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Cuentos de tinta y acrílico

El editor Pedro Tabernero presenta los dos últimos números de su colección de relatos

Portada de "Temores, sospechas y suspicacias"
Portada de "Temores, sospechas y suspicacias"larazon

Para algunos, el arte y la química son inteligencias alejadas entre ellas que incluso llegan a rozar el antagonismo. Para otros, son alternativas con un único fin en común: entender, un poco más, la realidad en su conjunto. ¿Qué las une? La metodología de la «prueba y el error», según Pedro Tabernero (Sevilla,1951).

El químico por profesión y editor y director gráfico por vocación aúna en su última colección diferentes métodos de contar historias mezclando unas técnicas con otras, casi de la misma forma que se combinan elementos químicos en un experimento científico.

En esta ocasión, Tabernero presenta mañana los dos últimos números de «Relatos del Desertor del Presidio», una colección del Grupo Pandora en la que se suman a la lista dos historias con narraciones diferentes pero con una misma intención «versátil»: «Saltar de un campo a otro entre la narrativa y la poesía».

Se incorporan a la colección, por un lado, «Los Muchos», un relato del experto en Luis Cernuda Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963), sobre el que, a través de un icónico retrato de la ciudad de La Habana, el autor parte de una experiencia real, producto de la integración y convivencia en el país cubano junto al editor del libro, al alojarse en un piso compartido. Por otra parte, «Temores, sospechas y suspicacias», obra de Manuel Lozano Leyva (Sevilla, 1949), físico atómico y nuclear, desata la personalidad literaria del científico dejando rastro de su oficio describiendo la figura del químico ruso Dimitri Mendeléyev en el 150 aniversario de la formulación de la tabla periódica de los elementos.

Portada de "Los Muchos"
Portada de "Los Muchos"larazon

La comunicación entre imágenes y texto conforme se van disponiendo las páginas envuelve al lector en una lectura integradora y complementaria de ambos elementos. Pero esto no surge de manera fortuita, lo destacable de todos los números de la colección es que tienen en común, no sólo la disposición del diseño, sino el empleo de técnicas únicas. «En determinados momentos de la narración, la lectura se detiene para dar paso a la narración gráfica. Me parece enriquecedora en el sentido de que aporta una visualización distinta», explica Tabernerno. En «Los Muchos» y «Temores, sospechas y suspicacias» se da rienda suelta a la implementación natural de los elementos discursivos, dotando a la imagen de una relevancia narrativa rara vez antes concedida. Por ejemplo, en una de las partes principales de la obra de Rivero Taravillo «Los Muchos», el protagonista hace referencia a un sueño, el cual se puede ver escenificado con las imágenes al óleo del artista italiano Vito Pollio (Italia, 1967). Hay momentos determinados del libro en el que las imágenes ganan más peso del habitual ocupando páginas y páginas, alterando el ritmo de la lectura con el fin último de dotar de «presencia» a los elementos gráficos.

Situaciones, personajes y momentos están basados en un guion técnico donde la comunicación entre el escritor y el pintor parece palparse. Es ese sexto sentido ausente hasta encontrarse frente a obras bajo la edición de Tabernero, es esa magia del «prueba-error» y de la facilidad para hacer mezclas «lógicas», lo que devuelve «la química» de los textos a la literatura.

Tras cincuenta y dos años de edición, Tabernero lleva apostando desde hace seis años por esta colección bienal de relatos ofreciendo a los lectores «un producto distinto». Además de por la novedosa narrativa, el editor pone en valor la figura del cuento como género, debido a que el relato corto «ofrece una unión más agradable de la parte gráfica y la literaria» –a pesar de su, a veces, discriminada posición frente a otros géneros–.

Pero no solo las técnicas narrativas garantizan en la lectura de «Los Muchos» y «Temores, sospechas y suspicacias» una experiencia singular, los productos del editor que conviven con las tramas tampoco son «usuales». Hablamos de las técnicas pictóricas. Para los amantes del olor a libro, una mala noticia: las páginas de estos relatos huelen a acrílico. Como afirma el editor, «a mi me gusta que los libros compitan a la vez con los sentidos, donde todavía no llega internet», algo muy presente en esta colección.

Oler el relato, tocarlo, visualizarlo… la resolución de las pinceladas de cada artista son muestra de la exhaustiva dirección gráfica de Tabernero. Este lleva conociendo la producción artística de Michel Moro (Cuba, 1979) y Vito Pollio desde hace años por lo que fueron elegidos como los indicados para dar vida a las historias de Lozano Leyva y Rivero Taravillo, respectivamente. La interpretación de las historias por parte de los creadores no dejaron de lado sus registros personales, algo valorado positivamente por Tabernero. La trayectoria de Michel Moro, por un lado, se ha basado siempre en el dibujo en línea de humor, mientras que Vito Pollio se ha dedicado a retratos y temas relacionados con el mundo del jazz, a lo que hace alusión en diversas ocasiones a lo largo del libro.

Para Tabernero, «unir literatura fantástica e ilustración es un viejo experimento que establece un diálogo de significado porque ¿quién no ve los grabados de Doré cuando piensa en Don Quijote?».