Entrevista
Daniel Vázquez Sallés: «No existe una palabra para definir la muerte de un hijo»
El autor barcelonés relata lo padecido por su hijo y el legado que le ha dejado en un libro imponente titulado «El Príncipe y la muerte»
Probablemente sea la muerte de un hijo lo peor que pueden sufrir un padre y una madre. Eso es lo que vivió el escritor y periodista Daniel Vázquez Sallés. De su experiencia ha logrado escribir un luminoso libro titulado «El Príncipe y la muerte», publicado por Folch & Folch. El autor habló con este diario de su nuevo trabajo y de lo padecido en primera persona.
Escribir un libro como el que ahora presenta, ¿le ha sido también una suerte de terapia?
Sí, me ha servido terapia, pero no es un libro escrito con la intención de realizar una reclamación de algo. Marc, mi hijo, existió y fue un niño fantástico. Marc no tendrá un lugar en las enciclopedia. Con este libro he querido hacer una reivindicación.
Para poder escribir este libro se trasladó a una isla griega llamada Koufonisia.
Sí, porque aquí no podía, había muchas cosas que me ligaban a todo lo que había pasado. Quería estar a solas con mi hijo, hablar de su madre, encontrar un lugar sin ningún tipo de ligaduras sentimentales. Además, estar tan lejos me sirvió para encontrar mi voz, me ayudó mucho para encontrar mi figura como padre de Marc.
Además, por lo que cuenta en «El Príncipe y la muerte», llevaba unos horarios muy rigurosos mientras permanecía trabajando en la isla.
Todos estos horarios los aprendí durante el tiempo en el que estuve en el centro rehabilitación. Son esos hábitos que usas para cambiar de vida. Por ejemplo, lo primero que hago es la cama. Una vez hecho eso empieza todo a ir bien. Mis días fueron para escribir horas, comer, pasear... Allí caminaba mucho y también hablaba mucho con mi hijo. De vez en cuando tenía que descansar porque acababa muy cansado.
Usted afirma algo que es cierto y es que no existe una palabra con la que definir a quien ha perdido un hijo.
Es cierto. No existe una palabra para poder definir lo que supone la muerte de un hijo. Eso dice mucho del miedo que da que eso ocurra. La muerte, sobre todo en la infancia, es durísima. Sin embargo, este es un libro sobre la vida, sobre un luchador que es lo que fue Marc.
Me gusta cuando define a su hijo como un ser luminoso pese a las adversidades.
No sé si era él consciente de eso, pero era una luz. Me enseñó la importancia de las cosas más pequeñas, de lo que significan y representan, como es un zumo de piña, un paseo por la ciudad, caminar por lugares sin destino fijo... Esas pequeñas cosas son muy importantes. Le pondré un ejemplo. Cuando salí del centro de rehabilitación probé una tortilla a la francesa y fue entonces cuando encontré todos los gustos a algo que aparentemente parece tan poca cosa.
¿Ha tenido en cuenta otros libros que han tocado un tema parecido? Pienso, por ejemplo, en «Mortal y rosa» de Francisco Umbral o «La hora violeta» de Sergio del Molino.
Era muy consciente del caso de Umbral. Mi padre [el escritor Manuel Vázquez Montalbán] era amigo suyo y me hablaba de él. Cuando se metían con él me recordaba todo lo que había pasado. Sin embargo, volviendo a su pregunta, cada duelo es diferente. Busqué procesos del duelo, pero eso es algo que depende de cada uno, de tu relación con la muerte.
Su hijo padecía dos enfermedades de las definidas como raras.
Sí, padecía el síndrome de Ondie y el síndrome de Hirschsprung. Son dos enfermedades neurológicas.
Pese a todo, su hijo les plantó cara de una manera sorprendente y valiente.
Toda la vida con mi hijo fue de día a día. Nunca hacíamos planes con antelación porque todo esto era el día a día. El libro es un recorrido por su vida queriendo hacer un largo viaje con él. Así he tenido la sensación de recuperar cosas, instantes con mi hijo que no veía claro. Me impresiona su fuerza. Era el príncipe valiente, pero con la muerte un día lo pierdes todo. Era un niño con una gran positividad. Le contaré una cosa: la única vez que dijo que se encontraba mal fue cuatro días antes de morir. Hasta ese momento no se quejó nunca.
Usted recuerda que Marc estaba en el mejor momento de su vida cuando le llego la muerte.
Muere en el mejor momento de su vida, cuando estaba aprendiendo a leer y a escribir. Todo fue por una bacteria hospitalaria. Esta bacteria, que es de uci, siempre busca la forma más débil del paciente. Le tocó el intestino. Esa bacteria hizo que durara cuatro días.
Marc ha sido su ayuda.
Ha sido mi terapeuta. Era muy feliz y eso es lo que me gustaba resaltar en el libro. Mientras estaba en la isla recordaba todo eso y me vinieron muy bien porque he querido contarlas.
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