Andalucía
PISA-DOS
El 4 de diciembre pasó entre la indiferencia institucional lógica en cuestión tan fuera de tono como el nacionalismo andaluz y sólo es deseable que el Gobierno autonómico no pretenda desquitarse, a la vuelta de las uvas, celebrando con excesos provocadores su primer 2 de enero en el poder, esa efeméride de la expulsión de los nazaríes de Granada con la que Vox amenazó sustituir el 28 de febrero, fiesta excelentemente colocada para suplir la falta de tradición de una «semana blanca». También intentó la Junta poner sordina al descalabro, otra vez, de los estudiantes andaluces en el informe PISA, que envenena cada fin de año el sueño de los consejeros de Educación. En este caso, Javier Imbroda, un antiguo técnico de alta competición a quien el deporte le enseñó que tal vez existan los milagros, pero se dan con muy poca frecuencia. «Tenemos un problema», ha admitido desde su alma de entrenador huyendo de la equiparación con Antonio Ramírez de Arellano, rector ruinoso de la Universidad Hispalense que, en su primer curso en el cargo, cuestionó la metodología globalmente aceptada del PISA. «El maestro me tiene manía», le faltó lloriquear. Y bien está el distinguirse en la faceta declarativa aunque mejor estaría hacerlo en la vía de los hechos, pero no se aprecian mejoras sustanciales en las aulas desde la alternancia en San Telmo. Un profesorado al borde la combustión espontánea por haberle sido despojado todo atisbo de autoridad educa (¿?) e instruye (¡!) a generaciones de zoquetes malcriados por unos padres que ya empiezan a pertenecer, a su vez, a generaciones amamantadas en la glorificación de la burricie y el desprecio al conocimiento. Pero el Día Internacional del Flamenco, eso sí, es obligatorio que sea celebrado en todas las escuelas con la pompa que merece. Arsa y ole.
✕
Accede a tu cuenta para comentar