Ciencia

Cómo triunfar en la ciencia siendo un “completo gilipollas”

La historia de cómo “Stronzo Bestiale” consiguió publicar dos artículos científicos sin existir siquiera.

Captura de la página dedicada a Stronzo Bestiale en Scopus.
Captura de la página dedicada a Stronzo Bestiale en Scopus.anónimo

Todos hemos tenido compañeros de trabajo algo irritantes y conocemos a gente que no merece la suerte profesional que ha tenido. Puede que incluso les hayamos adjudicado algún mote ofensivo a sus espaldas. Es natural. Sin embargo, imagina que de repente, el trabajo de una de esas personas apareciera firmado con esos mismos motes malsonantes. Un papel oficial coronado por un sonoro “Completo Gilipollas”. Se hace duro hasta de leer. Sin embargo, existe un documento así, o, mejor dicho: dos.

Se trata de un par de artículos científicos publicados en prestigiosas y sesudas revistas de física. En su cabecera puedes ver “Stronzo Bestiale” o “S. Bestiale” que traducido del italiano sería algo así como “Completo Gilipollas”. Siempre como tercer autor, un puesto modesto pero apreciado; sobre todo teniendo en cuenta que esas dos revistas pertenecen a lo que se conoce como primer cuartil, lo cual significa que están entre la cuarta parte más famosa de todas las revistas de su disciplina. Cuantas más publicaciones tengas y en mejores revistas estén más posibilidades hay de que consigas una beca o una plaza fija. Es el sueño de cualquier investigador y extrañamente, el señor Bestiale hizo pleno. De dos artículos publicados, dos que han salido en revistas líder de su campo. ¿Cómo es posible? ¿Quién es ese genio de tan desafortunado nombre? La respuesta deja en muy mal lugar, no a sus padres, sino a las revistas científicas.

El misterio del Completo Gilipollas

Las mismas dudas que están pasando por tu cabeza son las que sintió Vito Tartamella en 2014, cuando la firma de Stronzo se cruzó en su vida. Cualquier otra persona con conocimientos de italiano se habría reído un rato con la casualidad y habría continuado con sus cosas, pero ese no era el caso de Tartamella. Resulta que aquel hombre se había vuelto un experto en nombres italianos tras publicar un libro sobre el tema y no le sonaba que existiera ningún Stronzo. Tartamella y aquel misterio parecían estar hechos el uno para el otro.

Así pues, el experto decidió empezar empleando la herramienta más básica del detective, el listín telefónico. Al parecer había unos cuantos apellidados Bestiale, y algún que otro Stronzieto, pero ningún Stronzo y mucho menos Stronzo Bestiale, lo cual tiene cierto sentido, pues ¿qué padres llamarían así a su hijo? Aquello era extraño. De repente, Tartamella se encontraba persiguiendo a un fantasma.

Nada parecía tener sentido. Si no existía ¿cómo era posible que aquel hombre hubiera podido publicar un artículo? O, lo que es más, que acumulara más de 152 citas (176 ahora) Las citas son una de las formas en que se valora la calidad del trabajo de un científico. Es un sistema algo perverso que no distingue si están hablando de ti para elogiar tu trabajo o para criticarlo, porque lo único que cuenta es que la gente hable. En cualquier caso, 152 era un número más que decente para solo tener dos artículos. El misterio no se podía quedar así, por lo que Tartamella sacó la segunda herramienta del detective: el correo.

Captura del Scopus de Stronzo Bestiale mostrando sus dos artículos publicados.
Captura del Scopus de Stronzo Bestiale mostrando sus dos artículos publicados.anónimo

Doctor Hoover, supongo

Nuestro protagonista estaba decidido. Encendió el correo y comenzó a redactar un correo dirigido al doctor Hoover, aparentemente el investigador principal de los dos artículos publicados por Stronzo. Es más, en un tercer artículo de Hoover había un apartado de agradecimientos donde resaltaba la influencia que el Dr. Bestiale había tenido en su trabajo. No era descabellado pensar que esos dos eran conocidos, o incluso buenos amigos, así que ¿quién mejor para deshacer este entuerto?

Agradecimientos en los que Hoover se refiere al señor Bestiale diciendo lo siguiente: "Las conversaciones con Daan Frenkel y S. Bestiale fueron particularmente útiles.[...]"
Agradecimientos en los que Hoover se refiere al señor Bestiale diciendo lo siguiente: "Las conversaciones con Daan Frenkel y S. Bestiale fueron particularmente útiles.[...]"anónimo

La respuesta de Hoover no tardó en llegar, pero, desde luego, no era lo que Tartamella esperaba. Al parecer, en aquella época él y su equipo estaban desarrollando una nueva técnica computacional que permitiría simular sistemas biológicos complejos como la manera en que algunas moléculas se pliegan dando forma a su estructura, o el intercambio de sustancias de las células con el medio, a través de su membrana. Sin embargo, por aquel entonces se trataba de un campo bastante nuevo y disruptivo y que se apoyaba en áreas dispares de la física y las matemáticas. En otras palabras, era lo suficientemente innovador como que su publicación diera problemas.

