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¿La gripe española podría haberse evitado?

Los primeros casos reportados se remontan a dos años antes de la pandemia, en 1916, con lo que hubiese habido tiempo de generar una vacuna

¿Fueron los patos los causantes de una de las mayores pandemias que ha vivido la humanidad? La tesis de un tipo de gripe aviar que mutase con virulencia a los humanos es una de las múltiples teorías de cómo se inició la mayor pandemia registrada en el mundo moderno, la gripe española que mató entre 20 y 100 millones de personas entre 1918 y 1919 y que se superó, tristemente, porque como había afectado ya a un tercio de la humanidad, o la gente estaba muerta o estaba inmunizada y el virus no encontró mayor recorrido. Lo mismo, parece, que va a ocurrir con este coronavirus.

Al norte de Francia, en la pequeña localidad de Étaples, existía en 1916 una Base Militar Británica destinada a reforzar las líneas de defensa en la I Guerra Mundial. Reunía a 100.000 soldados de las tropas británicas, francesas y americanas en apenas 12 kilómetros cuadrados. Situada cerca de la orilla atlántica, sus alrededores estaban plagados de aves migratorias, patos, gansos, además de granjas de cerdos, todos utilizados por los campesinos locales para proveer de alimento para los soldados.

Aquel espacio hacinado era una auténtica pesadilla, Las malas condiciones higiénicas, combinadas con el frío, la lluvia, el agotamiento de los hombres, una alimentación escasa, y las consecuencias de la guerra, centradas en heridas por el cuerpo a cuerpo con bayonetas y el contacto con gas mostaza y hasta 23 tipos de gases tóxicos diferentes hicieron que la gripe, ante la bajada de defensa, se tornase rápidamente en neumonía purulenta.

Lo mismo sucedió en otra base militar en Aldershot (Inglaterra) en la misma época. En los hospitales cercanos ingresaban entre 1915 y 1916 hasta 30.000 soldados con síntomas relacionados con una gripe tópica. Sin embargo, a finales de 1916 y principios de 1917, empezaron a aparecer casos diferentes, de un mismo tipo que la gripe, pero inusitadamente mortal. De una simple febrícula, escalofríos y agotamiento general, se pasaba en apenas 24 horas a fiebres elevadas, dificultad respiratoria, una tez azulada y la muerte por asfixia con sus propios fluídos. Los soldados sangraban por la nariz y se desgañitaban de dolor. De pronto, la tasa de mortalidad de la gripe en esos hospitales se situó en el 50 por ciento.

«Hemos identificado brotes de infección no tratados: brotes que, juzgados como menores en ese momento, ahora pueden verse como cada vez más importantes, y un presagio del desastre por venir», explica el profesor John S. Oxford, de la Universidad Queen Mary de Londres, uno de los máximos expertos en gripe del Reino Unido. Sus análisis, publicados por la revista “The Lancet”, determinaron que ocho genes de la familia H1N1 que asoló el mundo en 1918 ya se encontraban en estos soldados en 1916.

¿Por qué no se hizo nada entonces? Por el mismo motivo que se prohibió después informar sobre la pandemia, para no bajar la moral de los soldados. Se creyó que no era más que una gripe estacional y que sus efectos no tendrían consecuencias. Su alta tasa de mortalidad iba acompañada de una transmisión escasa, lo que posibilitó que se conteniese con relativa facilidad. ¿Qué pasó entonces? Lo que ocurre muchas veces, el virus mutó, perdió parte de su virulencia, pero ganó en capacidad de transmisión, y así un tercio de la humanidad se vio afectada. “Una vez que el virus puede propagarse de humano a humano, ocurre un desastre. Con un tiempo de incubación de dos a tres días, de solo tres pacientes que se infectaron originalmente, se puede causar un millón de infecciones en aproximadamente 40 días. Y esto es probablemente exactamente lo que sucedió en 1918-1919”, concluye Oxford.

Otra teoría incide en el origen chino de la enfermedad, de donde la mayor parte de virus asociados a la gripe surgen. En caso es que en China también sufrió la pandemia en 1918, pero con mucha menos virulencia que en otros lugares. En el sur, la tasa de muertes era tan baja comparado con el resto del mundo que parece evidente que sus habitantes debían estar en cierta medida inmunizados. En la zona de la base militar de Étaples había una importante colonia de campesinos provenientes de Indochina. También había inmigrantes chinos que trabajaban en la industria del armamento, los astilleros, las minas de carbón y en el mantenimiento de raíles y carreteras. Pudo haber entonces la mutación del virus aviario que sería la causa de lo que vendría después. En ese momento, gansos, patos y cisnes utilizaban ese emplazamiento como reserva y que la enfermedad saltase a los soldados a partir de las heces de las aves acuáticas migratorias.

Lo cierto es que, después del final de la pandemia en 1919, diferentes brotes fueron surgiendo de la misma familia hasta su final erradicación. En 1957, un brote en Asia oriental se cobró la vida de dos millones de muertes en todo el mundo. Aquí suele comprenderse el final de este tipo de cepas. Diez años después, en 1968, se declaró un nuevo tipo de gripe que mató, según las estimaciones, a 4 millones de personas. Así que el coronavirus no deja de ser un patrón establecido en el tiempo al que podríamos haber estado mejor preparados.

Últimamente, un estudio dirigido por el doctor Michael Worobey, de la Universidad de Arizona (UA), en Tucson, Estados Unidos, sugiere que los tipos de virus de la gripe a los que las personas fueron expuestas durante la infancia pueden predecir cómo de susceptibles son a futuras cepas. Worobey y sus colegas desarrollaron un enfoque con un reloj molecular preciso y lo utilizaron para reconstruir los orígenes de la pandemia del virus de la influenza A H1N1 de 1918 (IAV), el virus H1N1 de la gripe porcina clásica y el linaje de H1N1 estacional postpandémica que circuló desde 1918 hasta 1957. Sorprendentemente, no encontraron ninguna evidencia de cualquiera de las hipótesis vigentes para el origen del virus de 1918: que saltó directamente de las aves o que implicó el intercambio de genes entre cepas humanas y de la gripe porcina existentes. En su lugar, dedujeron que el virus de la pandemia surgió poco antes, un mi de 1918 por la adquisición de material genético de un virus de la gripe aviar por el virus H1 que ya estaba circulando entre los humanos, uno que probablemente había entrado en la población humana entre diez y 15 años antes de 1918. En definitiva, la mal llamada gripe española sigue siendo todo un enigma