La amenaza yihadista

Prevención y eficacia policial contra el yihadismo

La Razón
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a detención ayer en Madrid de tres yihadistas, uno de ellos muy radicalizado, y, por los datos de que dispone la investigación, preparados para pasar a la acción, deja claro un hecho: si los terroristas no atacan es porque lo impiden las fuerzas de seguridad. Es decir, en estos momentos, el trabajo de los servicios antiterroristas es fundamental y de ellos depende que no se cometan más atentados. El terrorismo islamista no reivindica nada; sólo busca demostrar que está dispuesto a matar y a morir hasta imponer su modo de vida. La detención de estos tres yihadistas de nacionalidad marroquí se inscribe en las operaciones de prevención, que son la clave para neutralizar a células que preparan atentados y que pueden fructificar gracias a la información de la que se dispone, una tarea lenta, precisa y de altísima profesionalidad. En nuestro caso, podemos decir que contamos con unas fuerzas de seguridad muy preparadas y eficaces después de años de lucha antiterrorista y de colaboración con otras policías y servicios de información internacionales. La nacionalidad de los tres detenidos obliga a poner el foco en el hecho de que Marruecos se ha convertido en uno de los países del que han partido más voluntarios para combatir con el Estado Islámico. En Barcelona –además de otras poblaciones de Cataluña– y en Madrid es donde se han detectado los núcleos más activos de la yihad en España, aunque es Ceuta el punto más caliente, como demuestra el hecho de que, con sólo 85.000 habitantes, sea la ciudad donde más detenidos se han producido. Su cercanía a Tetuán es un factor desestabilizador, como indica un estudio del Real Instituto Elcano, que dice que de esta ciudad marroquí partió el 40% de los cerca de 2.000 combatientes que, a principios de 2016, se calculaba que se habían ido a Siria por esa frontera. Los servicios de inteligencia ya habían advertido sobre el hecho de que las derrotas del Daesh en Siria e Irak supondría la vuelta de muchos combatientes dispuestos a atentar en occidente y que se elegirían las capitales europeas como teatro de operaciones de su guerra santa. Así está siendo, una confirmación aún más alarmante dado los métodos empleados para los ataques, mucho menos sofisticados, pero igualmente eficaces y, sobre todo, con un impacto psicológico importante, como son los atropellos o los atentados en conciertos –máxime si el público es juvenil e infantil– y otras congregaciones de masas. No sólo se tratan de atentados indiscriminados, sino que pueden realizarse en cualquier lugar y con escasos medios. Las detenciones de ayer arrojará pistas sobre cómo funciona el proceso de radicalización –entre el material incautado estaba el «Manual para el terrorista suicida» y el «Manual para la Yihad Electrónica»–, pero también nos muestra como cualquier acontecimiento y lugar puede ser objetivo terrorista. Las fuerzas de seguridad tienen planteado un enorme reto de seguridad con la celebración e Madrid del World Pride 2017, que convocará en la capital, según se estima, dos millones de personas durante dos semanas. Hay que decir que no existen medidas de seguridad suficientes, ni eficaces, para impedir un ataque ante acontecimientos sociales que se basan justamente en la libertad. La prevención, la colaboración y la eficacia policial son las únicas herramientas. En los pasados atentados de Manchester y Londres se admitieron errores por no haber neutralizado a islamistas radicalizados, lo que indica que la lucha contra el yihadismo depende de unas fuerzas de seguridad bien preparadas y eficaces.