A pesar del Gobierno
Animales
Un aspecto notable del pensamiento predominante es la preocupación por la muerte de los animales. No me refiero a que sea inminente la imposición del vegetarianismo sino a la noción crecientemente compartida de que matar animales si no es para comerlos es éticamente reprobable. Podemos matarlos para comerlos pero no para abrigarnos con sus pieles y mucho menos para nuestro esparcimiento o deporte. De ahí la condena de la caza y los toros.
A propósito de la polémica sobre la cacería del Rey en Botsuana, protestó una bióloga: "los elefantes como especie están amenazados y sabemos que son animales especialmente sensibles". La extinción de las especies, que se ha producido siempre, igual que siempre han aparecido otras nuevas, es considerada una calamidad que las autoridades deben evitar; y si se extinguen debido a los cazadores, entonces hay que reaccionar como si fueran criminales. Ninguna razón avala esta histeria, empezando por la obviedad de que los cazadores no acaban con las especies que cazan, sino más bien al contrario, por la cuenta que les trae. Otra cosa distinta es el daño que causan a los animales las autoridades, por ejemplo, cuando prohíben su caza. Pero la corrección política nunca piensa en que los controles y las prohibiciones sean realmente una amenaza. Esto se debe a que, en realidad, no suelen incluir a los seres humanos entre los animales especialmente sensibles, y cuya libertad hay que proteger.
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