Coronavirus
El juego de las mesas
Jaime Castilla desgrana la semana política en su “Menú del día”
Lunes. Levantarse de una mesa antes de tiempo por un enfado o un desaire suele quedar feo y deja al resto de asistentes algo perplejos. Es cierto que a veces la situación llega a un tope en el que no hay más remedio que levantarse. La cuestión cambia si estás obligado a sentarte en esa mesa. Por ejemplo en una boda familiar en la que te sientan con los niños pequeños y sus cuidadoras porque estás entre la adolescencia y la juventud, como me pasó en la boda de una, desde entonces, escasamente apreciada prima. O por trabajo, como aquella entrevista que tuve con un tipo que me tuvo una hora preguntándome hasta cuántos cigarrillos fumaba al día para al final decirme que el trabajo no era remunerado. Claro que en ninguno de estos ejemplos yo era un cargo público votado por los ciudadanos para trabajar. Que Vox no es el mejor partido para presidir una comisión que busca la unidad y el acuerdo es algo bastante fácil de ver. Para empezar porque eso iba a provocar directamente la levantá de Adelante Andalucía ya que estos dos partidos funcionan como espejos del Callejón del Gato cuando se miran. Que también se levante el PS-A a estas alturas tampoco es una sorpresa, lo que sorprende son sus motivos: las críticas de falta de diálogo, de pluralidad y de no contar con la oposición cuando durante los casi cuarenta años de gobiernos socialistas en la comunidad ha sido poco escuchada o directamente ignorada entre risas. Vox tiene el derecho a presidir cualquier comisión, se lo dan los votos de varios cientos de miles de andaluces. Ningún otro partido tiene derecho a negárselo. Lo que rechina en el fondo de este ánfora es que al final estas decisiones, de unos y otros, no parecen guiadas por una voluntad real de llegar a acuerdos que sirvan de ayuda en una situación como esta sino de marcar línea de partido, pase lo que pase. La comisión nacional la preside el PS y el vicepresidente es del Partido Comunista, ese es el ejemplo. Pero de la comisión tampoco hay que preocuparse demasiado, como recordaba hace poco un gran periodista andaluz, estas comisiones parlamentarias por lo general sirven para enterrar y retrasar las soluciones del tema que se va a tratar.
Martes. El juego de las mesas de reconstrucción ha hecho que los independentistas catalanes vuelvan a sacarme una sonrisa. Y no por el personaje paródico y ridículo en el que se ha convertido Carles Puigdemont, que siempre fue un político muy cómico, sino porque su partido le proponga como compareciente en la comisión de reconstrucción del Congreso de los Diputados. Uno sólo puede sonreír ante el triste intento de su partido que le pone el primero de la lista para ver si alguien habla de él y consigue revivir un poco el tema. Y aquí estoy yo para recoger el guante. Creo que lo hago un poco por morriña de esos buenos tiempos tan cercanos en los que sólo había espacio para hablar de Cataluña y el feminismo. Y viendo este disparate me paro a pensar en si alguna marca de juguetes diseña en estos momentos el juego “Mesa de Reconstrucción Nacional”. Imagino los eslóganes: “Nombra a tu propio presidente”, “Veta al partido que tú quieras”, “¡Propón tu alocada lista de comparecientes y ríete con toda la familia!”. Pero tampoco es solo por eso. Lo que no es ninguna broma es que Podemos haya votado a favor de su comparecencia. Por mucho que la busque no encuentro una justificación para que un partido que gobierna España, y que aspira a hacerlo en solitario, apoye que venga a hablar al Parlamento una persona que no lo respeta, que no reconoce su autoridad y que encima está fugado de nuestra justicia. Y ni siquiera en este caso hay afinidad ideológica.
Miércoles. Me he guardado el cese del coronel Pérez de los Cobos para hoy porque quería escuchar las explicaciones de Marlaska en el Parlamento. Sabía que en la rueda de prensa de ayer no iba a decir nada; en este asunto este Gobierno se acerca a la perfección. Pero hoy en el Congreso no ha sido muy diferente, eso sí con un matiz preocupante. En Moncloa son muy conscientes de que gobernar a base de escándalos semanales funciona porque la gravedad creciente de los mismos hace que se olvide el anterior. Y viene de antes de la pandemia con la ya olvidada reunión de Ábalos y Delcy que nunca ha llegado a explicarse. Además han descubierto una fórmula que se complementa y que ha puesto en práctica hoy Marlaska en la Cámara Baja. La magnitud del escándalo conduce a que la oposición se lleve las manos a la cabeza, consecuentemente sus críticas suben de tono. En el siguiente paso el ministro desconfiado no responde a las preguntas y acusa de incitar al odio a sus oponentes. Y para terminar, cierre de filas del bando propio y afectado aplauso en pie de sus compañeros. Reseteado y a esperar el siguiente escándalo. Con el añadido este miércoles del uso de Marlaska de ese maravilloso oxímoron de la política en el que un ministro se califica de “independiente” por no militar en el partido. El perjuicio es general, para nuestro sistema y para nuestros ciudadanos. Vivir en la estrategia del exabrupto, de la conmoción progresiva para tapar la anterior, de la amenaza constante de caos, no creo que haga falta ser de un lado ni de otro para darse cuenta de que nos lleva por sendas muy peligrosas. De las explicaciones falaces del ministro no hace falta decir nada más que resulta triste ver cómo este gobierno es capaz de envilecer a un hombre que hasta ahora parecía honrado.
