«BANK HOLIDAY»

Los visitantes habituales de esta esquina del periódico (uno o ninguno) recordarán que, el viernes, señalábamos la incoherencia de esas formaciones políticas que subsumen sus principios e ideologías, tan campanudamente como los proclaman siempre, al calendario festivo. Está bien ser firme en las discusiones de las redes sociales, pero sin molestar a esa mayoría aplastante del electorado más preocupada por la oportunidad de un buen puente para rascarse la barriga a dos manos que por ninguna sutileza politológica. Los liberales (¿hay alguien ahí?) no cuestionan que el invento británico del «bank holiday», celebrar cualquier feriado el lunes más próximo para no cercenar la semana productiva, se aplique en España sólo cuando éste cae en domingo, como sucede hoy mismo, en evitación de la pérdida del mínimo segundo de holganza. Están repletas las instituciones de electos laicos, más bien de enfurecidos anticlericales, que consienten la preeminencia de los días de precepto cristiano –celebramos ayer la Purísima Concepción, dogma gracias a Pío Nono y a su interpretación más rigorista del catolicismo, pero también están los Reyes Magos, la Navidad, la Semana Santa, las fiestas patronales en cada pueblo o ciudad…– a los que ahora se suman unos fachas preconstitucionales encantados de irse a esquiar el Día de Andalucía o de abrir el piso de la playa el Primero de Mayo. También ocurre que hasta los andalucistas más irredentos se ausentan del homenaje a Blas Infante en la efeméride de su fusilamiento, perpetrado un 11 de agosto en intempestiva coincidencia con las vacaciones estivales, ay, lo que convierte el acto patriótico en un marrón. Entre el honor y el dinero, se dice que lo segundo es lo primero. Ni les cuento dónde quedan las convicciones a la vera de una paella con los colegas.