Prevención
El número de ictus aumentará un 34% en Europa hasta el año 2035
Entre 2015 y 2035 habrá un aumento del 34% en el número total de ictus, y eso supondrá pasar de los 613.148 casos registrados en 2015 a cerca de 819.771 en 2035. La prevención del ictus debería ser, por lo tanto, una prioridad sanitaria de primer nivel. Ésa es la proyección del informe «The Burden of Stroke in Europe», (La carga del accidente cerebrovascular en Europa), el más completo estudio realizado hasta la fecha sobre el impacto del ictus en los países de la Unión, que describe las implicaciones que tiene esta enfermedad en términos de salud pública y además plantea medidas específicas en el ámbito de las políticas sanitarias de los estados miembros.
El trabajo –auspiciado por la organización SAFE y redactado por un grupo de expertos del King´s College de Londres, fue presentado esta semana en el Congreso de los Diputados–, sostiene que número de accidentes cerebrovasculares aumentará en los próximos años porque la proporción de europeos mayores de 70 años está aumentando significativamente.
Infratratamiento
Otra de las razones aportadas es que, a pesar de que la mayoría de los países europeos tienen guías para atajar los factores de riesgo –como la hipertensión arterial o la fibrilación auricular– existe un infratratamiento de los pacientes que presentan este tipo de estados de riesgo.
Si bien las tasas de mortalidad por accidente cerebrovascular han disminuido en los últimos 20 años, las probabilidades de morir por ictus varían en gran medida según el lugar de Europa donde se viva. Actualmente, las tasas de muertes por accidente cerebrovascular en diferentes países oscilan entre 30 por 100.000 habitantes a 170 por 100.000. El costo total estimado del accidente cerebrovascular en Europa (que comprende costos de atención médica junto con los no sanitarios) se estima en cerca de 45.000 millones de euros en 2015, y se prevé se eleve en años sucesivos.
Los hallazgos de este informe permiten generar una serie de puntos de acción para los responsables políticos de la UE, los representantes de los servicios nacionales de salud y las organizaciones de apoyo a los pacientes de ictus. Así, la principal de las recomendaciones consiste en facilitar una recopilación de datos coordinada a nivel europeo. En particular, se propone que la Comisión Europea apoye y promueva el uso de un registro de accidentes cerebro-vasculares en toda Europa.
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