Economía
El G-20 de los errores
Por Carlos Navarro Ahicart
El G-20 se reúne por primera vez en China. Más específicamente, en la ciudad de Hangzhou. Las 20 mayores economías del mundo han sido advertidas por el presidente Xi Jinping sobre el estancamiento de la economía global: es hora de tomar medidas y de dejar atrás “las palabras vacías”.
Dicen los líderes mundiales que el aumento del proteccionismo comercial es una verdadera amenaza a la globalización económica, así como el cambio climático y la guerra en Siria. Pero lo que realmente es una amenaza a la economía mundial es ver a veinte dirigentes (muchos de ellos unos estatistas de cuidado) reunidos para ver cómo solucionan los problemas que ellos mismos, con sus políticas, han creado.
Y, digo yo: ¿no sería lógico que los problemas que tiene la economía los resuelva la propia economía? Es evidente que estos veinte líderes no son la economía, ni siquiera una mínima parte de ella. Que sus 20 países representen el 85% del PIB mundial no debería hacerles creer que son unos virtuosos en la materia, ni mucho menos. Son los individuos que forman el tejido productivo de estos países los que generan valor, los que crean empleo, los que producen y los que levantan las economías, a pesar de sus gobiernos.
Si estos arrogantes directores de la orquesta económica quieren que la economía siga creciendo a un ritmo sostenible y equilibrado, que dejen de lado cualquier atisbo de intervencionismo estatal en la economía. Que no nos tomen por tontos defendiendo la globalización y los “acuerdos comerciales multilaterales” mientras fríen a impuestos a las clases medidas y provocan que las grandes empresas tengan que huir a refugios fiscales para que su actividad no sea una pérdida de dinero en estos países. Que dejen de ir de adalides del progreso económico mientras ignoran los principios más básicos de la economía y se entregan al keynesianismo y la socialdemocracia.
Dijo el gran filósofo norteamericano anarcocapitalista Murray Rothbard que “No es un crimen ser un ignorante en ciencia económica, que es, después de todo, una disciplina especializada. Pero sí es totalmente irresponsable tener una opinión radical y vociferante en temas económicos mientras se está en ese estado de ignorancia.”. Sin duda, un gran eslogan que conviene colocar sobre las brillantes cabezas pensantes de estos titanes del poder.
Señores del G-20: dejen que el libre mercado, que la economía en sí, trabaje por sí sola. No necesita sus reuniones, ni sus tratados, ni sus planes quinquenales. Tampoco que jueguen cada dos por tres con la política fiscal para solucionar momentáneamente los problemas y ganar unas elecciones más. Si les importa realmente la salud de la economía global, promuevan políticas liberales y creen escuela entre sus homólogos. Extiendan esta idea alrededor del mundo, ayuden a otros países a adoptar las mismas medidas y encontrar la luz al final del túnel, y déjense de planificaciones absurdas que ya probaron hace años ser un completo fracaso.
Muchos de sus antecesores lucharon antaño contra lo que hoy tratan ustedes de imitar de una forma light e insultante. No repitan los mismos errores cada veinte años.
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