Julián Redondo

«Calzaslargas»

La Razón
La RazónLa Razón

En los tres últimos partidos, el Barça ha marcado 14 goles. Comparación odiosa: el Real Madrid ha encajado una decena. El trío Messi, Neymar y Suárez funciona como un reloj, con precisión, y, además, belleza. Son el arrebato final de un equipo que funciona como una filarmónica. Se buscan entre ellos cuando enfrente aparece el objetivo: la portería. Sin egoísmos. Messi cede a Neymar el penalti. Neymar se deja el resuello para que Messi marque y Suárez es el otro colaborador necesario y letal. Forman una sociedad envidiable y temible. No hay otra igual.

O fue casualidad, como el escupitajo de Benzema mientras sonaba la Marsellesa, o fue una pose cuando Cristiano abrazaba a Bale mientras buscaba con la mirada el objetivo cómplice. El portugués siempre sabe dónde está la cámara y que en el momento en que le pasan la pelota, sea cual sea su posición o la del compañero, tiene que disparar. Es un hábito, una mala costumbre. Y claro, como a Bale le han dicho que es el sucesor, si no juega en la banda izquierda, su sitio, imita a Cristiano hasta la desesperación. Sólo Benzema elude el cerco porque es el menos egoísta, aunque tiene la peor cabeza. El Madrid necesita que este trío forme sociedad si quiere alcanzar al Barça, inabordable tal y como funcionan ambos grupos. Ni las «calzaslargas» del estrafalario y friolero Neymar distraen a sus compañeros del propósito: vencer. Y se divierten.

En el Atlético no hay un jugador del corte de ese remedo de Pipi «Calzaslargas» que es Neymar, ni de otros azulgrana. Pero sabe lo que hace incluso sin dique (Gabi-Tiago). Y, además, gana.