Jueves. Estoy en una sala de espera en la que llevo un buen rato y en la que me queda más de una hora todavía para ser atendido, aunque esto último no lo sé aún. Tengo delante a una chica de unos cuarenta y algo años con el tobillo vendado. Tiene los brazos al aire y muchos tatuajes de muchas formas en ellos. Me fijo en que en el asiento de al lado tiene su bolso y encima un libro. Me fijo en el título y en el autor y deduzco que es un libro de autoayuda de estos con frases simples y vacías como “si crees en tus sueños, se harán realidad” y cosas así. Tan pueril es vivir de sueños como de silogismos, decía Umbral. Como todavía no me llega mi turno, me meto en internet a buscar al que lo ha escrito. Acierto, es uno de esos gurús que guardan todas las claves de la felicidad eterna a través de frases ingenuas y simplonas. En este caso en su perfil habla de que ahora “camina hacia la luz cada día” después de haberse “dejado de querer totalmente”. Encuentro otra frase en la que afirma “tú eres la persona más importante de tu vida” y me parece de un egoísmo primario. En una foto suya veo que también tiene tatuajes en los brazos, me llama la atención la coincidencia. Luego busco el título del libro que lee la chica que tengo delante y resulta que lleva varias decenas de ediciones y unos cuantos meses seguidos entre los más vendidos de España. Me pregunto si entre esas páginas la chica ha encontrado la fórmula de hacer frente a más de una hora de espera sentado en una silla incómoda y con el brazo en cabestrillo. Tengo que creer más en mí y así me atenderán más rápido y contagiaré mi luz al que me atienda. Uno mismo no es la persona más importante de su vida, me parece una tremenda pamplina. La persona más importante de tu vida es tu madre, tu padre, tu marido, tu mujer, tus hijos, tu abuela. No sé, hasta tu profesor de mates. No eres tú, porque precisamente esas personas son las que te ayudan a ser tú y te apoyan cuando tú no eres capaz de consolarte solo. Luego me pongo más profundo y pienso en que cómo no van a salir estas políticas de redes sociales, estos líderes de selfie, estos gobiernos de trending topic si somos todos una pandilla de ególatras inseguros y frágiles que necesitamos que venga un don nadie timador a decirnos que somos los más guapos, los más altos y los más listos. Entiendo que haya gente que necesite un empujón en algún momento pero si hay que buscarlo en un libro no veo por qué no es mejor leer a Chaves Nogales para conocer la crueldad, el heroísmo, la superación y la bondad del ser humano en momentos terribles, y además aprendiendo Historia. O descubrir el drama, la complejidad y la grandeza de las relaciones personales a través de la literatura de Carrère. O escapar de la mediocridad de la rutina con las aventuras del Conde de Montecristo o el Capitán Alatriste. O buscar felicidad y buenos momentos en la dulzura de Durrell y su mágico mundo animal de Corfú.
Viernes. Hoy quería hablar de que mañana es el día de San Fernando, el rey Fernando III de Castilla y León que reconquistó Sevilla a los moros y cuyos restos pueden admirarse en la urna que custodia la majestuosa catedral de la ciudad. Por ello es también el patrón de la capital andaluza. Quería hacer una diatriba sobre la importancia y la necesidad de tener símbolos comunes que inspiren sentimientos y actitudes positivas más allá de cuestiones políticas. Pero mis planes se han visto desbaratados porque este Gobierno acelera su política de la conmoción en frecuencia y en potencia. Y para tapar los ceses sectarios de Marlaska con más ruido y más siembra de odios y rencores llega el vicepresidente taimado y la monta del modo más chusco, irrespetuoso y trumpiano, en el sentido más estúpido de la palabra. Y no contento con una vez, en un ejemplo de infantilismo cutre e impropio de su edad y su cargo, vuelve a chinchar con una sonrisita burlona y suelta una broma final para adornarlo. Un vicepresidente de un gobierno de la Unión Europea. ¿Habrá leído el libro de la chica y se estará queriendo más? Habla de golpe de estado el que votó a favor de la comparecencia del que sí ha cometido un intento de golpe de estado. Y Vox pasa de ser el levantador en Andalucía al levantado en España. Y hace lo que quiere Iglesias, irse, para quedarse solo que es lo que pretende Podemos, la oposición está para eliminarla. Queda confirmado que esta comisión va a enterrar el tema que trata y también queda claro que el vice segundo quiere desenterrar otras cosas. Y luego llega lo más patético de toda esta unida y salvadora mesa de reconstrucción. Su presidente, Patxi López, en un ejercicio de alfombrilla de pies que supera incluso la indignidad de su silencio durante la pantomima, se autoinculpa para disimular la coleta de su jefe y luego da una clase magistral de los altos objetivos que persigue la broma que él mismo preside. Y pensar que este hombre aspiró a liderar el PSOE y ahora es el mozo de taburete del PS. No queda más que esperar a la siguiente patada a nuestra democracia y a nuestra inteligencia para tapar este último escándalo. Mañana voy a ver a San Fernando, de eso no hay duda. Felicidades a Sevilla y a todos los Fernandos, incluido Simón; que por esto sí se le puede felicitar.
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