Ruedas pelig.rosas
Vacaciones con sobrecoste: una batalla sin iniciar
Un 7,2% de la población española padece algún tipo de discapacidad, de los que casi un 70% tiene problemas de movilidad, según la base estatal de datos de personas con discapacidad. Esto significa que entre el 42% de españoles que tiene previsto salir este verano de vacaciones, hay un 3%, unos dos millones, con movilidad reducida que optarán por disfrutar sus vacaciones lejos de su lugar de residencia habitual.
Para que las previsiones se cumplan es necesario que los lugares de destino sean accesibles, estén adaptados, que ofrezcan unos mínimos servicios de calidad y se muevan en unos precios competitivos. Y aquí está la roca que puede taponar el turismo con movilidad reducida.
Para que los establecimientos o lugares capten a los turistas deben ofrecer un precio que sea atractivo para el viajero. Lo que no sucede en un porcentaje considerable de los sitios accesibles.
Los alojamientos de turismo accesible se podrían clasificar en dos categorías: por un lado aquellos que dentro de sus instalaciones cuentan con alguna habitación especial o adaptada; y por otro, los edificios modernos, nuevos, totalmente accesibles, con muchos servicios incorporados acordes con los tiempos actuales.
En los dos casos, no es fácil que sean establecimientos económicos, aunque algunos hay, desde luego. Lo que suele supone un sobrecoste de las vacaciones para las personas con discapacidad frente a las que no tienen ningún problema de movilidad.
Aunque el denominado turismo accesible avance, y cada vez haya más establecimientos o servicios adaptados, la batalla de los precios aún no está ganada, ni siquiera en marcha. Y es en este aspecto donde los empresarios del sector deberían poner todo su empeño en comprender que el turismo con movilidad reducida quiere entrar en los mismos lugares que los demás y al mismo precio.
Un ejemplo: Tres amigos, uno de ellos usuario de silla de ruedas; o una pareja, uno de ellos en silla de ruedas y dos niños. En cada una de estas dos situaciones, generalmente se necesitan dos habitaciones. En el primer caso porque es raro que exista una habitación adaptada triple; y en el segundo, porque no suele caber la cama supletoria para los niños.
Si entre los viajeros no hubiese nadie con silla de ruedas, con una habitación en cada caso sería suficiente, y a nadie se le escapa que el coste de sólo una habitación diaria frente a las dos necesarias de los grupos donde hay personas con silla de ruedas, es mucho menor.
En definitiva, que igual de importante es trabajar porque los sitios sean accesibles, como por lograr que no haya sobrecoste en las vacaciones.
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