Religión
Javier Burrieza defiende la necesidad de comunicar, narrar y transmitir Semana Santa
Emotivo pregón en la Catedral de Valladolid preñado de vivencias personales y referencias históricas
La Semana Santa “debe ser comunicada, narrada y transmitida” por atesorar una dimensión espiritual y social, además de una proyección cultural, histórica y artística que excede el mero ámbito religioso, ha reflexionado este viernes el historiador Javier Burrieza (Universidad de Valladolid).
La Semana Santa “no se puede convertir en el paño que, encerrado en un arca que, se pretende vender”, ha manifestado Burrieza al pronunciar en la catedral el pregón de la Semana Santa de Valladolid delante del arzobispo, Ricardo Blázquez; del alcalde, Óscar Puente; y de miembros de las veinte cofradías.
El pregón, preñado de vivencias personales y referencias históricas, ha reivindicado el vigor de una celebración que cada año renueva sensaciones de múltiple extracción entre el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección, en el caso de Valladolid con treinta y ocho procesiones sostenidas por más de 12.500 hermanos.
“Es el encuentro con los más afectivo y familiar de la fe comunicada y transmitida con el alma de lo colectivo”, pero también “es el goce estético anta tanta belleza, arte, letras y música: es el descubrimiento del hombre en la humildad y el amor”, ha resumido durante su intervención este profesor de Historia Moderna.
No ha olvidado Javier Burrieza el drama ocasionado por la “trágica pandemia que tantos daños sufrimientos ha provocado a nuestro pueblo, que tantas vidas y esperanzas ha segado, que tantas noches oscuras del alma ha provocado en nuestra confianza”.
En su condición de cronista y testigo de la historia, ha evocado dos fechas señeras como son el 75º aniversario de la creación de la Junta de Cofradías de Semana Santa y el centenario de la restauración de las procesiones en el formato actualmente conocida, con la llegada en 1922 del arzobispo Remigio Gandásegui.
Del esfuerzo realizado por este prelado hace un siglo se ha hecho eco el pregonero al elogiar el objetivo que persiguió de conseguir “una presencia notable de la Iglesia en la calle a través de formas de religiosidad antigua que debían ser rescatadas y que además, por sí mismas, poseían un prestigio aunque muchos no se hubieran dado cuenta de ello”.
De esa mezcla de tradición y modernidad surgió un acontecimiento “único e inigualable” en el caso de Valladolid, una secuencia de procesiones y otros actos penitenciales transmitidos con sencillez y naturalidad de padres a hijos como al propio pregonero le ocurrió y él hace ahora con sus tres hijos, según ha explicado.
Buena parte del traslado de ese material entre generaciones ha corrido a cargo de las veinte cofradías censadas en la Semana Santa de Valladolid, de origen gremial, con varios siglos algunas y otras de menor de edad, autónomas en sus estatutos, regla y desenvolvimiento, a las que Javier Burrieza ha pedido “apertura de miras y sentimientos”.
“Es importante porque (todas ellas) se encuentran en la misma orilla de la tradición sin que importe el siglo de su fundación”, ha expuesto sin más profundidad.
Miguel de Cervantes, Miguel Delibes, Francisco de Cossío y Francisco Pino son algunos de los escritores que ha mencionado en su alocución un pregonero que, por otra parte, ha defendido la presencia de los pasos en las calles porque para ello fueron realizados “y allí cobran sus gestos todo su sentido”, ha recalcado.
El pregón, primer acto oficial de la Semana Santa, se ha celebrado junto al altar mayor de la catedral, delante de un montaje de imágenes formado por el Santísimo Cristo de la Exaltación y Nuestra Señora de los Dolores, propiedad de la cofradía de la Exaltación de la Cruz, y un sayón de Gregorio Fernández que pertenece a la colección permanente del Museo Nacional de Escultura.
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