Ciencia y Tecnología

El cerebro se resiste a ser pensado

El neurocientífico Javier de Felipe resume en el Instituto de la Ingeniería de España las últimas novedades de la investigación mundial sobre este órgano

Las mariposas del alma
Las mariposas del almalarazon

Entender el cerebro humano es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la ciencia del siglo XXI. A ello dedicó una jornada el Instituto de la Ingeniería de España, el pasado 26 de noviembre, en la que se explicaron los detalles del macroproyecto europeo Human Brain Proyect.

Pero los ingenieros se quedaron con ganas de saber más, y por eso, estos días se celebró una nueva jornada, más específica, sobre las similitudes entre el cerebro e Internet, entre otros temas, como las máquinas pensantes, informa Tendencias 21.

«Concluimos que los ingenieros sabíamos muy poco de nuestro cerebro, que es el órgano que más utilizamos», explicó Enrique Gutiérrez Bueno, presidente del Comité de la Sociedad de la Información del Instituto, que presidió la mesa redonda. «Que, aunque se desconozca mucho, sabemos menos de lo que deberíamos. Que necesitábamos un acercamiento a lo que el cerebro humano es y representa».

El neurocientífico Javier de Felipe, director del Laboratorio Cajal de Circuitos Corticales UPM-CSIC, y coordinador en España del Human Brain Project, repasó algunos temas candentes relacionados con el cerebro, empezando por resaltar la similitud entre la belleza del arte y la del cerebro, y por homenajear a Santiago Ramón y Cajal, «el padre de la neurociencia moderna».

Recordó una frase de Cajal: «Sentía yo entonces vivísima curiosidad, algo novelesca, por conocer el cerebro. Equivale a averiguar el cauce material del pensamiento y la voluntad». Según De Felipe, «nosotros somos nuestro cerebro, y es crítico conocer el cerebro, porque si lo conocemos, nos conoceremos a nosotros mismos». También es importante para entender y curar enfermedades como la epilepsia y la depresión dijo, «pero para conocernos a nosotros mismos.., el enfoque es distinto».

Habló de las conexiones físicas entre organismos y máquinas, y de la posibilidad de conectar un cerebro humano a un cuerpo biónico, «sin enfermedades». Es algo muy remoto, pero en lo que se están dando ya los primeros pasos. En un experimento, se hace a un individuo mover un joystick cuando ve una imagen determinada en una pantalla, y se registra su actividad cerebral. A continuación, se le quita el joystick, con lo que el participante tiene el reflejo de mover el joystick cuando ve la imagen, pero no lo hace: sólo se activan sus neuronas, que transmiten el mismo estímulo.

Esta tecnología se podría utilizar para mover una silla de ruedas, aunque requeriría un pensamiento muy intenso en algo concreto, como un color.

El mundo real

Ya en un plano más filosófico, observó que la realidad que vemos es solo una apariencia, puesto que, sin ir más lejos, solo vemos una pequeña parte del espectro electromagnético. «Hay insectos que sí que ven los ultravioleta», recordó.

«El mundo externo no es el real, es el que interpreta nuestro cerebro». Para ejemplificarlos, mostró un par de efectos ópticos, como esta imagen de Richard Gregory en la que se puede ver un perro formado por las manchas.

De Felipe describió las distintas partes del cerebro, como la corteza y la sustancia gris, y las técnicas que están desarrollando para observar el cerebro y analizarlo.

El cerebro presenta la dificultad de ser superdenso, y es muy complicado discriminar unas pocas células, explicó. Una dificultad añadida para estudiar el cerebro es que no se pueden hacer modelos con animales, «puesto que cada especie es única».

«Todavía estamos discutiendo cuántos tipos de células hay», recordó el científico. Otro misterio es que el cerebro «genera información inconscientemente y de forma continua, que no sabemos para qué sirve». Otra característica extraordinaria del cerebro es su eficiencia, puesto que con muy poco gasto energético procesa más información que cualquier ordenador.

El problema que está sucediendo con el Human Brain Project, señaló, es la gran cantidad de investigaciones realizadas por científicos de muchas especialidades distintas, incluso dentro del propio cerebro (redes, sinapsis, etc.), y que hay «que unir» para dar resultados más completos. «Es supercomplicado, una pesadilla. Cada día recibimos 30 mensajes de colegas».

