Geografía
Ni cuatro ni siete, éste es el número total de islas que hay en Baleares
Cuando se menciona Baleares, la imagen más inmediata es la de cuatro grandes islas pero, en realidad, son muchas más
Cuando se menciona Baleares, la imagen más inmediata para la mayoría es la de cuatro nombres: Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera. Incluso algunos estiran la cuenta hasta siete al añadir los islotes más conocidos. Pero la realidad geográfica es muy distinta: el archipiélago balear está compuesto por 11 islas principales, con nombre propio, historia y -en muchos casos- un valor ecológico de primer nivel. Un dato que sorprende incluso a muchos residentes y que plantea una pregunta sencilla, pero relevante: ¿hasta qué punto conocemos realmente nuestro propio territorio?
Dos grupos de islas, una sola comunidad autónoma
Desde 1983, las Islas Baleares constituyen una comunidad autónoma uniprovincial cuya capital es Palma. El archipiélago, bañado por el Mediterráneo occidental, está dividido en dos grandes grupos insulares: las Gimnesias, al norte, y las Pitiusas, al sur.
Cada uno de estos conjuntos posee características propias que van más allá de su posición geográfica. A lo largo de los siglos, su evolución histórica, social y medioambiental ha trazado identidades diferenciadas.
Las Islas Gimnesias: más allá de Mallorca y Menorca
El grupo septentrional está formado por seis islas principales: Mallorca, Menorca, Cabrera, Dragonera, Na Conillera y Pantaleu. Mallorca es la mayor en superficie (3.640 km²) y la más poblada, con casi un millón de habitantes. Centro político y económico del archipiélago, combina turismo de masas, una creciente presión urbanística y zonas de alto valor natural como la Serra de Tramuntana (Patrimonio Mundial de la UNESCO).
Mallorca posee una historia milenaria marcada por su estratégica posición en el Mediterráneo. Habitada desde el tercer milenio a.C., sus tierras fueron escenario de la cultura talayótica, cuyos restos monumentales aún salpican la isla. A lo largo de los siglos, fue codiciada por fenicios, cartagineses y romanos -estos últimos la incorporaron al Imperio en el año 123 a.C., fundando las ciudades de Palma y Pollentia-. Tras la caída romana, la isla vivió etapas visigodas, musulmanas y cristianas. En 1229, fue conquistada por Jaime I de Aragón, integrándose en la Corona de Aragón y desarrollando una identidad propia dentro del Reino de Mallorca.
Menorca
Menorca, más discreta, ha optado por un desarrollo más sostenible. La segunda isla más grande del archipiélago balear con una historia singular marcada por su aislamiento relativo y su fuerte personalidad cultural. Su pasado se remonta a la época prehistórica, como demuestran los imponentes monumentos megalíticos de la cultura talayótica, únicos en el Mediterráneo. Durante siglos, fue objeto de disputas entre potencias debido a su valor estratégico. Pasó por manos de cartagineses, romanos y musulmanes, hasta ser conquistada por la Corona de Aragón en el siglo XIII. Sin embargo, su etapa más distintiva llegó en la Edad Moderna, cuando fue ocupada sucesivamente por británicos, franceses y españoles entre los siglos XVIII y XIX, dejando una profunda huella en su arquitectura, lengua y sistema jurídico. Esta mezcla de influencias, junto con su apuesta actual por la sostenibilidad. En 1993 fue declarada Reserva de la Biosfera, y en 2023 logró una nueva protección para sus yacimientos talayóticos, reconocidos también por la UNESCO.
Cabrera
Es un ejemplo de conservación extrema: no tiene población estable, forma parte de un Parque Nacional Marítimo-Terrestre y está considerado uno de los ecosistemas más prístinos del Mediterráneo. Fue utilizada desde la antigüedad como refugio natural y punto de vigilancia en las rutas marítimas del Mediterráneo. En la época romana y bizantina tuvo alguna presencia esporádica, pero su papel más dramático llegó durante las Guerras Napoleónicas, cuando se convirtió en un improvisado campo de prisioneros para miles de soldados franceses capturados tras la batalla de Bailén en 1808. Las durísimas condiciones de reclusión provocaron una elevada mortalidad y dejaron una cicatriz histórica que aún se recuerda. Durante el siglo XX, Cabrera fue zona militar restringida hasta su declaración como Parque Nacional Marítimo-Terrestre en 1991, lo que ha permitido conservar uno de los ecosistemas más intactos del Mediterráneo español. Su historia, marcada por el aislamiento, ha sido clave para preservar su valor natural y paisajístico hasta nuestros días.
Dragonera
Frente a la costa de Andratx, fue salvada del urbanismo en los años 70 gracias a una fuerte movilización social. Hoy es Parque Natural y hábitat de especies endémicas como el lagarto balear. Dragonera no ha tenido población permanente, su posición estratégica la convirtió durante siglos en refugio de piratas y contrabandistas, y más tarde en punto de vigilancia costera, con la construcción de torres defensivas y faros en el siglo XIX. A mediados del siglo XX, Dragonera fue objeto de un polémico intento de urbanización que provocó una de las primeras grandes movilizaciones ecologistas de Baleares. Tras años de litigios y presión social, la isla fue finalmente expropiada por el Consell de Mallorca y declarada Parque Natural en 1995.
