Enfermedades
631 nuevos «fichajes» contra la malaria
Un consorcio internacional de investigadores ha logrado reunir un conjunto de compuestos «prometedores» que podrían constituir la base de nuevos fármacos contra la enfermedad
La mayoría de los medicamentos contra la malaria están diseñados para reducir los síntomas después de la infección, pero no la previenen. Ahora, un consorcio internacional de investigadores ha logrado reunir un conjunto de 631 compuestos «prometedores» que podrían constituir la base de nuevos fármacos, informa Efe.
Los científicos, liderados por Elizabeth Winzeler, de la Universidad de California (San Diego, EEUU), buscaron estas moléculas en una «librería química» de más de 500.000 compuestos.
Tras dos años de investigación, los expertos eligieron aquellos -un total de 631- capaces de eliminar el parásito del paludismo en una fase muy temprana de su ciclo de vida, cuando se arraiga por primera vez en el hígado; atacar esta «fase hepática» evita que el parásito se desarrolle, llegue a la sangre y cause malaria.
Los resultados de este «mapa químico», cuyos datos se compartirán en abierto con toda la comunidad científica, se publican en la revista Science, en un artículo que también firman investigadores españoles.
Los medicamentos actualmente en uso clínico, en su mayoría, funcionan bloqueando la replicación de los parásitos en sangre que causan la enfermedad en humanos -»Plasmodium falciparum» y/o «Plasmodium vivax», principalmente-, pero no previenen la infección o transmisión, señala en una nota la Universidad de California, que advierte de que además estos han desarrollado resistencia a la mayoría de fármacos.
De ahí la necesidad de seguir investigando. En palabras de Winzeler, la búsqueda de nuevos medicamentos contra la malaria ha sido, en muchos sentidos, parecida a la aspirina: hace que uno se sienta mejor pero no necesariamente va tras la raíz del problema.
Por eso, agrega la científica de la Universidad de California, este trabajo adopta un enfoque diferente: dirigirse al parásito de la malaria en una etapa más temprana de su ciclo de vida -fase hepática-.
Este ciclo de vida empieza cuando un mosquito infectado transmite esporozoítos -el parásito en su primeras etapas- a una persona. Algunos pueden establecer una infección en el hígado y, después de replicarse en este órgano, pasan a la sangre e infectan a los glóbulos rojos.
Es entonces cuando la persona comienza a experimentar los síntomas de la malaria: fiebre, escalofríos y dolores de cabeza en su forma más benigna, pero esta puede ocasionar incluso la muerte.
Y también es cuando el parásito puede ser absorbido por un nuevo mosquito y completar su ciclo vital para ser transmitido a otra persona.
Los científicos trabajaron con un millón de mosquitos, a los que, por seguridad y pragmatismo, infectaron con un tipo de parásito, «Plasmodium berguei», que solo puede producir malaria en ratones, no en humanos.
Los mosquitos fueron infectados en las instalaciones del Columbia University Medical Center de Nueva York y, después, enviados cada martes durante dos años a los laboratorios de Winzeler en California, donde se extraían los esporozoítos de los mosquitos para transferirlos a placas con líneas celulares hepáticas para ser examinados y probar compuestos.
Estos esporozoítos son capaces de invadir esa línea celular y desarrollarse en su interior.
Según explica a Efe Francisco Javier Gamo, director de biología en la unidad de Salud Global de GSK en Tres Cantos (Madrid) y uno de los autores del estudio, el ensayo ha consistido en usar esporozoítos de P. berguei modificados genéticamente que son capaces de expresar una proteína llamada luciferasa que produce literalmente luz bajo ciertas condiciones.
El objetivo, proceder a la lectura de las placas con un luminómetro que detecta la señal producida por la luciferasa.
«Este proceso se hizo en pocillos independientes para cada una de las 500.000 moléculas probadas y en aquellos casos en que el compuesto fue eficaz contra el parásito no se produjo luciferasa y el compuesto fue marcado como positivo».
En un análisis posterior, se examinó la toxicidad de aquellos marcados como positivos -ausencia de luz-, con el objetivo de identificar los que no dañaron los hepatocitos (células del hígado).
«Así se estableció el conjunto de 631 compuestos que podrán servir como punto de partida para empezar proyectos de descubrimiento y desarrollo de fármacos», apunta Gamo, quien agrega que el siguiente paso será optimizar las propiedades fisicoquímicas y biológicas de estas moléculas y seleccionar las mejores candidatas para, en un futuro, convertirse en antimaláricos preventivos. EFE
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