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Los retos de 2017
Tras un 2016 durante el cual hemos aprendido tanto, iniciamos un nuevo año en el que, como ciudadanos comprometidos que somos, nos toca seguir trabajando por España y por los españoles y enfrentar los enormes retos que tenemos por delante, desde la construcción de la ciudadanía europea y una Europa unida como espacio de convivencia y de progreso... hasta los asuntos más domésticos que afectan a nuestro país en nuestro día a día y a cada uno de nosotros, es decir, las ideas y las reformas políticas, institucionales y constitucionales que ni los partidos viejos ni los partidos nuevos parecen tomarse demasiado en serio pero que siguen siendo indispensables poner en marcha: la reforma y racionalización del elefantiásico Estado autonómico para garantizar más equidad y más bienestar para todos, el indispensable pacto educativo que dure al menos 20 años, la reforma de la ley electoral para garantizar igualdad en el voto y medidas de regeneración política, la despolitización de la Justicia, el fortalecimiento del menguado Estado del Bienestar debilitado por los recortadores sociales y los privatizadores sin escrúpulos, el futuro de un sistema público de pensiones amenazado por políticos irresponsables e insensibles, la problemática demográfica que afecta a nuestro presente y a nuestro futuro, la creación de empleo digno, estable y de calidad, medidas relacionadas con la lucha contra la corrupción política y en favor de una mayor transparencia y de una mayor participación ciudadana, la derrota del terrorismo internacional que nos acecha y amenaza dentro y fuera de nuestras fronteras y el embate de los nacionalistas que, paso a paso y sin descanso, pretenden erosionar España... al objeto de lograr ventajas políticas y privilegios económicos.
Por mucho que determinadas encuestas nos apunten el supuesto enfríamiento de los postulados rupturistas en Cataluña, sigue siendo éste, sin duda, uno de los más graves problemas que nos sigue afectando, dado que socava nuestro Estado de Derecho y nuestro marco de convivencia, la base de todo lo que tiene incidencia en nuestras vidas. Y porque perjudica la igualdad ya profundamente debilitada en España. Y porque sigue sin haber frente a los nacionalistas un partido político con suficiente peso y representación en el Congreso de los Diputados que enfrente sus mentiras y falacias con sólidos argumentos basados en la ciudadanía compartida, el progreso social, la necesidad de crear espacios cada día más amplios de convivencia y la defensa de la igualdad.
Hay quienes abogan por reformar la Constitución Española para calmar sus reivindicaciones como si esto de tratar calmarlos fuera no ya posible sino ni siquiera aconsejable y quienes comparan al Gobierno de la Generalitat con el Gobierno de España, como si fuera posible situar en el mismo plano a un gobierno golpista que vulnera la legalidad vigente y fomenta la ruptura de la convivencia con otro gobierno que, al menos, reivindica el Estado de Derecho y la legalidad vigente. Hay quienes, ideológicamente perdidos, nos proponen un federalismo asimétrico que ahonde en la desigualdad que ya sufrimos como si además tal cosa fuera a contentar a los insaciables nacionalistas.
Para solucionar nuestros principales problemas hace falta altura de miras, compromiso público y visión de Estado y, desde luego, superar el sectarismo de los principales partidos, sin duda, uno de los más graves problemas que padecemos. Y, frente a los nacionalistas, proponer una alternativa política en positivo, atractiva y atrayente, que incluya reformas profundas para España y argumentos de peso: básicamente, porque los argumentos de quienes no somos nacionalistas son mejores argumentos que los de quienes quieren romper España. Se trata de defenderlos sin miedo y con convicción: justo lo que sobra y lo que falta en quienes supuestamente no son nacionalistas.
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