Ciencia

¿Merece la pena?

La Razón
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No es alto, ni guapo, ni rico. No canta, ni baila, ni interpreta. No es la estrella de ningún «talk show», ni rige los destino de ninguna nación..., pero también está en peligro por su méritos públicos. Las obsesiones pueden enfocar casi a cualquier parte y, en este caso, la mira telescópica de una mujer de 36 años apuntaba al científico británico Stephen Hawking. Los más de cien mensajes amenazantes detectados por la hija de Hawking, quien alertó de inmediato a las autoridades, sirvieron para que la mujer, sin antecedentes penales, acabara arrestada. Al ser detenida, aseguró «amar» al científico y ser incapaz de perjudicarlo, pese a haberlo perseguido por el mundo entero y no haberle dedicado, precisamente, palabras bonitas. Según Europa Press, podría tener problemas psiquiátricos. Y parece lógico, porque, de no ser así, ¿qué motivo podría haber para que alguien quisiera dañar a un hombre tan brillante, que no ha dado más que luz a este mundo nuestro, a través de sus investigaciones? Son tantas las obsesiones derivadas de problemas mentales, puntuales o continuos, que resulta extraño que no haya que lamentar más pérdidas irreparables, como lo hubiera sido la de Hawking de cumplirse los propósitos de la mujer enferma. Lo cierto es que estar bajo los focos provoca filias y fobias y no hay personalidad mediática que no sea odiada y amada, casi siempre a partes iguales. Muchas de ellas necesitan llevar guardaespaldas y gracias a ellos sobreviven; pero de cuando en cuando, pese a todo, alguna cae (cayó Kennedy, cayó John Lennon...) y es entonces cuando tantas otras, contentas de sus éxitos, pero temerosas de sus fanáticos seguidores, se lo replantean todo y se preguntan: «¿Merece la pena vivir así?