Toros

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«La afición no se mide en “likes” sino en olés»

Ricardo López y Jaime Bravo son los creadores de la red social para aficionados taurinos Facebull

Ricardo López y Jaime Bravo
Ricardo López y Jaime Bravolarazon

Ricardo López y Jaime Bravo son los creadores de la red social para aficionados taurinos Facebull

Con aire de «hipsters» y tatuajes, estos dos extremeños, de pueblo y de campo, alejados orgullosamente de lo «urbanita» luchan contra los clichés y estereotipos, pero sobre todo con la censura que impera en las redes. «Hay un doble rasero. Mientras nos bombardean hasta insensibilizarnos con imágenes de guerras, linchamientos e imágenes de todo tipo, nos censuran nuestra afición por ser contenido violento», afirma Ricardo. «En el fondo es algo triste que todavía se tengan que crear espacios como Facebull para vivir libremente una pasión» añade Jaime. Estos dos jóvenes de 28 años, dedicados al mundo audiovisual y el diseño web son los responsables de esta nueva red social, con la que pretenden construir «una comunidad digital en la que tengan cabida todos los aspectos de la tauromaquia».

Por lo tanto esta alternativa es una huida hacia adelante, una respuesta, una muestra de rebeldía y nunca una rendición. El hecho de que se estén creando medios y programas especializados y los toros aparezcan cada vez menos en los medios generalistas, ¿Es una muestra de que la tauromaquia está condenada al aislamiento o la independencia? «No, pero la tauromaquia ha estado muy mal vendida y prueba de ello es que en la plazas no encuentre a gente de mi edad», afirma contundente Jaime.

Ricardo también encuentra autocrítica en los procedimientos que se han aplicado a la hora de defender la tauromaquia: «Si los antitaurinos hubiesen defendido bien sus argumentos nos habrían ganado hace tiempo. Nos hemos concentrado exclusivamente en aportar justificaciones, en ocasiones tópicos, para proteger el último escalón, el festejo. Así nos hemos olvidado de dónde está el verdadero significado, en el campo, en el animal, en su valor ecológico y su diversidad. Defender al toro es la mejor forma de preocuparse por el futuro de la fiesta”.

Aunque si hay una etiqueta que define la tauromaquia es la de la verdad, Jaime y Ricardo están convencidos de que son muchas otras por las que hoy se la reconoce. «Los contenidos que los taurinos subimos a las redes y en definitiva el “postureo” no han hecho otra cosa que reafirmar el cliché elitista del aficionado con patillas, americana y puro. Un estereotipo con el que la juventud no se identifica y que va a ser difícil de abandonar».

En un mundo de seguidores, estos dos extremeños denuncian ser víctimas de una persecución: «En Facebull ya estamos sufriendo los primeros ataques antitaurinos, y nuestra respuesta es expulsarlos. Esta red no es el espacio para tratar el debate animalista. Además, estamos teniendo serios problemas para superar los filtros de admisión de Apple para instalar la aplicación en el IPhone».

Ambos aseguran estar contentos con la respuesta que han recibido con esta iniciativa. En unas semanas ya cuentan con 2.000 usuarios y una frenética actividad. Pero no les obsesiona las cantidades ni ser “Trending topic”, ya que creen ciegamente en que «la afición no se mide en “likes” sino en olés. La de ambos es tan grande que al preguntarles por qué elegirían entre el progreso de Facebull o una mayor tolerancia en las grandes redes, se decantan por lo segundo, catalogándolo como «más relevante para el futuro de la tauromaquia».

Ellos son conscientes de ser ciudadanos de una aldea global en la que un proyecto inicialmente pensado a escala local, puede acabar teniendo usuarios de Francia, Portugal o México. Pero este fenómeno, a Ricardo, le hace alertarse ante el peligro de que cada cultura o país acabemos perdiendo nuestra propia identidad.

Dos ciudadanos, como tantos otros, hartos de que se politice su pasión y que se definen como incomprendidos con apariencia “hipster”. «Alguna vez nos han dicho que parecemos de las juventudes de Podemos» llega a revelar riéndose Jaime. Las apariencias engañan. O no.