Javier Moro «Pasión India», que fue líder de ventas en el mundo– fue repudiada por su marido y recompensada con una gran fortuna. Vivió en Londres, París y decidió establecerse en Madrid. Se compró casa en el Paseo de Rosales –casualmente gran pintor–, vivía con amplio servicio y un apuesto secretario que además ejercía unas tareas más íntimas. La liquidez y el patrimonio no siempre casan bien –volvemos a los parecidos, pues la baronesa también ha vendido cuadros–; entre los bienes que había recibido en su divorcio, la Maharaní contaba con bolsas llenas de piedras preciosas, sobre todo esmeraldas. El gran joyero Luis Gil le compró una de ellas. Años más tarde el conde de Romanones le encargó al joyero un aderezo de esmeraldas para regalárselo a su esposa, la elegantísima Alinne Griffith; hace tres años, ya viuda, Alinne subastó el famoso aderezo en Suiza, siendo su compradora la princesa Corinna, tan poco querida en España, salvo por los republicanos. Tres mujeres de gran relevancia, unidas por unas esmeraldas.