PSOE

Ataque preventivo

La Razón
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Hasta hace unos días el Sr. Pedro Sánchez era el líder indiscutible y estandarte del «no es no» y del socialismo virtuoso. Sin embargo, parece que la razón por la que algunos le animaban a mantener la posición hasta el límite de hacerla incompatible incluso con su acta de diputado, no era tanto la coherencia política como las ganas de disputar el liderazgo.

Ni algunos de sus más acérrimos seguidores consideran que el Sr. Sánchez es la persona adecuada para encabezar el PSOE. Ahora hay quien piensa que el Sr. Patxi López debe tomar su relevo.

Sin duda, el cambio de líder requiere una modificación de algunos planteamientos, especialmente cuando la biografía pone de manifiesto algunas contradicciones. Es difícilmente aceptable un discurso crítico acerca de la determinación del PSOE de impedir que se celebrasen unas terceras elecciones cuando quien lo critica fue lendakari gracias a un acuerdo expreso con el PP.

Por cierto, un acuerdo que hizo daño al PSOE nacional, que no tenía mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y sufrió los ataques más duros de la oposición que estaba blindada por su acuerdo en Euskadi, pero en ese momento era un «sí o sí» al nuevo lendakari.

En todo caso, la cuestión principal que quiero abordar no es ésa, sino el «leitmotiv» del sistema de selección de líderes por elecciones primarias. Cuando se produce una competición democrática en la que se contraponen candidatos que encarnan distintos mensajes por su biografía, estilo o cualquier otra circunstancia, las primarias entonces son un método ilusionante, movilizador y dinamizador de la política.

Sin embargo, también pueden ser tomadas de manera instrumental, por ejemplo cuando son el resultado de contraponer una suma negativa contra un determinado proyecto político.

Los socialistas andaluces no han perdido el Gobierno ni una sola vez desde que se celebraron las primeras elecciones. Es una organización fuerte e importante dentro del PSOE, ha demostrado cómo defenderse del adversario principal –la derecha política–, de los populismos emergentes –como Podemos– y han mostrado un modelo de Estado abierto, plural, pero sin fisuras en lo que respecta a la unidad.

Nunca la Sra. Susana Díaz ha declarado su intención de presentar su candidatura a la Secretaría General del PSOE, sin embargo, ya es la segunda ocasión en la que algunos estrategas diseñan operaciones para obstaculizar ese posible camino. Todo un ataque preventivo en términos bélicos de los halcones de George Bush.

A muchos no nos gusta pensar que el futuro del Partido Socialista pueda estar en manos de quien ya lo tuvo y fracasó, o de quien gobernó y fue claramente censurado por su electorado. Tampoco nos gusta pensar que podrían seguir en las bambalinas del poder los profesionales que sobrevivieron al «tamayazo» de Madrid y a todas las direcciones posteriores, eso sí, siempre en la penumbra de un escaño poco visible y con una llave grifa en mano.

Aun así, y teniendo muy claro lo que no queremos, somos mayoría los socialistas que nunca moveríamos nuestro voto para impedir que alguien llegue, sólo lo usamos para que lo consiga y construya el futuro. Las palabras de algunos de nosotros tienen el aval de treinta años de militancia política.