César Vidal

Lo «sosiá»

La Razón
La RazónLa Razón

Me lo contaba años atrás José Luis Balbín. A un programa de «La clave», dedicado a los sindicatos, acudió José Solís, ministro de Franco. Tanto el representante de CC OO como el de UGT lo acogieron con reticencias, pero, al acabar, salieron del bracete mientras Solís les espetaba: «Yo he llega’o a donde podío ahora os toca a vozotro...». Por extraño que resulte, Solís estaba enunciando una verdad como un templo: si hay algo que se parezca a los sindicatos verticales del régimen franquista es CC OO y UGT, y si hay un sector que haya repetido más hasta la saciedad la cantinela de lo «sosiá» –que tanto pregonaba el sector más azul de la dictadura– es la izquierda. Es verdad que si se trepa en la genealogía de los mandamases del PSOE –e incluso del PCE– no cuesta gran cosa encontrarse con gente salida de Falange. No es menos cierto que en personas que abandonaron ese lugar del arco político para llevar a cabo la Transición, el énfasis es el mismo. Sin embargo, que una derecha y una izquierda que pretenden ser modernas discurran por semejantes andurriales da verdadera grima. Es así porque, desde hace décadas, lo «sosiá» ha degenerado en generosas partidas del presupuesto encaminadas a granjearse la voluntad electoral de los ciudadanos. Se supone que lo verdaderamente social sería que la gente disfrutara con tranquilidad del fruto de su trabajo, que pudiera dejar a sus hijos lo ahorrado durante años de esfuerzo, que se erigiera en modelos de la sociedad a los que con su talento y su laboriosidad han salido adelante. Pues no. Lo «sosiá» es arruinar al sector más productivo y creativo de la sociedad –una minoría, si se atiende a las estadísticas, muy inferior a la suma de funcionarios, dependientes y pensionistas– a la espera de ir tirando hasta las próximas elecciones. Esas acciones ya de por sí no pueden ser más antisociales, pero lo más lamentable es que consagran una visión traducida en ansiar casi con desesperación el vivir de lo «sosiá» que para eso lo prometen los políticos. Es triste decirlo, pero llegará un momento en que la carreta no podrá dar más de sí por la carga insoportable de la deuda, del déficit y de mil y un dispendios más. Cuando suceda, llorar no servirá de nada. Simplemente, «lo sosiá» habrá matado a los bueyes que tiraban –que nadie se ofenda por el símil– porque mucho antes convirtió en «susía» a buena parte de la sociedad.