Consumo

Sanos «de boquilla»

Si todos fuésemos tan sanos como decimos, no habría tantos obesos, según los expertos. La cerveza no es la culpable; es más, es sana

Kike Taberner
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Si todos fuésemos tan sanos como decimos, no habría tantos obesos, según los expertos. La cerveza no es la culpable; es más, es sana

Por mucho «runner» en las calles, productos ecológicos, visitas a endocrinos y dietistas y gimnasios llenos en septiembre, no es oro todo lo que reluce. La sinceridad a la hora de confesar pecados gastronómicos brilla por su ausencia, pues no somos todo lo sanos que decimos. ¿Quién es el culpable? Son muchos, pero la cerveza parece que no.

La cerveza es una bebida de baja graduación, con poco contenido calórico, elaborada a partir de ingredientes naturales y que contiene vitaminas, polifenoles, fibra, minerales e hidratos de carbono. Ella, junto a otras bebidas fermentadas, están incluidas en el texto que acompaña a la definición de Dieta Mediterránea, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Teniendo esto en cuenta, la pregunta es: «¿Su consumo (moderado) podría incluirse dentro de una alimentación saludable?».

Esta es una de las cuestiones que se trataron durante el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) que se celebró en Valencia estos días y en el que se concluyó que su consumo moderado (entre 10 y 12 gramos al día para las mujeres y de 20 a 24 para los varones) podría producir efectos positivos sobre la capacidad antioxidante de las células, el colesterol, el sistema de coagulación y proteger frente a enfermedades del corazón.

En cuanto a qué es más saludable, si una copita de vino o una de cerveza, el profesor Jesús Román, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (Sedca) y portavoz del Centro de Información Cerveza y Salud, no se moja. «No se puede decir que una bebida es más sana que otra, cada consumidor elegirá según la situación y su gusto. Lo que hay que recordar es que ambas hay que ingerirlas en dosis moderadas y hacerlo acompañado de alimentos».

No obstante, advierte de la moda creciente de elaborar cervezas caseras. «Aunque parezca algo sencillo, la producción de cerveza es un proceso relativamente complejo donde hay que controlar muchos factores. Si no se elaboran adecuadamente, como cualquier alimento o bebida, puedes correr el riesgo de realizar una inadecuada manipulación de los ingredientes o un proceso incorrecto de pasteurización».

Así que la cerveza forma parte de nuestra cultura, nuestro ocio y nuestra historia. Es tan habitual ver gente con una caña en la mano que no prestamos atención a lo que la acompaña. Porque ahí radica uno de los errores de los consumidores del siglo XXI, el abandono paulatino de la dieta mediterránea y que confirma el profesor. «En general, lo primero que se deja de comer son las legumbres y el pan», y luego viene todo lo demás. Recuerda que pese a que el metabolismo está en nuestros genes y no cambia a lo largo de nuestra vida, lo que sí se puede modificar con los cambios de dieta es el substrato (los alimentos y nutrientes) que aportamos a nuestro cuerpo.

¿Uno es gordo o está gordo? «La obesidad apenas tiene condicionantes genéticos, sino que está condicionada por nuestros hábitos alimentarios y por nuestro estilo de vida. Lo más importante, por lo tanto, es la creación de hábitos alimentarios y de estilo de vida adecuados. Lo importante es ser constante y así finalmente generaremos un hábito que nos será fácil seguir».

En la parte positiva destaca que la industria alimentaria española es «una de las más desarrolladas del mundo y puede perfectamente aportar alimentos saludables adaptados a nuestras necesidades».

¿Pero ¿somos sanos de boquilla? «Los estudios y encuestas de salud así lo demuestran. Existe un gran número de personas con sobrepeso y obesidad y con enfermedades relacionadas con una mala alimentación. Si todos fuésemos tan sanos como decimos, este número se reduciría considerablemente».

Por todo ello repasa algunos de los mandamientos para llevar una vida sana y no morir en el intento. «Comer bien no tiene que ser aburrido. Si se adquiere un buen hábito saludable no hay ningún motivo para abandonarlo. Aconsejo organizarse, es decir, hacer una lista de alimentos para la semana; tener disponible alimentos básicos (fruta, verduras, legumbres, pescado, aceite...) y adaptar las raciones y las cantidades a nuestro trabajo diario, a la actividad física que realizamos y a nuestras características personales. Hay que desayunar siempre, usar aceite de oliva virgen y evitar los alimentos o bebidas con alta cantidad de azúcar o sal». La naturaleza hará el resto.

Amiga cerveza

La cerveza es una bebida fermentada de baja graduación (entre un 4-5,5 por ciento), de reducido contenido calórico y elaborada a partir de ingredientes naturales (cebada, lúpulo y un 90 por ciento de agua). Por estos componentes, contiene vitaminas, polifenoles (antioxidantes), fibra, minerales e hidratos de carbono que hacen que su consumo moderado se englobe dentro de la Dieta Mediterránea, siempre acompañada de un estilo de vida saludable y activo, y que pueda tener efectos beneficiosos para la salud. El xanthohumol, un componente de la cerveza, tiene acción antioxidante, antiinflamatoria y angiogénica. Además, la aportación calórica de la cerveza es de sólo 45 kcal por cada cien mililitros en el caso de la cerveza tradicional y 17 en la cerveza sin alcohol, así que su consumo moderado dentro de un patrón de alimentación saludable no afecta al peso ni a la composición corporal, por lo que no es culpable, por si misma, de la obesidad abdominal. Así que adiós al mito de la «barriga cervecera».