Andalucía
Hágase la luz
Como individuos, adoraremos al niño en el portal; como sociedad, también al vellocino de oro
Al Black Friday lo sigue en el imaginario colectivo del homo «mercatense» el Cyber Monday, en prueba irrefutable de que el calendario comercial ha desbancado definitivamente al litúrgico. El consumismo ha suplido al cristianismo como única Fe verdadera, aunque esta temporada altísima de compras se enmarque aún entre dos grandes festividades religiosas, la Acción de Gracias de los calvinistas angloholandeses y los Reyes Magos de los católicos españoles. Apenas un guiño a la tradición. Los ayuntamientos andaluces, grandes o pequeños, han decidido así adelantar una semana el encendido de la iluminación navideña, que ahora se activa en noviembre en vez de durante el primer puente decembrino. (Es llamativa también la unanimidad de todo el arco ideológico con el acueducto que viene: ningún rupturista deja de celebrar la Constitución ni ningún laico se sustrae de venerar a la Purísima). El caso es poner cuanto antes en marcha la maquinaria del gasto, aceptado el hecho de que el único baremo fiable de la economía es el consumo. Entonces, ¿por qué se empeña la izquierda, con la paisana Chusa Montero a la cabeza, en planear sablazos fiscales? El alcalde de su ciudad natal, coetáneo de la quinta del 66 y socialista como ella, compite con el de Málaga por pasmar a la concurrencia e incitar a las compras con unas luces anonadantes. Si deslumbra la calle Larios, no le van a la zaga las plazas del centro de Sevilla, de modo que turistas y aborígenes atestan los comercios para alivio de quienes ya vislumbran (otra vez) la crisis. Como individuos, adoraremos al niño en el portal. Como sociedad, también al vellocino de oro. El dinero no da la felicidad, le dicen al avaro Manolito en una tira de Mafalda. «Ya lo sé –responde–, pero a mí lo que me admira es la maña que se da para imitarla».
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