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Tecnodoping: El dopaje invisible

Ya no hay que recurrir a la química para mejorar el rendimiento: bicicletas ultraligeras hechas de bambú, sensores de movimiento para mejorar el lanzamiento de faltas... ¿Debe el deporte de élite renunciar a la tecnología?

Tecnodoping: El dopaje invisible
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Ya no hay que recurrir a la química para mejorar el rendimiento: bicicletas ultraligeras hechas de bambú, sensores de movimiento para mejorar el lanzamiento de faltas... ¿Debe el deporte de élite renunciar a la tecnología?

Alrededor de 50 millones de personas practican «running» en Europa. Es decir, 50 millones de personas están dispuestas, al menos una vez por semana, a calzarse las zapatillas y salir a la calle a correr. Y, no solo eso, están dispuestas a gastarse, entre todas, 10.000 millones de euros en ropa, calzado, tecnología deportiva, alimentación para hacer ejercicio o suscripciones a gimnasios.

En España, a pesar de que correr se ha convertido también en la nueva fiebre para millones de ciudadanos, el deporte más practicado sigue siendo el ciclismo. Un 38,7 por ciento de la población dice haberse subido a una bicicleta en el último año, frente al 30 por ciento que declara haber corrido en algún momento. Senderismo, gimnasia, fútbol y natación son otros deportes que acaparan la atención de nuestros compatriotas. Uno de cada cinco españoles asegura practicarlos regularmente.

A la luz de los datos, parece obvio que el deporte hace mucho que ha dejado ser una práctica de élites. Dos de cada cinco europeos se declara asimismo deportista. ¿A qué se debe esta pasión por mover el cuerpo? Evidentemente, la necesidad de mantenerse en forma, de cuidar el aspecto físico y de ganar en salud ha calado entre las prioridades del ciudadano del mundo rico contemporáneo. Pero hay otro factor que quizás pase más inadvertido: nunca antes en la historia de la humanidad había sido tan fácil hacer deporte. La ciencia y la tecnología han puesto al alcance de todos un arsenal de herramientas, equitaciones, aparatos y suplementos nutricionales cada vez más sofisticado, eficaz y tentador.

Basta con salir a cualquier parque de nuestro país para observar cómo hasta el corredor más amateur porta vestimentas, calzados y equipos tecnológicos que hace apenas unas décadas estaban reservados a los deportistas de alta competición. Tejidos inteligentes, zapatillas ergonómicas, relojes de monitorización de la actividad, aplicaciones de autoentrenamiento... El nuevo «doping» no es químico; lo que hoy nos permite optar a mejorar nuestras marcas deportivas, por modestas que estas sean, es la tecnología.

El avance popular del ejercicio es tan grande que ya hay quien dice que el deporte profesional tendrá que dar, tarde o temprano, el salto definitivo hacia un escenario en el que todavía casi nadie quiere pensar: la liberalización de las técnicas y tecnologías de mejora física artificial. En otras palabras, la liberalización del «tecnodoping». El deporte de élite puede que esté llegando a sus límites de desarrollo. Superar marcas se hace cada vez más difícil. Las diferencias de segundos se vuelven milisegundos, los centímetros se tornan milímetros. La superación personal se antoja imposible sin ayuda de la tecnología. Recientemente, el profesor de bioquímica de la Universidad de Essex, Chris Coper, autor del libro «Correr, nadar, lanzar, mentir», puso el dedo en la llaga: «Sólo pillamos haciendo trampas a los atletas estúpidos. Si eres listo es imposible que te cojan. ¿Por qué gastar entonces tanto dinero y esfuerzo en perseguir el dopaje?».

Utilizar productos químicos para mejorar nuestro rendimiento es algo que hacemos más a menudo de lo que creemos. Tomamos café para espabilarnos, antiinflamatorios para mejorar el estado de nuestras articulaciones o analgésicos para evitar las agujetas. Pero hay otra forma sutil de ayuda artificial que invade la práctica deportiva cada vez más. La tecnología. Nuevos materiales a base de bambú, aluminio o carbono, tejidos aerodinámicos y diseños de calzado con tanta ciencia detrás como un cohete de la NASA. ¿Qué efecto tienen sobre los récords? ¿Están pervirtiendo la competición?

