Embarazo

Cesáreas humanizadas que buscan el bienestar de la madre y el bebé

Obtener el máximo confort del recién nacido, favorecer el contacto «piel con piel» con la madre y mantener todo el tiempo juntos a la parturienta y a su pareja con el bebé ya se aplica en las cesáreas programadas de bajo riesgo en el Hospital Infanta Elena de Valdemoro

Cesáreas humanizadas que buscan el bienestar de la madre y el bebé
Cesáreas humanizadas que buscan el bienestar de la madre y el bebélarazon

Obtener el máximo confort del recién nacido, favorecer el contacto «piel con piel» con la madre y mantener todo el tiempo juntos a la parturienta y a su pareja con el bebé ya se aplica en las cesáreas programadas de bajo riesgo en el Hospital Infanta Elena de Valdemoro

La cesárea no deja de ser un procedimiento quirúrgico que, en la mayoría de las ocasiones, interrumpe el contacto entre la madre y el bebé nada mas nacer. Con el fin de humanizar esta técnica, el servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, ha puesto en marcha un programa de cesáreas humanizadas o de baja intervención con un triple objetivo: buscar el máximo bienestar del recién nacido, favorecer el contacto piel con piel con la madre y mantener juntos todo el tiempo a la madre y a su pareja con el bebé. Tal y como explica la doctora Montserrat González, jefe de Sección de Obstetricia del citado hospital, «actualmente se habla mucho de partos de baja intervención, se cuida y se mima mucho la asistencia al parto, pero no sucede así en el caso de las cesáreas, en las que la atención es buena pero podemos convertirla en excelente cuidando un poco el trato a la mujer y al bebé». Las diferencias entre una cesárea humanizada y una tradicional son, según el docto Juan Rodríguez, jefe de Servicio de Obstetricia del Hospital Infanta Elena, dos. «en primer lugar, que se permite, junto con la mujer embarazada la presencia en el quirófano de un acompañante durante la cesárea y, además, que desde el primer minuto la mamá y el bebé inician el contacto piel con piel y la lactancia materna dentro de los primeros 30 minutos desde el nacimiento, hecho que se ha revelado muy importante para garantizar su eficacia; hasta ahora, durante las cesáreas no se permitía la estancia en el quirófano de ningún acompañante y, por otro lado, se separaba al bebé de la mujer y era la pareja quien iniciaba el contacto piel con piel, no siendo posible el inicio prematuro de la lactancia materna».

Respaldo científico

Gracias a esta técnica, indicada en cesáreas programadas de bajo riesgo y en mujeres sanas, tanto la madre como el recién nacido resultan beneficiados. «Cada vez existe más evidencia científica que muestra que las mujeres sometidas a cesárea tienen una experiencia del parto menos satisfactoria que las que pasan por un parto vaginal y son más propensas a la depresión después del parto, a tener dificultades para establecer el vínculo con el bebé y fracaso de la instauración de la lactancia, el contacto precoz “piel con piel” aumenta la tasa y la duración de la lactancia materna, reduce el llanto del recién nacido y mejora el afecto maternal. Para el recién nacido mejora de la estabilidad cardiopulmonar, reduce el estrés postparto, mejora la termorregulación y los niveles de glucemia, además de ayudar a establecer ese vínculo que se va a mantener para toda la vida», aclara González. Las cesáreas planificadas son aquellas, –explica Rodríguez– «que se realizan sin iniciar el trabajo de parto. Pueden indicarse por patología fetal o materna que contraindique un parto vaginal, la presencia de cicatrices uterinas previas con alto riesgo de rotura durante el trabajo de parto, las presentaciones fetales no cefálicas (aunque cada vez se atienden más partos de nalgas incluso en primeros embarazos)...».

Respecto del nacimiento, la idea es que en el momento que se abre el útero salga la cabeza del bebé, de forma que en lugar de sacarlo lo más rápidamente posible –como se realiza en la técnica tradicional–, se deja salir solo al bebé, que en la mayoría de las ocasiones comienza a llorar espontáneamente; además, se realiza un clampaje tardío del cordón umbilical –si puede ser hasta que deja de latir–, siempre y cuando el bebé tenga una buena adaptación que, por norma general, suele ser inmediata.