Ramón Tamames

Plásticos ubicuos

«La producción de plástico en 1972 era de 30 millones de toneladas. Hoy estaremos en 350 millones anuales»

Foto: Gtres
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«La producción de plástico en 1972 era de 30 millones de toneladas. Hoy estaremos en 350 millones anuales»

Fue hace 46 años, con ocasión de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Estocolmo en 1972. En ese encuentro, cuando los países nórdicos, empezando por Suecia, agitaron la inquietud de todos por la lluvia ácida, la contaminación transfronteriza, y otros deterioros ambientales, la primera ministra de India, Indira Gandhi, hizo una formulación lapidaria: vamos camino de enterrarnos a nosotros mismos bajo una acumulación de miserias y desperdicios de todas clases. Una predicción de más de cuatro décadas que en estos días se relaciona con una cuestión vital: los plásticos, derivados de la petroquímica, y con un número muy alto de aplicaciones, están invadiendo el planeta.

En los tiempos de la Conferencia de Estocolmo, la producción plastiquera era de unos 30 millones de toneladas al año, y hoy estamos en más de diez veces esa cantidad, con 350 millones. Y la proyección para 2050 nos situaría en la increíble cifra de 1.250 millones de toneladas, seis veces lo actual. Con la particularidad de que al presente, a escala mundial, no se recicla sino una mínima proporción que se sitúa en el 9%.

Los plásticos van a parar a los vertederos, y acaban en el mar, y se calcula que en no muchos años, su peso en las aguas marinas superará al de todos los oceanícolas: peces, crustáceos, moluscos, etc., con grave peligro para un hábitat tan gigantesco, pero también tan vulnerable.

La solución sería producir menos plásticos, pero eso parece difícil, habida cuenta de que en la distribución de alimentos, en los suministros de cualquier tipo, el material a que nos referimos, sirve de cobertura muy económica y fácil de aplicar. Por eso, tendría que ser obligatorio hacerse cargo del reciclaje, como ya se ha hecho en determinados productos, cierto que menos voluminosos y más fáciles para la economía circular. Pero al final, es una cuestión política, y tendrá que ser una decisión universal a nivel de la propia ONU.