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Consejero malquerido

El consejero Arturo Bernal y Salomón Castiel
El consejero Arturo Bernal y Salomón CastielLa RazónJunta de Andalucía

Dicen las lenguas viperinas de Arturo Bernal, consejero de Turismo, Cultura y Deporte, que sólo domina uno de los tres departamentos que apellidan su cargo porque el hombre, que de hoteles por lo visto sabe una barbaridad, ignora si la pelota de fútbol es redonda o cuadrada y duda si debe discernir entre la sobriedad noventayochista y el colorido del modernismo. Su antecesor en uno de los ramos, el añorado Javier Imbroda, fue un entrenador profesional de baloncesto que bordó la gestión deportiva, bueno estaría, sin descuidar la Educación a pesar de una legislatura perturbada por la pandemia y podrida por la Ley Celáa, así que tampoco es cosa de ponerse estupendos con la idoneidad de los perfiles porque la administración funciona, cuando lo hace, en mucha mayor medida gracias al engranaje de las piezas menores que a la identidad de quien sale en la foto.

El problema con este señor, se malicia uno, guarda más relación con la sensación creciente en Sevilla, todavía capital de la región, de que el centro del poder autonómico viró hacia la Málaga de Moreno, de Bernal y de, todavía como eminencia gris, de Bendodo. Pelusa, se llama la figura, y siento informar a mis picajosos paisanos que la cosa tiene más que ver con la pujanza de ambas provincias que con la iniquidad de los gobernantes.

Sí ha extrañado, por aparatoso, el cese que el consejero malacitano ha recetado a la hispalense Eva Díaz Pérez, hasta ahora directora del Centro Andaluz de las Letras y cuya carencia total de adscripción política la convertía en un activo importante de la administración autonómica. Como no se explica, será que tienen el compromiso de colocar a alguien y así de triste es a veces, casi siempre, la vida política. La de toda la vida y la del cambio.