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Tarda más de 20 días en llenarse y parece un mar natural: así es la piscina más grande del mundo
Una joya arquitectónica que transforma el corazón del desierto del Sinaí

En un lugar donde el calor abrasa y el agua escasea, ha surgido una estructura sin precedentes: una laguna artificial de dimensiones colosales que ha revolucionado el concepto de lujo, ingeniería y sostenibilidad en pleno desierto egipcio. No se trata de una piscina más, sino de un verdadero milagro de la arquitectura moderna, enclavado en el complejo turístico Citystars Sharm El Sheikh, al este de Egipto, junto al mar Rojo.
Esta monumental obra no solo se ha convertido en un referente mundial del turismo de lujo, sino que también ha marcado un antes y un después en la forma de integrar la tecnología con el entorno natural más extremo.
La laguna que batió récords: 300 millones de litros de agua en el desierto
A simple vista, podría parecer una fantasía imposible: una laguna cristalina de 740 metros de longitud, rodeada de arena, montañas y altas temperaturas. Sin embargo, esta gigantesca piscina no solo es real, sino que ostenta el Récord Mundial Guinness como la más grande del planeta, galardón que recibió en 2015 al superar a la emblemática San Alfonso del Mar en Chile.
Su superficie es equivalente a 24 campos de fútbol y su volumen es impactante: contiene más de 300 millones de litros de agua. Lo sorprendente es que esta inmensidad líquida no proviene de fuentes dulces o agrícolas, sino de acuíferos salinos subterráneos, completamente inutilizables para otros fines, lo que resalta su enfoque ecológico y sostenible.
A pesar de su enorme capacidad, el sistema de bombeo e ingeniería avanzada permite llenar la laguna en tan solo 22 días, demostrando la eficiencia de la tecnología implementada. Todo ello se encuentra protegido por un muro perimetral de seis metros de altura, que resguarda esta maravilla frente a las inclemencias del entorno y asegura su funcionamiento.
Citystars Sharm El Sheikh: más que un complejo, una ciudad del futuro
La gran laguna es solo la pieza central de un ambicioso megaproyecto. Citystars Sharm El Sheikh es una comunidad planificada de 750 hectáreas en pleno desierto del Sinaí, cuyo desarrollo ha supuesto una inversión de más de 4.900 millones de euros. El enclave está diseñado como un ecosistema turístico y residencial integral, con todo tipo de instalaciones de alta gama.
Entre sus propuestas destacan:
Más de 30.000 unidades residenciales, pensadas para albergar a largo plazo a miles de personas.
Una red hotelera de lujo.
Campos de golf, marinas privadas y un centro comercial de última generación.
Espacios culturales como museos, academias deportivas y centros de espectáculos.
Infraestructuras enfocadas en el bienestar y la sostenibilidad.
Según la empresa desarrolladora, la laguna principal, de 11,29 hectáreas de superficie, representa “el corazón del proyecto”, con acceso exclusivo para residentes y huéspedes. Este inmenso cuerpo de agua supera en tamaño a 11 piscinas olímpicas, lo que convierte al lugar en un verdadero paraíso acuático.

Tecnología, sostenibilidad y lujo: el nuevo paradigma turístico
Lo que distingue a este proyecto no es solo su magnitud, sino la forma en la que fusiona tecnología punta con responsabilidad medioambiental. La utilización de agua no potable extraída de acuíferos salinos evita competir con recursos destinados a la agricultura o el consumo humano. Además, el sistema de mantenimiento permite conservar el agua con una eficiencia muy superior a la de las piscinas tradicionales.
En un entorno donde el agua es símbolo de vida y de lujo, esta laguna artificial representa un modelo replicable para crear oasis turísticos en zonas áridas del mundo, sin comprometer recursos vitales.
¿El futuro del turismo está en el desierto?
Citystars Sharm El Sheikh no es solo una atracción turística. Es un ejemplo de cómo la innovación puede redefinir los límites de lo posible. En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático y la escasez de agua, proyectos como este demuestran que es viable desarrollar espacios de recreo de gran escala sin sacrificar sostenibilidad ni diseño.
Mientras otros destinos compiten por ofrecer más lujo, esta joya del Sinaí ha conseguido algo aún más valioso: convertirse en símbolo de una nueva era del turismo, donde la ingeniería y la naturaleza pueden convivir, incluso en los lugares más extremos del planeta
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