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Evolución

Científicos observan la evolución en directo y aprenden a predecirla

Un nuevo estudio relata cómo una población de caracoles marinos de Suecia ha evolucionado durante los últimos 30 años según lo que los investigadores habían predicho

Caracoles marinos L. saxatilis suecos. Daria ShipilinaEurekalert

La evolución es un concepto que conocemos desde mucho antes de Darwin. No hizo falta que publicara el origen de las especies en 1859 para que los antiguos griegos, como Anaximandro, sospecharan que unas especies, a lo largo del tiempo, podían cambiar hasta convertirse en otras. Lo que realmente hizo Darwin fue proponer la selección natural como motor del cambio y reunir multitud de ejemplos. Más adelante, comprendimos que los genes eran el formato en que los “más aptos” transmitían las características ventajosas a su descendencia. Sin embargo, tras tantos años afinando nuestra comprensión sobre la evolución sigue habiendo personas que, desde el desconocimiento, la niegan. Quieren pruebas tangibles y, ahora, un grupo de científicos han podido observar cómo unos organismos evolucionan en otros en vivo y en directo.

Todo empezó con una catástrofe medioambiental en 1988, al oeste de Suecia, concretamente en el archipiélago de Koster. Aquel año, una floración descontrolada de algas tóxicas arrasó con buena parte de la vida que prosperaba en sus islotes. Concretamente, redujo la población de caracoles marinos hasta hacerlos casi desaparecer. La especie, conocida como Littorina saxatilis, descendió hasta el 1% en las islas más grandes y desapareció por completo de las más pequeñas. Dos años y cuatro generaciones de caracoles después, las islas grandes ya se habían recuperado por completo, pero los islotes más pequeños seguían despoblados. Así pues, en 1992, a la ecóloga marina Kerstin Johannesson tuvo una idea: aprovechar estos islotes vacíos para diseñar su propio experimento evolutivo.

Caracoles de ola o de cangrejo

La idea era relativamente sencilla, pero sofisticada. La doctora Johannesson conocía bien a la especie de caracol arrasada en 1988 y sabía que, en realidad, existían dos ecotipos (variantes adaptadas a diferentes medios). Los caracoles de ola eran las “versiones” más pequeñas dentro de la especie de Littorina saxatilis. Sus conchas delgadas y llenas de colores habrían sido un gran atractivo para los depredadores y por eso suelen encontrarse, mayormente, en islotes pequeños donde rompen las olas y escasean los cangrejos. De hecho, estos caracoles aprovechan la falta de peligros para exhibir un comportamiento más “audaz” (en palabras de los investigadores).

Los caracoles de cangrejo, en cambio, están adaptados al litoral de islas grandes, donde hay más cangrejos dispuestos a devorarlos. Por lo tanto, sus conchas son más grandes y gruesas. La abertura es más angosta, sus colores más discretos y son mucho más cautos que sus parientes de ola. En realidad, en las islas grandes podemos encontrar ambos ecotipos, pero antes de 1988, en los islotes pequeños (esos que en 1992 seguían despoblados) solo había caracoles de ola. Era la oportunidad perfecta y la doctora Johannesson se aventuró a lanzar una predicción: si introducía caracoles de cangrejo en los islotes despoblados, en unas décadas evolucionarían adaptándose al nuevo medio hasta parecerse bastante a sus parientes de ola.

Dicho y hecho

Tras introducir los primeros ejemplares, los investigadores empezaron a analizar los cambios a tres escalas diferentes. La primera el fenotipo, que no es otra cosa que su aspecto, tanto externo como interno. La segunda la variabilidad genética individual, que sería cuán diferentes son los genomas de los diferentes individuos de esa población de Littorina saxatilis introducida en el islote. Y, finalmente, las inversiones cromosómicas: inversiones de fragmentos concretos en el ADN de la especie, algo así como si en la frase “La Roma es roja” se convirtiera en “La mora es roja” invirtiendo las letras de una palabra. En cualquier caso, el resultado fue sorprendente y, en cuestión de 10 años ya podían observarse algunos de los cambios predichos.

Los caracoles del ecotipo de cangrejo (1992) evolucionaron para asemejarse notablemente a los caracoles del ecotipo de ola perdidos en un islote.ISTA, imágenes de Kerstin JohannessonEurekalert

El aspecto de los caracoles de cangrejo introducidos en el islote se había vuelto más delicado. Los 1000 ejemplares eran menores, más finos y se parecían más a caracoles de ola que a sus antepasados más inmediatos. La investigación había sido un éxito. La selección natural había actuado según lo previsto, aunque… para ser totalmente honestos, es posible que el experimento se viera acelerado por la llegada de algunos caracoles de ola desde las grandes islas vecinas, la más cercana de las cuales estaba a 160 metros. Los viajeros serían pocos para repoblar el islote, pero suficientes para mezclarse con los que habían introducido los científicos y dejar su huella genética en ellos. En cualquier caso, la cercanía evolutiva de ambos ecotipos hace plausible que tengan lugar cambios tan rápidos.

Esos son los mecanismos básicos que sigue la evolución, acumulando cambios poco a poco, adaptándose a las inclemencias y oportunidades del entorno hasta que, por diversos motivos, las poblaciones que una vez estuvieron cercanamente emparentadas, ya no se pueden reproducir entre sí, dando lugar a especies diferentes.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En realidad, quienes prefieren negar la evolución sostienen que este tipo de cambios en las poblaciones no cuentan. Alegan que nunca se ha visto que una especie se convierta en otra. De hecho, son muchas las veces que se han descrito cambios así en la naturaleza y, sobre todo, en cultivos de bacterias. Sin embargo, se equivocan en el planteamiento. Las escalas de la evolución no superan con creces a nosotros y a nuestra civilización, como mucho podemos aspirar a ver en directo cambios como los descritos en este artículo. Sin embargo, contamos con otras muchas pruebas de escalas temporales mayores. Por ejemplo: en el registro fósil podemos ver cómo los restos cambian progresivamente, pudiendo trazar con bastante facilidad una línea que une especies emparentadas que evolucionan poco a poco de unas a otras a lo largo de millones de años.

REFERENCIAS (MLA):

  • Garcia Castillo, Diego, et al. "Predicting Rapid Adaptation in Time from Adaptation in Space: A 30-Year Field Experiment in Marine Snails." Science Advances, vol. 10, no. 1126, 2024, DOI: 10.1126/sciadv.adp2102.