Cuando un equipo de investigación envía un artículo a la revista donde quieren publicarlo, lo mejor que pueden hacer es ponerse a trabajar en otra cosa mientras esperan la respuesta. Su aprobación es un proceso lento, y no solo por la burocracia, sino porque depende de que la revista encuentre a expertos sin conflictos de intereses, que puedan valorar la calidad del artículo en cuestión. Es lo que se conoce como revisión por pares y en ella cada experto da su opinión justificando por qué considera que ha de aceptarse o rechazarse el artículo, indicando las cosas que ve necesario cambiar o cualquier sugerencia que tenga para mejorar el trabajo. Aparte de esto, el editor de la revista se reserva el derecho a decidir si les interesa el artículo independientemente de su calidad. En resumen, las modas afectan a qué artículos se publican y cómo lo hacen.

Volviendo al Doctor Hoover, según relata él mismo, presentó un artículo sobre esta nueva técnica computacional a dos revistas (Physical Review Letters y Journal of Statistical Physics), pero ambas lo rechazaron alegando que era “demasiado innovador”. Por supuesto, no sabemos si esa fue la única crítica, pero tenemos un dato incluso más interesante. Ante la negativa, Hoover decidió rebelarse y se dispuso a reenviar el artículo, pero con dos ligeros cambios. El primero fue el título, que sustituyo por algo más comedido. El segundo fue añadir a un nuevo autor, para evitar sospechas. Pero ¿quién? ¿A quién poner para que compartiera el mérito con el doctor Bill Moran y él?

¿Qué significa qué? Pues mucho mejor

Dándole vueltas a aquello, le vino a la mente la conversación que había interceptado volando a París. Dos mujeres de avanzada edad estaban hablando en italiano sobre alguien y no dejaban de repetir airadamente “stronzo” y “stronzo bestiale”. Hoover debió de pensar que se trataba del nombre del individuo en cuestión, pero antes de usarlo decidió confirmarlo, no fuera a estar cometiendo un error. Al preguntarle a un amigo italohablante, este se rió y le tradujo la expresión. Aquello habría hecho cambiar la decisión de cualquiera, pero no la de Hoover, que, reafirmado en su postura contestataria envió el artículo por segunda vez.

Curiosamente, la misma revista que había rechazado sus ideas unos meses antes, ahora la había aceptado de buen grado. Sin críticas serias ni apenas sugerencias. En unos meses Stronzo Bestiale lucía como coautor de un paper en, ni más ni menos que Journal of Statistical Physics. La subjetividad de los editores había quedado expuesta y no solo eso, sino que les habían colado un buen gol, porque habían aprobado el trabajo de una persona inexistente, alguien que bien podría ser un fraude, pues se declaraba trabajador de una universidad que no había oído hablar de él y poseedor de un título que, evidentemente, no tenía. Para Hoover aquello era un quod erat demostrandum en toda regla y para Tartamella un gran artículo con el que descubrir el pastel. A fin de cuentas, Hoover ya estaba jubilado y no tenía gran cosa que perder.

Comunicado en que Joel L. Lebowitz, editor del Journal of Statistical Physics, se disculpa ante los lectores por no haber detectado la "estupidez" de los dos autores.
Comunicado en que Joel L. Lebowitz, editor del Journal of Statistical Physics, se disculpa ante los lectores por no haber detectado la "estupidez" de los dos autores.anónimo

Por supuesto, cuando los responsables de la revista se enteraron pusieron el grito en el cielo y rogaron disculpas. Incluso algunos investigadores italianos llegaron a tomarlo como una ofensa hacia su trabajo. En resumen, la maniobra de Hoover no pasó desapercibida y se suma al gran número de casos en que el aparentemente estricto corte de las revistas científicas muestra sus sesgos más humanos. Lo cual nos lleva a reflexionar sobre lo importante que es leer todo en profundidad antes de formarse una opinión. Que algo se publique en Nature o Science no avala automáticamente todas sus afirmaciones, recordemos la cantidad de artículos cuestionables que han publicado estas revistas, como fue el caso de la memoria del agua.

Desconfiemos de todo, busquemos las fuentes, indaguemos cómo se ha obtenido tal o cual información y entendamos que tener una opinión válida es costoso en tiempo. Cuanto menos invirtamos en formarla, menos valdrá lo que tengamos que decir.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No todo lo que se publica en una revista científica de prestigio es bueno ni todo lo que se descarta es malo. Para determinar esto hay que indagar en las características y los resultados del estudio, porque el criterio de las revistas tiene sesgos y sigue modas, como es natural.

BIBLIOGRAFÍA (MLA):