Nacionalismo

22 de diciembre

La Razón
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Después de la tormenta viene la calma, dice el refranero español. La esperanza de que el constitucionalismo gane las elecciones autonómicas del 21 de diciembre en Catalunya es viable y factible, sin embargo, aunque se consiga la ansiada victoria, tras la pesadilla que hemos sufrido los españoles con el proyecto supremacista, la tormenta separatista continuará con inusitada fuerza, en una sociedad dividida y con un rápido incremento del odio entre catalanes. Que nadie se llame a engaño. Durante años y de forma constante los Gobiernos de la Generalitat han ido construyendo la idea de separación entre los catalanes y el resto de los españoles mediante la imposición de la idea de que solamente el Gobierno de la Generalitat les representaba; y esa idea ha calado y se ha hecho fuerte en el subconsciente de la ciudadanía. Para conseguir la ruptura han creado una red clientelar de asociaciones separatistas que incluye a miles de personas, han regado con dinero público los medios de comunicación privados que han seguido las directrices marcadas desde las instancias del poder golpista y han atemorizado con sus políticas a la mayoría de catalanes que nos sentimos españoles. A pesar de que parezca difícil de entender, el separatismo catalán está fuerte y muy consolidado en sus posiciones; con una inversión anual de 350 M en los últimos 5 años y no menos de 30.000 personas dedicadas «full time» a la independencia siguen disponiendo de poderosos resortes al servicio de la causa independentista. La Generalitat ha invertido ingentes cantidades de dinero y recursos ilimitados para crear un clima de asfixia y confrontación con el «Estado español» a través de publicidad, destacando agravios, quejas y desinversiones, con unos altavoces mediáticos que han multiplicado la voz separatista hasta conseguir un ruido ensordecedor e imposible de revertir a corto o medio plazo, consiguiendo que el discurso independentista se haya situado en el mainstream catalán, siendo la única opción políticamente correcta para una parte importante del catalán de clase media.

30 años de adoctrinamiento cultural y político ha formado el espíritu nacionalista de generaciones de catalanes sin ninguna contra argumentación del estado español. Fundamental para conseguir un relato secesionista creíble ha sido la promoción de un importante grupo de comunicadores y agitadores sociales que han conseguido una notable presencia pública, además de enormes beneficios para su peculio particular. La creación de la «Assemblea Nacional Catalana» y la promoción de «Omnium Cultural», han conseguido popularizar el discurso del rupturismo a través de un programado e inteligente protagonismo mediático a partir del 2010, junto a slogans cortos y efectista como el ya conocido «Espanya ens roba». Hoy Catalunya vive un proceso de ebullición social y agitación política con el fin inequívoco de obtener la separación del resto de España, que a pesar de la aplicación del artículo 155 por parte del gobierno central, no ha conseguido rebajar las aspiraciones rupturistas de la mitad de la población catalana. Las elecciones del próximo 21 de diciembre, sea cual sea el resultado, no resolverán el tremendo fracaso español que ha supuesto el proceso separatista. Esto será largo. Muy largo. El 22 de diciembre, el constitucionalismo, debe empezar a ganar.