Ayuntamiento de Madrid
El albergue de San Isidro
Esta semana hemos celebrado en Madrid un aniversario muy especial, el de una de las instituciones más queridas por todos, el cumpleaños delCentro de Acogida SanIsidro que, con sus 75 años, es el más grande y antiguo de nuestra ciudad y que abrió sus puertas al auxilio de los más necesitados en 1943 en plena posguerra en un periodo de nuestra historia marcado por las perturbaciones ocasionadas por la Guerra Civil. Entre tantas vicisitudes políticas de toda índole, que hoy estamos viviendo, una buena noticia no viene mal y más cuando está relacionada con la solidaridad, el apoyo a los más vulnerables y a lograr la inclusión de las personas.
Desde que llegué a esta casa, hace ya más de 25 años, me sentí atraída por este recurso municipal tan preciado y a la vez tan complicado. Era un lugar que visitaba con frecuencia atraída por la magnífica labor que allí realizaban trabajadores y religiosas, cuantas veces habré comido con ellos. No había un día de Noche Buena que no me acercase a visitarlo acompañando al entonces Alcalde José María Álvarez del Manzano. En la actualidad ofrece 268 plazas para pasar la noche y ofrece “tarjetas de día” para acceder a todos los servicios del centro salvo el dormitorio. El pasado año atendió a 885 personas de los cuales un 70% eran hombres y un 29% mujeres. Solo con estos datos ya se pueden imaginar la complejidad de gestión de la que les hablo.
La labor que llevan a cabo los trabajadores allí destinados es encomiable, la recepción está 24 horas abierta, tienen ropero, peluquería, , una sala para dejar todos los objetos que guardan las personas que allí acuden, una lavandería, zonas de reuniones, biblioteca, sala de informática, un gran comedor, espacios abiertos... es un gran centro que alberga a multitud de personas, sin nombre para muchos, pero que allí son cuidados en su dignidad, porque todo ser humano necesita su espacio, necesita afectos y necesita apoyos. Todos y cada uno de nosotros. Sus moradores tienen sueños, ambiciones, tienen un nombre, una identidad y personas amigas a su alrededor.
En el acto de celebración se respiraba un ambiente alegre, de participación y colaboración entre trabajadores y albergados. Era un día mágico en la casa. La Alcaldesa Carmena y los representantes de todos los grupos políticos municipales estuvimos presentes en la fiesta. También estaban los responsables de las distintos departamentos sociales municipales y un grupo que quiero destacar, las Hijas de la Caridad, que han mantenido siempre una comunidad de hermanas en el Centro, de hecho, en un principio fueron las encargadas de llevar el albergue en su totalidad. Entre ellas algunas jubiladas que no quisieron perderse la celebración. Son realmente admirables. Con 93 años Sor Catalina me hablaba de todo lo que ha cocinado, de sus tortillas de patata, de cómo ha cuidado el ropero. De Sor Pura ya no sé ni que decir es una de las personas que me ha servido de maestra y ejemplo en el ámbito social. Ha cuidado a personas excluidas, personas sin hogar, enfermos de SIDA, personas con adicciones y un sinfín de perfiles vulnerables a los que sigue dedicándose a sus 84 años.
Nuestra Alcaldesa estuvo como siempre, en su mundo fantástico, en Carmenolandia. Explicó muy seriamente que sueña con que nadie duerma ni viva en la calle. Más le valdría trabajar en la realidad que soñar, soñando y fantaseando no solucionamos nada. El perfil de las personas sin hogar es complejo, mutante y con múltiples aristas: familias desestructuradas, enfermedad mental, droga, alcohol, inmigración, ruina económica... Cada caso es único y cada cual tiene su historia detrás, todas distintas y todas de gran dureza. Todos estos factores específicos hacen que se vayan adaptando programas para intentar personalizar la atención a cada situación. El desarraigo y la exclusión significan dureza, dolor, muchos han caminado en el margen de la sociedad y no saben cómo volver, el camino de vuelta es complejo, pero con grandes profesionales, apoyo, acompañamiento y programas adecuados se puede conseguir. Por este motivo deberíamos pedir a la Alcaldesa que deje de soñar con un Madrid mejor y se ponga manos a la obra que ya vale de filosofar. Que elabore unos presupuestos lógicos, que atienda a las personas y a sus representantes, a los jóvenes y a los mayores sin hacer distinciones, que trabaje y haga trabajar a su equipo más entretenido en sus conflictos internos. La administración está o debería estar, al servicio del ciudadano, al que tiene que ofrecer los servicios que no puede obtener por sí mismo, todo ello sin invadir su intimidad y respetando su libertad.
La Red municipal de atención a personas sin hogar ha cambiado, porque nuestra sociedad ha cambiado. En 2004 creamos el SAMUR Social que posee unidades móviles, equipos de calle y una Central de Emergencias para intervenir, en coordinación con los Centros de Servicios Sociales Municipales y el resto de servicios de emergencia de la ciudad, cuando una persona sin hogar lo necesita. Con un horario ininterrumpido, día y noche, durante todos los días del año, recorre la ciudad proporcionando ayuda y cuidados. Hemos evolucionado, hemos mejorado, nos hemos adaptado a los cambios sociales, hemos sumado recursos complementarios de alojamiento, talleres de inserción, laboral o social, pero aún queda mucho por hacer. Este Centro supone para muchos el inicio de un cambio, un trampolín para volver a formar parte activa de la sociedad, el no quedar olvidado por nadie, el tener un nombre, una historia. Les invito a leer la revista que publican en la página del Ayuntamiento, en ella las personas sin hogar, que participan en la elaboración, nos acercan a su realidad. Conociéndola la podremos entender. Mientras, en el grupo municipal popular seguiremos trabajando para hacer de Madrid una ciudad más incluyente, más justa, más solidaria y sobre todo, empática. Lo haremos para todos, para los que decidan votarnos y para los que no. Algunos tenemos claro que: Merecemos un Madrid mejor.
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