Educación
Vocación y educación
Conoces lo que tu vocación pesa en ti. Y si la traicionas, es a ti a quién desfiguras. Jorge Díaz, dramaturgo chileno.
Muchos hemos escuchado hablar acerca de la vocación tanto en medios de comunicación como, en la escuela y en la iglesia. ¿Pero... qué significa realmente? Vocación viene del latín y significa literalmente “llamada”, es decir, que es “aquello para lo que realmente estamos llamados”. Una persona se siente llamada a enseñar, a curar, a bailar, a dibujar y de esto ha de aprender el sistema educativo. El problema es que, como toda palabra que tiene un uso constante, su significado se ha ido “desvirtuando”, ya que, normalmente lo utilizamos y asociamos al ámbito religioso. Pero esta palabra se puede trasladar a cualquier profesión, ¿o es que un fontanero no necesita vocación? La vocación es importante en cualquier empresa en la que nos aventuremos, especialmente en la que la vida de los demás dependa de nosotros. ¿Con esto a qué me refiero? A los profesionales de la salud y de la educación.
En el mundo existen profesiones que necesitan un plus o que el principal ingrediente sea la vocación. Entre ellas está la de profesor, médico u otro sanitario, policía, bombero y religioso de cualquier tipo. Sin ella serían incapaces de “sobrevivir” y realizar su oficio con pasión tantísimos años.
Para mí los profesores, también deben ejercer de maestros y educadores. Porque además de transmitir conocimientos científicos, nos deben educar en valores e interesarse por nuestras necesidades individuales. En mi opinión, estamos viviendo un tramo de la historia que probablemente se prolongue, en el que muchas familias no están del todo bien estructuradas y en la que paradójicamente hay menos vocación cuando más se necesita. Algunos padres no transmiten los valores necesarios a sus hijos, por eso ahora es cuando necesitamos tener más maestros y menos profesores.
Nuestro sistema educativo actual es completamente imposible que triunfe por dos razones: Fue diseñado con la mentalidad, la situación y con los instrumentos del siglo XIX y no se mira por el alumno y su vocación. Actualmente se vive en un continuo debate acerca de la educación, ¿por qué nos rompemos tanto la cabeza, con lo fácil que es poner como centro del sistema al alumno?
Toda persona que descubre su vocación, por genuina que sea, y se atreve a vivirla, está llamado a ser feliz y a cambiar el mundo.
Vivimos en un mundo en el que son más importantes lo intereses de unos que las personas en sí. Hay profesionales que intentan hacer las cosas bien y no reciben el apoyo necesario porque a otros no les interesa que funcionen las cosas como es debido. ¡No se te ocurra hacer eso que nos va dar más trabajo a los demás, que lo aprendan en casa! ¡Pero como vas a hacer tal cosa! ¿No ves que si sale bien lo tendremos que hacer nosotros? ¿Por qué vas a intentar mejorar si así estamos bien, a ver si va a funcionar y lo vamos a tener que aprender los demás para la mierda que nos pagan?...
Los niños y los jóvenes necesitamos ejemplos de personas vocacionales, no de interesados sin alma ni corazón. Un ambiente donde no prime el corporativismo, el taparse unos a otros y la ley del mínimo esfuerzo. Por eso desde las instituciones hay que premiar y apoyar al profesor que se preocupa, que se recicla, a ese que sus alumnos admiran y respetan.
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