Ingeniería

Mujeres sin estudios convertidas en ingenieras solares

En sólo seis meses, estas madres y abuelas aprenden lo necesario fuera de sus países y en un idioma que desconocían hasta entonces para volver a su casa y llevar luz a su hogar. Una iniciativa desarrollada por la ONG india Barefoot College y apoyada por Enel Green Power que ha permitido que más de 350.000 personas tengan luz

Mujeres sin estudios convertidas en ingenieras solares
Mujeres sin estudios convertidas en ingenieras solareslarazon

En sólo seis meses, estas madres y abuelas aprenden lo necesario fuera de sus países y en un idioma que desconocían hasta entonces para volver a su casa y llevar luz a su hogar

«Le contaré a mis nietos, que algún día tendré, cómo es viajar en un avión, ir a otros países», dice Jeni, de 37 años y de Perú. Sus hijas pequeñas le corrigen: «mamá, ¡cogiste cinco!». No es lo único que podrá contar. Gracias a la iniciativa puesta en marcha por la ONG india Barefoot College –que desde el año 2012 apoya Enel Green Power–, ella es una de las 650 mujeres que a pesar de no tener prácticamente estudios aceptó ir a otro país, India, para aprender todo lo necesario para convertirse en ingeniera solar y llevar luz (y no sólo en un sentido) a su comunidad.

El miedo inicial de todas las mujeres que salen en el documental «Bring the sun home», producido por Chiara Andrich y Giovanni Pellegrini, es evidente. Sin tener prácticamente estudios o directamente sin haber ido nunca al colegio y sin haber salido de su comunidad o de su país, cada seis meses 40 mujeres de todo el mundo (Salvador, Sudán, Perú, etcétera) llegan al Colegio Barefoot, en Tilonia, para estudiar esta tecnología renovable en un idioma que, además, desconocen: el inglés. El rostro de temor que se dibuja en su cara durante los primeros días de clase son lógicos. Si entender lo que es un regulador de carga, los voltios, un multímetro, un transformador no es para muchas personas con estudios precisamente fácil. Póngase unos segundos en su lugar. Imagínese que tiene que aprender cómo funciona un panel, qué cable tiene que poner, cómo instalarlo sin haber estudiado y encima en otro idioma. Y no sólo. La mayoría de estas mujeres, madres y abuelas, suelen desempeñar en su comunidad un papel en demasiadas ocasiones relegado a un segundo plano. Lo que resta confianza para atraverse a embarcarse en un proyecto así, que además conlleva dejar a su familia durante seis meses.

Pero ésa es precisamente la clave. «Algunas personas se preguntan por qué no llevamos a un profesor a cada país. Pero no es lo mismo. Es necesario sacar a estas mujeres de su hábitat, de su países, de sus familias. Ponerlas en una situación difícil, como quedarse en India seis meses, porque así aprenderán a mezclarse, conocer gente de otros países, acostumbrarse a sus culturas. En definitiva, aprenderán a convivir. Aunque no puedan hablar su propia lengua por lo menos están en una situación en la que pueden aprender las unas de las otras. Ésta es la característica extraordinaria del método Barefoot, que hace que cuando regresen a sus casas lo hagan como líderes de sus comunidades», precisa en el documental Bunker Roy, fundador de Barefoot College. Y es que esta ONG ofrece a las personas que son muy pobres la posibilidad de crecer y desarrollarse y demostrarse primero a ellas mismas, y después a su familia y a la comunidad que ellas pueden, que son perfectamente válidas para hacer lo que pensaban que era imposible, que una mujer sin casi formación o sin ella, que se dedica a cuidar de sus hijos, pueda valerse por sí sola.

Y ¿por qué mujeres? Porque, por la experiencia de esta ONG, «los hombres son más difíciles de educar sobre todo en las zonas rurales. Son muy perezosos y muy ambiciosos. Todos quieren un certificado –que acredite que son ingenieros solares– y cuando lo consiguen salen de la aldea hacia la ciudad en busca de un trabajo. Así que es mejor formar a las mujeres, abuelas, que tienen sus raíces en el pueblo y nunca lo van a dejar. Son la mejor opción. El único problema es cambiar la mentalidad de la gente y difundir la idea de que cualquier mujer, incluso analfabeta, puede convertirse en una ingeniera solar», precisa Roy.

Y es que la idea de esta iniciativa es que todos los pueblos del mundo que no tienen electricidad tienen derecho a la energía limpia, y por ello cada una de las mujeres a las que se le da la formación, después vuelven a su país y, tras enseñar a los vecinos lo que traen (paneles, lámparas solares, cables, transformadores...), su cometido es instalar esta tecnología en cada comunidad.

Gracias a esta iniciativa, a la labor encomiable de los profesores (mujeres y hombres también en su día sin apenas formación que sufrieron como ellas para aprender que era esto de la energía solar fotovoltaica) y sobre todo a la valentía de estas mujeres, hoy más de 350.000 personas tienen luz, además limpia, en sus hogares.

Lo que brinda más oportunidades de lo que a priori uno pueda pensar. Porque no sólo se les da a estas mujeres esta oportunidad, sino que su comunidad después mira con otros ojos el papel que han de desempeñar las mujeres. Además, se da una oportunidad a los niños de zonas rurales pobres, porque gracias a esta tecnología, pueden estudiar cuando anochece, lo que permitirá el desarrollo de estas comunidades rurales.

En definitiva, un proyecto que parecería imposible que pudiera hacerse realidad en un principio, y que ha demostrado que todos los baches en el camino si se quiere se pueden allanar para conseguir el desarrollo de los que más lo necesitan; marcando una diferencia para los más pobres en zonas remotas y de difícil acceso. Una labor de sensibilización encomiable, y un documental que todos deberíamos ver.

«Como aprendí a coser, puedo aprender lo solar también»

«Yo tampoco he estudiado mucho. Sólo me formé hasta cuarto curso. Al principio fue difícil aprender todos los nombres y el voltaje necesario. Los primeros días todo parece difícil, es una locura tratar de entender. Crees que nunca vas a aprender nada. No podía dormir por la noche pensando en ello. Al final me animé y pensé: ‘‘como aprendí a coser, puedo aprender lo solar también», afirma en el documental Maggan, una de las profesoras del Barefoot College. Por su experiencia ella sabe que cada alumna pasa por esta etapa, pero también sabe que se puede conseguir. En ella, además, se da otro factor. «Soy una mujer de casta superior (Rajput) y cuando llegué a Tilonia tuve que quedarme en casa haciendo de esposa. Tenía que esconderme detrás del «purdah» (velo. Según la tradición de Rajput, nadie debería ver mi cara, mi cuñada y mi suegra tampoco», relata la profesora con el rostro descubierto. Un día Maggan le dijo a su marido que en Tilonia las mujeres traabjan, son libres de moverse, ¿por que yo no puedo hacerlo?. Y me respondió que si me sentía cómoda haciendo esto que lo hiciera». Y así hizo. «Nunca pensé que sería capaz de abandonar el sistema del purdah, que sería capaz de enfrentarme a mi comunidad».