Política

Andalucía

Andalucía tenebrosa

El expresidente socialista andaluz Manuel Chaves ha sido condenado a nueve años de inhabilitación para ocupar cualquier cargo público por un delito continuado de prevaricación en el caso de los expedientes de regulación de empleo (ERE) del Gobierno autonómico, a la salida de la Audiencia de Sevilla
El expresidente socialista andaluz Manuel Chaves ha sido condenado a nueve años de inhabilitación para ocupar cualquier cargo público por un delito continuado de prevaricación en el caso de los expedientes de regulación de empleo (ERE) del Gobierno autonómico, a la salida de la Audiencia de SevillaManuel OlmedoLa Razón

Apenas nueve días después de las elecciones generales, la Audiencia de Sevilla ha venido a confirmar las tesis que Mercedes Alaya defendió contra la opinión de los muy politizados tribunales Supremo y Superior de Justicia de Andalucía: el partido que gobernó la región durante cuatro decenios malversó centenares de millones de euros que alimentaron la red clientelar en la que se apoyó para perpetuarse en el poder. Los tiempos judiciales, en efecto, influyen en la política y en esta ocasión jugaron a favor de los intereses socialistas. Muy oportuno. Porque, de haberse conocido la sentencia del «Caso ERE» durante la campaña, ¿habría veinticinco diputados andaluces en el grupo parlamentario que liderará Pedro Sánchez cuando se constituyan las Cortes? El actual Gobierno en funciones se conformó después de una moción de censura exitosa por plantearse al hilo de la condena de algunos dirigentes de tercer rango del PP por la trama Gürtel. Dos ex presidentes del PSOE han quedado ahora retratados y uno de ellos, salvo improbable casación, ingresará en prisión. Sobre esa piedra edificará la izquierda incorruptible (jajá) el «pacto progresista» que bendecirán esos nacionalistas siempre tan pulcros en el manejo del dinero público (jejé). El de ayer es sólo el primero de los casi doscientos pasos que tiene previstos dar la Justicia para depurar el más astronómico caso de corrupción de la historia. Ciento ochenta y tantas piezas separadas se amontonan

–pese al ansia archivadora de la jueza Núñez Bolaños, de profesión sus desimputaciones– en los juzgados a la espera de que esa maquinaria lenta pero segura trace un retrato tenebroso de Andalucía: el de la tierra que cada vez estaba más lejos de los estándares nacionales de riqueza porque una recua de caciques la esquilmaba a manos llenas.