Entrevista

Gregorio Luri: "La educación gratuita en España es un mito"

El maestro y filósofo ha publicado «En busca del tiempo en que vivimos» (Deusto), donde radiografía el momento que atraviesa la humanidad

Gregorio Luri: «Los niños aprenden por los ojos»
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Gregorio Luri, maestro y doctor en filosofía, está afincado en Barcelona, aunque nació en Azagra (Navarra) en 1955. Escritor y columnista, la voz de Luri se ha ido ganando el respeto intelectual de muchos, independientemente de la orientación de sus análisis. Ahora, publica «En busca del tiempo en que vivimos» (Deusto), donde desmenuza, fragmento a fragmento, cuál es el momento que atraviesa la humanidad: a su juicio, atraviesa una situación inédita, de «miedo a sí mismo».

Critica el catastrofismo. ¿No cree que es connatural al hombre?

Desde que el mundo es mundo, siempre ha habido miedo: cuando no ha habido miedo al diluvio universal, ha sido a los bárbaros o lo que pueda pasar. Lo que es nuevo es que el hombre tiene miedo de sí mismo: se considera un mal gestor de sus propios intereses y eso tiene difícil cura. Por eso, precisamente, junto al miedo, aparecen las alternativas del poshumanismo o el transhumanismo. Es decir, los bárbaros no están en la frontera, sino que parece que cada uno llevase en su interior un bárbaro y ese sí que es un miedo que parece nuevo.

Habla del miedo a nosotros mismos como el «monstruo» de nuestro tiempo. Políticamente, ¿qué desenlace puede tener este tiempo?

Con esto hay que ser muy humilde: nunca sabemos si se está acabando el mundo o nuestra imagen del mundo. Vivimos el presente como crisálidas y nunca sabemos si lo que nos está pasando es que está acabando algo o estamos en una transformación hacia la mariposa. Por eso, el libro resalta el concepto de fragmento y acaba con una fragmentación, con aforismos. Cada vez que intentamos captar la totalidad del mundo, te encuentras con fragmentos. Entre esa visión fragmentaria y esa cierta sombra que siempre tiene la filosofía cuando intenta comprender el presente te encuentras en esa situación: cuando intentas comprender el presente, el presente siempre está un paso más allá.

Señala la hiperfragilización de los alumnos. «La sensibilidad emocional es el límite de la libertad de expresión», afirma. ¿Cree que esto debilita mucho a Occidente frente a China o Rusia?

Esto parece indudable. Cuando Ortega escribe la Rebelión de las Masas, capta la verdadera cuestión: que Europa no quiere mandar. Europa no quiere mandar porque no tiene convicciones, no se siente segura de sí misma, ha perdido esa mirada confiada en el futuro. Ortega lo ve antes que nadie, a mi modo de ver. Y eso ha ido a más: Europa se considera depositaria de todos los pecados del hombre blanco occidental. Entonces, por una parte, estás en situación comprometida entre las grandes potencias y, por otra, ante el reto demográfico extraordinario de las migraciones.

¿Esto cómo se puede revertir?

No creo que el hombre europeo esté en condiciones de recuperar la fe en sí mismo, ojala esté equivocado. Creo que todo apunta a que vamos hacia un ocaso más o menos dulce, esperemos que no dramático.

Pero aun así, la vía europea y occidental se está imponiendo en la guerra a Rusia, en la pandemia a China o al actual régimen de Irán.

Pero los rusos creen en sí mismos, ya se recuperarán; los chinos creen en sí mismos, ya encontrarán su camino; e, Irán, con todas las incertidumbres que pueda tener, no es si no una de las manifestaciones de una religión que mantiene muy firme su fe, que es el islam. La gente que nos está llegando a Europa y, creo que debemos ser máximamente generosos con la migración, es gente que viene y ya no considera la cultura o tradición europea como propia. Tenemos un gran numero de jóvenes en Europa que no se sienten herederos de una cultura como la europea: están viviendo aquí pero se sienten herederos de otra cultura. Y ese es un fenómeno que está ahí: me defino sin ningún complejo como conservador y creo que el gran lema es el que está en el escudo de Estados Unidos, «E pluribus unum»: cómo ser al mismo tiempo plurales sin escindirnos en fracciones enfrentadas. Cómo podemos ser un uno que recoja la mayor pluralidad posible. Es el reto que tenemos planteados los europeos y no tengo claro que sepamos resolverlo.