Veintrés países participan en el proyecto. De Felipe reconoció que no pensaba que la UE los seleccionara como uno de los dos «de bandera» (junto con otro sobre el grafeno), «porque es una locura». «No sabemos ni lo que sabemos, porque el conocimiento está muy fragmentado. El científico ya no puede ser individualista, hay que colaborar y compartir datos».

Sobre el alzhéimer, señaló que lo que se pretende es parar la pérdida de memoria, «puesto que no se puede recuperar la memoria perdida».

Entre las tecnologías que utilizan, destacó el sistema Espina, que analiza de forma semi-automática las diferentes estructuras presentes en imágenes digitales de tejido cerebral, como por ejemplo las sinapsis, mitocondrias, vesículas, axones, dendritas, etcétera, a partir de imágenes tridimensionales obtenidas con un microscopio electrónico.

De ese modo se puede contar el número de cada una de ellas, y estudiar la estructura de las ramas dendríticas de las neuronas, por ejemplo. «Igual que las ramas de los árboles crecen con unas determinadas restricciones, también lo hacen las de las neuronas», comparó.

Otras tecnologías permiten teñir las distintas sustancias del cerebro de un ratón «estando vivo», añadió. «Ahora sabemos que el cerebro es una estructura muy dinámica, no fija como se pensaba hace 100 años». Pese a ello, incluso entonces ya se hacían mapas muy detallados de este órgano, «con instrumentos muy rudimentarios».

Respecto al parecido entre el cerebro e internet, se fijó en los nodos cerebrales, que concentran muchas conexiones. «Hay unas zonas más conectadas que otras. ¿Por qué ocurre eso?», se pregunta De Felipe. En internet también hay nodos o núcleos «de moda», pero incluso en redes de individuos, como los escritores: «unos tienen más influencia que otros».

Por último, se refirió a las máquinas pensantes, y recordó el ejemplo de los robots ajedrecistas, como Deep Blue. «En principio se ha intentado crear robots que realicen tareas puramente intelectuales», explicó.

La visión del periodista

La charla también contó con la participación del periodista Pedro Soler, de TVE, actualmente en Informe Semanal. «Siempre he estado preocupado por las similitudes entre el sistema neuronal e internet. ¿Es internet un cerebro?», se pregunta el periodista, autor de un reportaje titulado precisamente así, y emitido el pasado sábado 17.

El reportaje, «muy denso y con componentes filosóficos», recurre al leitmotiv del Día de Internet de 2013 para hablar de la evolución del ser humano y de su pensamiento, y de la aparición del arte y la escritura, entre otros conceptos, para comparar la red de redes con el cerebro.

«Nuestro cerebro piensa, pero no siempre reflexiona como nos gustaría. A veces damos zancadas para atrás y pasitos para adelante. La máquina, por su parte, ejecuta: La neurociencia y las computadoras están aparentemente condenadas a entenderse», recalcó.

Siguiendo con los conceptos filosóficos, añadió: «A medida que avanza el progreso, el mundo real y el virtual obedecen a normas muy similares. Nosotros inventamos internet, pero internet también nos inventa a nosotros. Falta ver el proceso de adaptación del ser humano a ese ritmo vertiginoso al que nos somete el progreso».

Soler se felicitó por un lado de las posibilidades positivas que ofrece internet, como suma de inteligencias que crean un cerebro global, pero también advirtió de que esa inteligencia hay que gestionarla y conducirla hasta la construcción de una sociedad más democrática, asunto que trató también Informe Semanal hace dos años, en el reportaje La mente social.

«El derecho al olvido» en internet, la regulación de las redes sociales, en definitiva la convivencia en el ciberespacio, son otros asuntos peliagudos que deben abordarse, añadió. Además, dijo, existe el peligro de que aumente la brecha digital.

La posibilidad de conectar el cerebro a la red de forma física no parece ya tan extraña: «Las Google Glass, las manos biónicas que transmiten estímulos... son ya realidades». El problema en ese caso es la fuente de alimentación, y que el dispositivo de conexión necesite una pila.

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