Un estudio de la Universidad Sheffield Hallman del Reino Unido ha tratado de medirlo. Tras analizar la evolución de las marcas olímpicas en los últimos 100 años, ha descubierto que las mejoras tecnológicas en la equipación y el material deportivo han mejorado en un 4 por ciento las marcas en 100 metros lisos y hasta un 30 por ciento las de lanzamiento de jabalina y salto de pértiga. De hecho, desde la llegada de las primeras pértigas de fibra de vidrio en los años sesenta, el récord mundial de la especialidad se batió 19 veces en solo una década.

Un equipo de ingenieros alemanes está trabajando muy seriamente en la fabricación de bicicletas compuestas íntegramente de bambú. El material natural puede desterrar pronto a la fibra de carbono. Estudios en laboratorio con rayos X demuestran que el bambú es tan resistente como la fibra, pero su ligereza es mucho mayor. A lomos de una bicicleta como esta, los ciclistas podrán superar sus marcas actuales hasta porcentajes que aún no se han podido calibrar.

En la Universidad de Eindhoven, Josje Van Houwelingen, físico, investiga el movimiento de los nadadores dentro del agua. Utiliza pequeñas burbujas de colorante en la piscina para estudiar cómo les afecta el paso del deportista en plena carrera. El movimiento de las burbujas da pistas sobre las turbulencias que genera cada brazada y cada patada. La intención de este investigador es enseñar al nadador a cambiar de posición en el agua para provocar vórtices de presión bajo su cuerpo que le impulsen, tal como hacen los insectos con las alas para volar. ¿Un nadador que use estas enseñanzas, se está dopando? ¿Hay que dejar de contratar médicos en los equipos deportivos para introducir a físicos y matemáticos?.

La verdadera carrera del «dopaje» invisible no ha hecho más que empezar. La Escuela Politécnica de Lausana ha diseñado un sistema de sensores musculares que monitoriza el movimiento de cada músculo de un jugador de fútbol o de tenis en competición. Un potente programa informático recoge la información y detecta dónde el está pisando mal el atleta, qué tipo de giro es incorrecto, cómo puede mejorar la dirección de un lanzamiento... Casi en tiempo real. En principio el programa tiene fines preventivos: se usa en los entrenamientos para educar al deportista a evitar lesiones. Pero no se antoja muy difícil pensar en un posible uso de esta tecnología en pleno partido, para indicar al jugador cómo debe golpear la pelota.

El abanico de posibilidades es enorme: técnicas quirúrgicas avanzadas para no sólo reponer lesiones, sino mejorar el rendimiento del hueso o el músculo dañado; prótesis perfectas aplicadas bajo la piel; escenarios de realidad virtual que aumentan exponencialmente la motivación de los atletas...

El dopaje invisible va a ser inevitable. Primero llegará al deporte de élite y, más temprano que tarde, se extenderá entre todos los atletas amateurs, entre los millones de personas que hoy salen a correr con las mismas zapatillas que un campeón olímpico.

Deporte impreso en 3D

La tecnología brindada por las impresoras en 3D ha cambiado también la industria del material deportivo de alto nivel: ahora se buscan diseños con soluciones específicas y sobre todo rápidas para atletas y equipos. Es el caso del equipo McLaren de Fórmula 1, que ya viaja con uno de estos dispositivos para poder fabricar piezas más ligeras en un periodo mínimo de tiempo. También fue el caso de Thomas Davis, jugador de los Broncos de Denver, que en apenas ocho horas tenía lista una prótesis para reforzar su brazo, pudiendo así disputa la Superbowl.

Drogas en el límite

1- Telmisartán. Este fármaco impide que baje la presión arterial y mejora el flujo sanguíneo. Según informa BBC, aunque no es una de las sustancias prohibidas por la Agencia Mundial del Dopaje (AMA), se le iba a hacer un seguimiento.

2- Bupropión. Se trata de un antidepresivo que se prescribe también contra el trastorno afectivo temporal (o SAD). Debido a sus efectos estimulantes, es también uno de los medicamentos que está actualmente vigilado por la AMA.

3- Mitraginina. Tampoco está en la lista de sustancias prohibidas. Según el Consorcio Internacional de Políticas sobre Drogas (IDPC), este narcótico se usa para mejorar la tolerancia a los entrenamientos duros.

4- Tramadol. Este analgésico actúa sobre el sistema nervioso central. ¿Sus efectos? Provoca que el dolor sea más aguantable durante la práctica de deporte de alto rendimiento. Con todo, puede provocar pérdida de concentración.

5- Tramadol. Este analgésico actúa sobre el sistema nervioso central. ¿Sus efectos? Provoca que el dolor sea más aguantable durante la práctica de deporte de alto rendimiento. Con todo, puede provocar pérdida de concentración.