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CONACEE y la iniciativa social
Por Carlos Navarro Ahicart
El pasado lunes, la Confederación Nacional de Centros Especiales de Empleo (CONACEE de ahora en adelante) celebró su XV Congreso Nacional, que tuvo lugar en Valencia, capital del Túria y un centro neurálgico del emprendimiento y la iniciativa empresarial. El Congreso, que reunió a representantes empresariales, políticos, técnicos y sindicales de todas las regiones de España, giraba en torno a un tema en concreto: el tránsito de los trabajadores discapacitados de los CEE a la empresa ordinaria. Traída a Levante por iniciativa del presidente nacional, Juan José Serrano, fue todo un éxito en cuanto a la modalidad de las ponencias y el dinamismo de las tertulias entre los participantes.
El debate estaba servido. Diferentes puntos de vista salieron a la palestra, desde los que apostaban por una mayor implicación de las Administraciones Públicas para garantizar esa transitoriedad, hasta los que se negaban rotundamente a favorecerla por no ser el deseo generalizado de los trabajadores discapacitados de los CEE.
Diferentes fórmulas propuestas, todas incidiendo en la importancia de este tránsito para integrar a los trabajadores en el mercado ordinario de trabajo. Además, se anunció la presentación de un informe de la consultora Baker&McKenzie sobre el análisis legislativo para determinar si los CEE están obligados a ser los únicos que lleven a cabo ese proceso.
Pero la piedra angular de todo este debate llegó cuando salió a la luz la discusión de qué es, realmente, la iniciativa social. Existen diversos tipos de CEE. Los que surgen de la iniciativa privada, y los que surgen del sector público y variantes similares. Pero, ¿dónde ponemos la etiqueta “social”? ¿Por qué es más social un CEE público que uno privado? Según datos objetivos, de esos que tanto les gusta utilizar a los estatistas postuladores, los CEE privados generan, a día de hoy, más empleo y retribuyen con sueldos superiores a sus empleados con discapacidades de todo tipo. ¿Qué ocurre? Que son privados. Que nacen del espíritu capitalista de emprender y no querer depender del Estado. Ese es el “problema”, considerado como tal no porque lo sea, sino por el marxismo cultural que impera en nuestra sociedad y que de una forma tan eficiente difunden los enemigos de la empresa privada y de todo lo que no tenga que ver con el asistencialismo.
Fue el Director de Sistemas de la empresa NATURFENIX el que decidió arrojar algo de luz sobre la cuestión. “La iniciativa privada es igual de social que cualquier otra”, dijo sin titubear. Además de los datos objetivos que enumeraba, es una realidad que los CEE privados ahorran dinero al Estado. Su naturaleza jurídica como empresas privadas es el punto de anclaje a partir del cual se puede lograr una reducción progresiva del espíritu pro-subvención, hacia un modelo privado de integración más personalizado y más eficiente.
Su modelo, que fue premiado durante el Congreso, tiene sus raíces en la experiencia personal, en el verdadero espíritu social de la integración de las personas con discapacidad en el mercado laboral. Ese espíritu que nace de la vocación, la empatía y las ganas de avanzar en ese aspecto. No de la legislación, los datos sin trasfondo real y los postulados marxistas de algunos.
En palabras de Juanjo, el presidente: “La mejor política social es crear empleo”. No un empleo protegido, sino un empleo que permita al trabajador discapacitado sentirse útil para la sociedad, sociabilizar con sus compañeros de trabajo y ser productivo. Así se consigue la normalización. Y esa es la gran labor que CONACEE y las múltiples asociaciones y empresas que la componen realizan a diario por medio de su actividad. Un valor que debemos poner en alza para plantear un cambio de modelo en el futuro. Uno que permita a las personas con discapacidad emanciparse del Estado y desarrollarse con normalidad conviviendo con su enfermedad.
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