Covid-19

Diego y sus compañeros de 2 años: a por la cuarta PCR nasal en 1 mes

Los pediatras alertan de la saturación de la Atención Primaria
Los pediatras alertan de la saturación de la Atención PrimariaCATI CLADERAAgencia EFE

Convencer a un niño de dos años o tres años para que se mantenga inmóvil es complicado. Lo es más si delante de su nariz tiene a una enfermera con un artefacto alargado que pretende introducir en su pequeño orificio para tomar una muestra: le van a hacer una PCR de detección del coronavirus.

Si este episodio se repite hasta cuatro veces en un mes, la cosa se complica y los nervios se multiplican, también para las familias. Es lo que le ha ocurrido a Diego y sus compañeros de un centro de educación infantil de Salamanca, según ha explicado a Efe su madre, Elena Muñoz, consciente de que no es el problema más grave de esta pandemia, pero convencida de que se podría evitar.

Tras un comienzo de curso relativamente tranquilo en lo que se refiere a la covid-19, noviembre arrancó con fuerza y tras algún positivo detectado entre las educadoras, los escolares comenzaron un desfile por el Centro de Salud de Capuchinos, en la capital salmantina, que aún no ha terminado.

El estado de nervios de los pequeños y el temor a que el hisopo pudiera dañarles por algún movimiento brusco de cabeza es un mal trago para todos, también para las profesionales que tienen que hacer la prueba nasofaríngea, quienes en algunos casos reconocen que no es la más apropiada para ellos.

En el caso de Diego, comenzó un tira y afloja de sus padres con los rastreadores, a quienes pidieron una alternativa menos invasiva en lugar de la PCR por la nariz. Y el caso llegó hasta la coordinadora de Covid-colegios, quien insistió a los padres en la necesidad de realizar la prueba como está establecido.

El caso es que el protocolo marca que para los mayores de 1 año la prueba actualmente prescrita es la PCR nasal -también la de antígenos toma la muestra por la nariz-, por lo que los rastreadores advirtieron a la familia de Diego que si no se sometían a la prueba el pequeño quedaría registrado como positivo y su padre y su madre no podrían ir a trabajar.

Lo tomaron “como una amenaza”, pero insistieron hasta que les permitieron hacer la toma de la muestra en la boca y no en la nariz. A pesar de que la madre de Diego consiguió llegar a este acuerdo con los rastreadores, al llegar al centro de salud inicialmente le negaron esa posibilidad, aunque finalmente accedieron para cumplir con el trámite comprometido.

Y claro, con el caldo de cultivo de inquietud y preocupación que había en el centro infantil, corrió como la pólvora que finalmente accedían a hacer la prueba por la boca como alternativa a la nariz.

Pero fue un espejismo. A partir de entonces, todos por la nariz y con las mismas alternativas laborales para las familias, lo que generó nuevamente una frustración que finalmente ha quedado plasmada en alguna queja presentada ante Sacyl, para demandar un cambio en el protocolo, que pase incluso únicamente por el confinamiento, sin la realización de prueba alguna.

Las alternativas que parecen más cercanas son los test de saliva que parecían inminentes en septiembre, cuando la propia consejera de Sanidad, Verónica Casado, se refirió a ellos como una de las recomendaciones del Grupo de Expertos de la Comunidad y esta semana han vuelto a estar en el debate, al anunciar la Comunidad de Madrid que están cerca de la validación de un test de autodiagnóstico que funciona con saliva.