Ayuntamiento de Madrid
El Síndrome Narcisista
Se preguntarán como en un momento político tan confuso, demasiado largo ya, como el que atravesamos en Madrid, una mujer política como yo, no se dedique a escribir sobre las celebraciones del Dos de Mayo, la crisis política de Madrid o los futuros candidatos para nuestra Comunidad. Y es que llega un momento en el que la condición humana con sus envidias, mezquindades, deslealtades y demás cuestiones cansa al más sereno. Solo espero que el agua vuelva a sus cauces, actuemos con serenidad y sensatez y lleguemos a un punto en que las cosas fluyan sin afectar a los madrileños. Hoy, por este motivo, me voy a ocupar de los más pequeños para intentar conseguir que los futuros ciudadanos generen una sociedad por lo menos más moderada. Puede parecer utópico pero hay que intentarlo, existen asuntos muy importantes que abordar en nuestra sociedad, que salen afortunadamente de los problemas políticos cotidianos que nos impiden ver el bosque.
El día 2 de Mayo es también el Día Mundial contra el acoso escolar, el famoso “bullying”, usando el término de moda. Ya el año pasado por estas fechas le dediqué una entrada en este blog y lo vuelvo a hacer no solo porque lo considero importante, sino también porque es necesario y prioritario.
Como en cada convocatoria, las cifras estremecen, 246 millones de niños, al año, sufren de violencia,dentro de sus colegios einstitutos, a nivel mundial, lo que supone que uno de cada tres niños, entre los trece y quince años la sufre, según UNICEF. El informe de la agencia de Naciones Unidas para la Infancia, cuyo principal objetivo es el trabajo por los Derechos del Niño, expone bien claras las cifras ascendentes, lo que me deja francamente preocupada, parece que nada pudiéramos hacer para frenarlo. 200 muertes anuales por sufrir acoso, 200 menores que deciden no seguir viviendo porque su vida no tiene sentido debido al enorme sufrimiento que padecen. Las edades son complejas, entre los 13 y 15 años, fundamentalmente, momento de desarrollo de la personalidad y de especial sensibilidad para nuestros menores, momentos de grandes cambios internos que, muchas veces, nos pasan desapercibidos por la celeridad con la que vivimos, que a menudo nos impide detenernos para observar si nuestros hijos están bien o mal. Está claro que el tipo de vida influye, pero también existen otras muchas causas sociales y educacionales evidentes. La mayoría de los menores no viene a contarnos si tienen un problema en el colegio, forma parte de su intimidad más callada, lo que les lleva a hablarlo con algún compañero, si es que aún mantienen alguno y si no al silencio que llega a ser su mejor compañero. Aquí entra en juego otro factor, que he comentado a menudo en mis blogs, la importancia de lafamilia, porque en momentos de complicaciones, desazones y desesperanza es normalmente quién mejor puede entender, acompañar y apoyar. ¿Qué ocurre para que nuestros hijos se sientan tan solos?, ¿qué falla en nuestra sociedad? La falta de adaptación de las políticas familiares a la nueva realidad, las escasas políticas de conciliación, la sociedad sumergida en cambios vertiginosos difíciles de asimilar, todos, están impidiendo que niños y adolescentes carezcan de la atención correcta y necesaria. Sin duda necesitan a sus padres o tutores, cuando estos no pueden ejercer la paternidad, para sentirse protegidos, amparados y sobre todo queridos. La cuestión emocional parece poco importante, pero lo es todo, quizás si tuviéramos un poco más de tiempo para vivir más despacio y observar veríamos lo que está sucediendo a nuestro alrededor, con mayor claridad.
Los días mundiales son un buen momento para reflexionar, lo repito constantemente, para priorizar, para dedicarnos más tiempo a nosotros mismos y a nuestros hijos, un tiempo todos los días, tengan la edad que tengan, sabemos que las etapas de adolescencia son más complicadas y no siempre agradables. Por supuesto el papel de la escuela para la detección es fundamental, es dónde primero se puede percibir el acoso, es necesario seguir formando a los profesores en la detección, es imprescindible, además, que valoren el enorme avance de las tecnologías que hace surgir nuevos modelos de acoso.
Todos mantenemos una pregunta en la mente: ¿Queda aún esperanza de cambio? yo creo que sí, tenemos que seguir educando y ayudando a los adultos del futuro. Ellos bien saben lo que cuesta superar situaciones tan complejas, en el momento en qué suceden. Son niños hoy que educarán a sus hijos para que no hagan lo mismo que les hicieron, para que no se repitan conductas violentas, saben bien lo que duele, mientras tanto, hay que reaccionar. Pienso que todos debemos tomar conciencia del asunto y educar a nuestros hijos hacia conductas responsables porque es en la adolescencia cuando brotan las consecuencias de los afectos recibidos en la etapa anterior y es importante que estos hayan sido sensatos y bien dosificados. El exceso de mensajes positivos también puede ser una causa de deterioro de la personalidad, de ellos surgen a mi modo de ver los problemas de autoestima que tanto se manifiestan en los adolescentes. Educar en valores como el esfuerzo, la responsabilidad, el respeto hacia el otro, no darles todo, es fundamental, en la sociedad occidental, donde el exceso es habitual. El control es necesario también el poner límites, aunque a algunos les pueda parecer mal o les suene a represión. Si no se educa no existe control de los impulsos en las edades más difíciles del ser humano. Los psicólogos no cesan de recordárnoslo. El objetivo: acabar con el “Bullying”, yo lo seguiré llamando acoso pero intentaré ayudar a que desaparezca se llame como se llame. No olvidemos que, además de la víctima que es la que sufre, existe el acosador, de la misma edad habitualmente, al que también habría que analizar y ayudar, tal vez ha sido educado de tal manera que padezca un “Síndrome narcisista” que le haga pensar que es superior al resto de los mortales y el centro del mundo. Siempre temo que las palabras en otras lenguas suavicen las situaciones y terminen siendo eufemismos, el acoso es un asunto grave y profundo.
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