Ruedas pelig.rosas

Un agujero en los dientes

La Razón
La RazónLa Razón

Se quejan los profesionales de la Odontología y Estomatología, más conocidos como dentistas, de que la asistencia a sus consultas ha bajado de media en España un 45% como consecuencia de la crisis y alertan del riesgo de un incremento de caries y otros problemas bucodentales en los próximos años. Y como solución proponen que el Estado valore la posibilidad de conceder subvenciones a las familias con problemas para que "no dejen de tratarse", según declaró a un periódico gallego José María Suárez Quintanilla, presidente del Colegio de Odontólogos y Estomátologos de Coruña.

Es indiscutible que no pisar las consultas de los dentistas puede acarrear un grave problema irreversible en nuestra salud, pero entra dentro de la lógica que las familias con problemas para llegar a final de mes o que, incluso, necesitan ayudas públicas o de familiares para sobrevivir, aparquen la visita al dentista para cuando lleguen mejores tiempos. Pero esto no es un problema sólo motivado por la crisis. Es un problema de dinero que se traduce en un problema de salud. Primero porque los precios de los dentistas son abusivos, se mire por donde se mire, y segundo porque es un área de salud que tiene muchas prestaciones no cubiertas por la Sanidad Pública lo que retroalimenta los precios abusivos.

Y ahora, en momentos duros, de austeridad, de recortes, de desasosiegos, es hora de que los odontólogos se reinventen y se adapten a la situación. Ha llegado el momento de que se replanteen las tarifas de sus servicios, de que bajen un poco el listón y comprendan que las personas que van a sus consultas no son clientes, son pacientes. No se trata de que "regalen"sus servicios, que nadie pide caridad, pero sí de que ir al dentista deje de ser un lujo cada vez al alcance de menos españoles. La pérdida de clientes es un cáncer de todos los sectores, profesiones, negocios... pero la pérdida de pacientes es un cáncer de la sociedad, que puede acarrear graves enfermedades o discapacidades evitables que nunca se deberían producir.

En definitiva, que yo, cuando veo niños con aparatos en la boca para que los dientes les crezcan de forma sana y correcta, me pregunto por qué esa imagen no la encuentro nunca entre la infancia más desfavorecida, y sin embargo si veo en todos los barrios de cualquier ciudad o pueblo consultas de odontología, clínicas dentales o consultorios bucodentales donde nos ofrecen la sonrisa más blanca que nunca hemos podido imaginar. Sonrisa que en menos de un segundo se torna en problema de salud con riesgo de discapacidad cuando conocemos el presupuesto de los servicios: mejor un agujero en el diente que un agujero en el estómago.