Na Conillera y Pantaleu son islotes menores, deshabitados y sometidos a protección ambiental. Su función ecológica es clave como refugio de aves marinas y como parte del ecosistema costero balear.
Na Conillera, también conocida como Conejera, su historia está ligada a la actividad marítima y pesquera tradicional de la zona. Durante siglos, sirvió como punto de referencia para navegantes y como lugar de paso para pescadores. A pesar de su reducido tamaño y aislamiento, ha sido objeto de interés por su rica biodiversidad y por albergar restos de actividad humana ocasional, como antiguas construcciones pastoriles. Con el tiempo, su importancia ecológica ha primado sobre cualquier intento de explotación, y actualmente está incluida dentro de espacios de protección ambiental, formando parte de la Red Natura 2000. Su nombre, derivado de la presencia de conejos silvestres en el pasado, es hoy símbolo de un espacio natural intacto, donde la intervención humana ha sido mínima y controlada.
La isla de Pantaleu es un pequeño islote rocoso situado frente al puerto de Sant Elm, en la costa suroeste de Mallorca. A pesar de su reducida superficie y ausencia de población, fue un punto estratégico en la historia medieval de la isla. Según la tradición, en 1229 el rey Jaime I de Aragón desembarcó primero en Pantaleu antes de iniciar la conquista de Mallorca, utilizando el islote como base temporal de observación y planificación. En siglos posteriores, su aislamiento y difícil acceso hicieron de él un espacio apenas alterado por la actividad humana. Hoy, Pantaleu está protegido por normativa ambiental y forma parte del Parque Natural de sa Dragonera, debido a su valor como refugio para aves marinas y su entorno marino bien conservado.
Las Pitiusas
Más al suroeste, las Islas Pitiusas -nombre de origen griego, que significa “islas de pinos”- suman cinco islas: Ibiza, Formentera, Espalmador, Espardell y Tagomago.
Ibiza
Conocida mundialmente por su vibrante vida nocturna y por ser el destino elegido por los personajes más famosos del planeta -desde jeques, actores, deportistas o músicos- para disfrutar de unos días de descanso. Sin ir más lejos, estos días está en boca de todos debido a las frecuentes visitas que Carlos Alcaraz confesó en su documental que hacía y que han generado algo de polémica. El murciano, lejos de hacer caso a sus detractores, regresó a la isla tras ganar en Roland Garros y como paso previo a intentar revalidar el título de Wimbledon. Pero Ibiza es algo más que su animada vida noctura y su historia se remonta a milenios atrás. Habitadas desde el neolítico, sus primeros habitantes dejaron huellas en forma de talayots y monumentos megalíticos que evidencian una cultura ancestral única. Posteriormente, fue colonizada por fenicios y cartagineses, quienes fundaron la ciudad de Ibiza en el siglo VII a.C., convirtiéndola en un importante puerto comercial y centro estratégico en el Mediterráneo occidental. La isla pasó luego bajo dominio romano y visigodo, antes de integrarse en la Corona de Aragón en el siglo XIII, momento que marcó el inicio de su integración en la historia de la España medieval. Más allá de su fama moderna, Ibiza conserva un valioso patrimonio arqueológico y cultural que refleja su papel como cruce de civilizaciones y su constante adaptación a los cambios históricos, sin perder su esencia mediterránea.
Formentera
Es la más pequeña y tranquila de las principales Islas Pitiusas, fue habitada en la prehistoria, aunque su desarrollo fue siempre más limitado que en Ibiza o Mallorca debido a su tamaño y recursos. A lo largo de los siglos, Formentera fue un enclave estratégico para navegantes y corsarios, y su población vivió de la pesca y la agricultura de subsistencia. Integrada en la Corona de Aragón desde el siglo XIII, la isla mantuvo un perfil discreto hasta el siglo XX, cuando comenzó a abrirse al turismo. Desde hace años, limita la entrada de vehículos en verano y promueve formas de movilidad sostenible.
Espalmador
Situada entre Ibiza y Formentera, es un islote deshabitado y de acceso limitado. Ha sido utilizado históricamente como lugar de descanso y refugio por pescadores y navegantes que transitaban el Mediterráneo. Su acceso restringido y su entorno prácticamente virgen han contribuido a preservar un ecosistema singular, con sus famosas lagunas de agua salada que albergan especies únicas.
Espardell
Es de las menos conocidas, pero forma parte de la Red Natura 2000 y se mantiene fuera del circuito turístico. Este pequeño islote próximo a Formentera tiene una gran riqueza ecológica y es utilizado como refugio por aves marinas y especies endémicas.
Tagomago
Por último, Tagomago es la única isla privada de Baleares. Situada en la costa noreste de Ibiza, combina naturaleza intacta, un faro centenario y una oferta exclusiva que la ha convertido en destino de alquiler de lujo para millonarios y celebrities.