Presupuesto del Estado
PGE 2018: electoralismo en estado puro
Por David Muñoz Lagarejos
El pasado 3 de abril el Ministro de Hacienda y Función Pública, Cristóbal Montoro, presentó el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para el ejercicio 2018. En términos generales podemos definir dichos Presupuestos como electoralismo (comportamiento caracterizado por asegurar políticas que tienen como objetivo aumentar el número de votos cuando hay elecciones cercanas) en estado puro.
Más gasto público
El Estado del Bienestar vuelve a ser el más beneficiado de los PGE. Aunque Sanidad y Educación están en manos de las CCAA y ellas son las que más gastan en estas partidas, el Estado también tiene su parte de gasto en ambas. A ello hay que sumarle las prestaciones por desempleo y las pensiones, gestionadas por completo por el Estado.
El gasto estatal en Sanidad aumenta un 3.9% (de 4.093 a 4.251 millones de euros); por su parte, en Educación aumenta un 3% (de 2.524 a 2.600 millones de euros). Las prestaciones por desempleo se reducirían un 3.4% por el efecto positivo de la reducción de la tasa de paro (de 18.318 a 17.702 millones de euros). Y el gran trozo del pastel del Estado del Bienestar, un año más, sería para las pensiones, con un aumento del 3.7% (de 139.647 a 144.834 millones de euros). En total, las cuatro partidas pasarían de 164.582 a 169.387 millones de euros.
Pensionistas y funcionarios
El gasto en pensiones no sube porque haya más pensionistas y la actualización del 0.25%, como ocurría en años anteriores, sino también por el efecto de la subida de algunos tipos de pensiones. Concretamente, los Presupuestos incluyen una subida del 3% para pensiones mínimas y no contributivas, el 2% para viudedad, el 1,5% para pensiones de hasta 9.800 euros anuales y del 1% para pensiones entre 9.800 y 12.040 euros anuales.
Por su parte, los funcionarios también verán aumentar su nómina, en un 1.75%. Por otra parte, la oferta de empleo público incluirá una tasa de reposición del 100% para aquellas Administraciones Públicas que cumplan con los objetivos de déficit y deuda y la regla de gasto.
Confianza en los ingresos
Las estimaciones sobre ingresos tributarios vuelven a indicar que se superará el récord de recaudación de 2007. Para 2018 se estiman unos ingresos tributarios de 210.015 millones de euros, con un empuje mayor del IRPF y el IVA. Sin duda alguna, la creación de empleo y la confianza en el buen momento de la economía española hacen crecer el optimismo en cuanto la recaudación de impuestos del Estado. Veremos si esta vez se cumplen los pronósticos.
Deuda pública
La deuda pública cerró 2017 en el 98.3% del PIB y según el Programa de Estabilidad 2017-2020 debería bajar este año hasta el 97.6%. Los intereses de la deuda se reducen en los PGE 2018 un 1.9% (de 32.171 a 31.547 millones de euros); aunque no hay que llevarse a engaño, ya que éstos se han multiplicado por 2 durante la crisis económica, debido al proceso de apalancamiento del sector público y la deuda pública en términos absolutos ha aumentado en 2017, hasta llegar a 1.14 billones de euros.
Aunque se reduzca la deuda respecto al PIB hay que tener mucho cuidado con el aumento de la deuda en términos absolutos, ya que ante un riesgo de recesión aumenta el riesgo de disparar, de nuevo, la deuda pública sobre el PIB. Y todo ello bajo un escenario en el que los tipos de interés del BCE están en mínimos históricos. Cuando empiecen a subir de nuevo, España estará en una situación muy peligrosa. Los estímulos monetarios sirven si haces los deberes y desapalancas, pero no si aumentas deuda gracias a que está “barata”.
Como he dicho al principio, estos PGE están relacionados con la cercanía de algunas citas electorales. El electoralismo del Gobierno es patente: aumenta el gasto público para tener un discurso contra el mito de la austeridad que abandera la izquierda española. Asimismo, ese aumento del gasto público, que viene siendo costumbre en los últimos años, incide más en pensionistas y funcionarios, dos grandes bolsas de votos y dos colectivos que mejor han soportado la crisis. Por otro lado, otra exención del IRPF, esta vez a las rentas entre 14.000 y 18.000 euros anuales.
El Presupuesto es la “política en números” y el papel lo aguanta todo. Por tanto, no es de extrañar que se hagan tantas promesas y más con citas electorales cercanas. Ahora bien, de prometer a cumplir hay un camino. Y la progresión de la economía española no se puede ver mermada por el electoralismo del Gobierno.
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