Alimentación
España erradica la cuchara
Los hábitos alimenticios han cambiado en España: la cuchara es un cubierto primitivo de un pasado garbancero. Un 33,7% de lo que comemos son alimentos crudos y en la mayoría de fácil y básica elaboración
Los hábitos alimenticios han cambiado en España: la cuchara es un cubierto primitivo de un pasado garbancero. Un 33,7% de lo que comemos son alimentos crudos y en la mayoría de fácil y básica elaboración.
Recomendaba la ONU este verano cambiar la dieta alimenticia si se quería alcanzar la meta del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de dos grados. Donald Trump recibió el mensaje y, afligido por las consecuencias que podía tener, encargó 300 hamburguesas para una recepción de deportistas en la Casa Blanca. Fue una fiesta de exaltación patriótica-proteica de marcas nacionales –Burger King, McDonald’s, Wendy’s– y un homenaje a las emisiones de dióxido de carbono, justo lo que la ONU no recomendaba.
La dieta española es mucho más contenida en esos excesos –sin necesidad de invocar que es «mediterránea», pues también hay versiones «low cost»– y, bien mirada, parece un menú infantil o de los que se sirve en cualquier comedor laboral, incluso hospitalario. Según el Informe del Consumo Alimentario en España 2018, el plato que más se come es la ensalada verde –con los ingredientes habituales que se tiene a mano–, seguido de la pizza –de la modalidad que sea–, lo que viene a confirmar que la conveniencia es el principal motivo (29,4%) por el que se elige cocinar y comer un determinado plato.
Hablamos, claro está, de la cocina doméstica; fuera de casa todo es fantasía y capricho. Para comprobar que la manera de alimentarse en España ha cambiado (el 13% dice hacerlo por salud), hay que descender hasta el quinto puesto para encontrar el primer plato de cuchara: las lentejas. Es como si hubiésemos subido de categoría a base de pechugas de pollo, macarrones, filetes de lomo, espaguetis y merluza, a la plancha o rebozada. Hasta a Pérez Galdós su coetáneo Valle-Inclán le insulta llamándole «don Benito el garbancero». Todo indica que son platos que, mientras se ingieren, permiten atender otros asuntos: ver la televisión o el móvil.
Queda lejos cuando en las casas se comía y cenaba a una hora convenida que había que cumplir disciplinadamente, con dos platos –con sopa o verdura de primero– y un postre. Tampoco había servilletas de papel. Ahora, en el 83,2% de las mesas el menú es un plato único. Sólo un 35% come un entrante y el 16,2% comparte un acompañamiento.
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