En este sentido, el populismo de ultraderecha es una reacción a este problema. ¿Cómo lo enmarca?

El populismo siempre ha sido un componente natural de la democracia. No hay democracia sin sofística, y no hay democracia sin populismo. Lo que hay ahora es cierto escándalo al descubrir que buena parte de las causas en que creían nuestros padres, resulta que son imperfectas. Pero siempre fueron imperfectas: lo que hace falta es ver si han perdido su nobleza. Y yo creo que la democracia es la principal de las causas nobles imperfectas. La historia de la democracia ateniense es un democracia acosada por el populismo, permanentemente. En la historia de las democracias europeas o norteamericana ha pasado lo mismo. Quizás tendríamos que hacer una excepción con la británica. Las grandes dictaduras que han surgido en Europa han surgido en democracia. No entiendo muy bien cuando nos escandalizamos con el populismo como si hasta ahora no hubiera existido nada semejante.

¿Cómo se puede combatir el populismo?

A mí modo de ver, con unas políticas centrípetas, que, de alguna manera, el centro político pueda resultar atractivo. Y, por lo tanto, el centro no es un lugar, sino una dinámica, pero no parece que estemos hoy cerca de generar esas políticas centrípetas, ni tan siquiera por los que critican el populismo.

Usted ha sido maestro, ¿cuál es el problema que tiene España educativamente para que siga habiendo tanto fracaso escolar?

La escuela también está viviendo esas políticas centrífugas de la vida política: hoy yo diría que en España tenemos varios problemas considerables. El primero es que hacemos leyes que tienen unas fórmulas muy ambiguas y el articulado lo desarrollan las distintas comunidades. Las comunidades han generado sus propias inercias y dinámicas, y entre Extremadura y Cataluña cada vez hay más divergencias. Dudo que podamos hablar de un sistema educativo. El segundo es que un sistema como el nuestro tiene una herida grave porque parece vivir satisfecho pese a que uno de cada cuatro de nuestros jóvenes que acaba la ESO tiene problemas para comprender un texto mínimamente complejo: creo que debería haber una emergencia nacional. Y, el tercero, que resume todo, es que nuestro sistema educativo tiene un problema fundamental y es que se evalúa a sí mismo por la altura de sus intenciones y no por la realidad de sus resultados.

Como antiguo maestro, ¿qué papel asigna entre los problemas educativos al profesorado?

Estamos asistiendo, desde hace varias décadas, a un progresivo incremento del gasto que las familias dedican a la formación extraescolar de sus hijos. Las familias pobres, sobre todo, para intentar que sus hijos no se queden atrás; y, las familias ricas para completar los estudios de sus hijos. Se está incrementando el consumo cultural de las familias. Si se acude al mercado en busca de conocimiento, no es porque los padres tengan deseo exacerbado de consumir productos cognitivos, sino porque no acaban de estar contentos con lo que les ofrece la escuela. Eso me parece que es un dato de la realidad. Llegamos a la conclusión de que en España eso de la educación gratuita es un mito. Si quieres que tu hijo tenga una formación rigurosa en inglés o en matemáticas, vas a necesitar un complemento extraescolar.

¿Cómo ve la reforma para que repetir sea excepcional? El Gobierno aduce que ya se aplica en muchos países.

Esa es un visión muy grosera de la realidad. Cada autonomía tiene sus propias dinámicas: en no todas se repite de la misma manera. Antes de lanzarse a modificar el sistema de repetición, podríamos estudiar qué pasa con Castilla y León, que tiene buenos resultados. Deberíamos empezar por ahí y ver en qué cursos es más interesante repetir y en qué curso puede no merecer la pena. Estoy convencido de que tercer y cuarto de primaria es en los que te juegas tu progreso escolar porque son los cursos en los que se pasa de aprender a leer a aprender leyendo. Sería muy partidario de que los niños que presentan un retraso en su competencia lectora, repitan con un programa muy centrado en sus necesidades. Disponemos de muchos estudios internacionales que hablan de la conveniencia de repetir en tercero y cuarto de primaria.