Ciencias humanas
Los cuidados a una embarazada se graban en el ADN del bebé
Estas huellas invisibles se aprecian hasta 30 años después en los adultos que han percibido estas sensaciones en el seno materno, según un estudio
Desde hace tiempo se sabe que una adversidad percibida en los primeros momentos de la vida de una persona puede modificar el funcionamiento de algunos genes, y que el entorno puede regular por tanto la actividad genética. La disciplina científica que estudia estos procesos se conoce como epigenética.
Sin embargo, nunca se había comprobado si una experiencia agradable vivida en el seno materno podía tener un efecto comparable que podría constarse años después en la vida adulta de aquel bebé. Y esto es lo que ha comprobado una nueva investigación, informa Tendencias 21.
La investigación, desarrollada por un equipo de la Universidad McGill de Canadá y publicada en la revista Translational Psychiatry, ha comprobado los efectos genéticos sutiles, pero duraderos, que los cuidados recibidos por madres vulnerables durante su embarazo, a través de enfermeras que las visitaban en su domicilio, han producido en sus hijos a lo largo del tiempo. Se trata de la primera investigación sobre los efectos epigenéticos de las intervenciones psicosociales benéficas.
Todo comenzó en 1977
Los orígenes de esta investigación se remontan a 1977, cuando en una ciudad del Estado de Nueva York se dividieron en dos grupos a mujeres jóvenes procedentes de familias con pocos ingresos y embarazadas de su primer hijo.
A las mujeres del primer grupo se les ofreció una evaluación gratuita de su embarazo y el traslado gratuito al hospital para el seguimiento. A las mujeres del segundo grupo se les propuso visitas domiciliarias de enfermeras especializadas durante dos años, durante las cuales explicaban a las madres información sobre el cuidado de los niños y la planificación familiar.
Un total de 400 mujeres participaron en la investigación. Y el estudio actual se ha realizado ahora, más de 30 años después, con casi la mitad de los niños nacidos de aquellos embarazos.
Estos antiguos niños procedían del grupo de madres que habían recibido visitas de enfermeras a domicilio (99 personas) y se contó con otro grupo de 89 adultos nacidos de madres que no habían recibido esos cuidados, para comparar resultados.
Lo primero que se hizo fue preguntarles a todos, mediante un cuestionario a través de Internet, si habían padecido enfermedades mentales, depresión o toxicomanías. Las diferencias de las respuestas entre los dos grupos fueron mínimas.
Diferencias genéticas marcadas
Sin embargo, las principales diferencias, aunque sutiles, aparecieron cuando los investigadores realizaron un examen genético de los participantes.
Descubrieron un vínculo entre la intervención social que habían recibido sus madres durante dos años y la presencia de variaciones en la metilación del ADN, cambios que pueden modificar la expresión de algunos genes, según explica Kieran O’Donnell, investigador principal, en un comunicado. Esos cambios no aparecían en el grupo de control.
Este estudio ha comprobado así que una intervención ocurrida durante el embarazo y los primeros dos años de vida de una persona puede dejar huellas que persistirán durante toda su vida, lo que significa que los programas de intervención psicosocial precoz tienen efectos constatables, señalan los investigadores.
Debido a que la epigenética es una disciplina relativamente joven, es difícil para los investigadores medir con precisión el impacto de estos cambios. Sin embargo, creen que los avances en epigenética serán útiles para la medicina de precisión en niños y adolescentes.
Más información en Tendencias 21
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