Espacio
3I/ATLAS: prudencia en observatorios y conspiración en redes
La naturaleza del cuerpo astronómico provoca una especial observación que confirme elementos tecnológicos en el cometa
A las 7:47 a.m. (hora del este de EE. UU.) del 29 de octubre de 2025, 3I/ATLAS alcanzó su perihelio. Y, aparentemente, no ha pasado nada.
No está maniobrando hacia la Tierra y sigue la trayectoria prevista. No ha superado los 68,3 km/s... o al menos, eso es lo que aseguran de forma extraoficial.
Porque muchos intentan comprender el silencio de los gobiernos mientras la especulación se apodera de las redes sociales. Desde julio, un enigma astronómico se coló en nuestras vidas, despertando esperanza en algunos, curiosidad y ansiedad en otros. Y ese súbito interés no se debe precisamente al afán por descifrar los misterios del cosmos o entender el paso de un cometa interestelar, sino a que un estudio científico insinuó que aquel objeto —provisionalmente designado como A11pl3Z— podría no ser una simple roca errante, sino una posible tecnología alienígena programada para atacarnos en noviembre.
Su órbita retrógrada, alineada con el plano de la eclíptica a menos de cinco grados, tiene —según los autores— menos de un 1% de probabilidad si se tratara de un visitante aleatorio.
Cabe subrayar que los autores del estudio no eran ufólogos ni fanáticos, sino científicos reconocidos: el exdirector del Departamento de Astronomía de Harvard, Avi Loeb, junto con Adam Hibberd y Adam Crowl, ambos pertenecientes a la Initiative for Interstellar Studies (i4is), con sede en Londres. Ellos apuntaban al mes de noviembre porque es cuando 3I/ATLAS alcanzaría su perihelio, a poco más de 0,75 unidades astronómicas del Sol, momento en el que estaría al alcance de los principales telescopios espaciales.
Recordemos que Loeb fue quien defendió la hipótesis de que ‘Oumuamua podría haber sido una nave interestelar, una suerte de vela solar. Muchos de sus seguidores esperan ahora que 3I/ATLAS confirme aquella idea: que no todos los visitantes interestelares son simples cuerpos helados, sino tal vez artefactos de civilizaciones ya extinguidas.
Las señales que cambiarían todo
Observatorios de radio y redes de seguimiento óptico buscan desde hace meses signos de maniobra. Cualquier desviación en la trayectoria, una emisión electromagnética atípica, destellos artificiales o un exceso térmico no atribuible a la sublimación de gases podría sugerir un origen tecnológico.
Hasta el momento, ninguno de esos indicios ha sido confirmado. Sin embargo, el interés público no deja de crecer. En plataformas como X (antes Twitter) y Reddit, algunos usuarios aseguran haber detectado “flashes” en el espectro infrarrojo y, cómo no, proliferan las teorías conspirativas: se afirma que la NASA y la ESA ocultan información para evitar el pánico. Y quizá no estén del todo equivocados, pues el shutdown de la NASA parece ir más allá de lo administrativo. El propio Loeb denunció que no le proporcionan los datos ni las imágenes necesarios para analizar el supuesto “cometa”.
El silencio y el misterio
La falta de transparencia institucional y la ausencia de actualizaciones oficiales en las últimas horas solo han alimentado las sospechas de quienes creen que algo más se oculta tras este visitante cósmico. ¿Por qué las imágenes HiRISE siguen sin publicarse? ¿Por qué los telescopios militares —capaces de observarlo con mayor detalle— no han emitido ningún comunicado?
Loeb explicó en Medium que la congresista estadounidense Anna Paulina Luna estaba gestionando la publicación de las imágenes de alta resolución HiRISE, tomadas por la sonda Mars Reconnaissance Orbiter el pasado 2 de octubre de 2025. Dichas imágenes, según el astrónomo, podrían permitir determinar si 3I/ATLAS muestra una morfología o un comportamiento fuera de lo común.
El físico británico Brian Cox respondió desde su cuenta de X con un mensaje contundente:
“Solo para dejarlo claro —pese al ruido reciente en internet— el cometa 3I/ATLAS es un objeto completamente natural: compuesto de dióxido de carbono, hielo de agua y polvo cósmico. Su órbita es exactamente la esperada: rodeará el Sol y luego volverá a perderse en la galaxia. Si en algún futuro lejano pasa cerca de otro sistema solar habitado, espero que esos seres lo vean por lo que realmente es: un visitante de otra estrella, un vestigio prístino de un mundo extinguido que simplemente pasa de largo. ¿No es eso lo bastante maravilloso?”
Para Cox —y gran parte de la comunidad científica— la belleza del fenómeno radica precisamente en su naturalidad: un fragmento de otro sistema estelar que ha viajado millones de años hasta cruzarse con nosotros, ofreciéndonos una ventana al material primigenio del cosmos.
Aun así, el hermetismo de las instituciones y el silencio oficial continúan alimentando el escepticismo. ¿Qué impide la publicación de las imágenes HiRISE? ¿Por qué los telescopios militares guardan silencio?
Quizá, como sugiere Loeb, la ciencia necesite valentía para mirar más allá de lo establecido. O quizá 3I/ATLAS sea, como afirma Cox, un simple viajero interestelar, un cometa solitario que cruzará nuestro sistema y volverá a perderse entre las estrellas.
Sea cual sea la verdad, en los próximos días las imágenes y espectros de 3I/ATLAS podrían resolver el misterio… o abrir una nueva página en la historia de los objetos interestelares.